El Museo Británico realizó una serie de “excavaciones” con escáner a ocho momias egipcias que revelaron detalles inéditos sobre la salud de estos objetos arqueológicos.
Londres, Reino Unido.- Mediante la llamada “excavación electrónica”, investigadores del Museo Británico de Londres se dieron a la tarea de descubrir los secretos que yacen dentro de los vendajes y sarcófagos de las momias del Antiguo Egipcio.
Este escaneo se logra gracias a herramientas tecnológicas de última generación lo que ha permitido recuperar la “biografía” de estos objetos arqueológicos.
Por el momento ocho de las 120 momias han sido examinadas al mínimo detalle, y sus primeros resultados han arrojado el dolor de muelas que sufría un egipcio de clase privilegiada, un tatuaje cristiano de una sudanesa de la ribera del Nilo, la veneración hacia una niña que integraba uno de los coros del templo de Tebas, etc.
Las enormes dimensiones del sarcófago que protege los restos de una mujer embalsamada en el 800 a.C. hizo creer a los expertos que se trataba de una adulta. Sin embargo, Tjayasetimu tenía en realidad unos siete años, tal como muestran las imágenes de su estructura ósea, de la piel, de algunos órganos internos preservados e incluso de una larga cabellerta, y que han sido obtenidas con un sofisticado software ideado por los ingenieros de la Fórmula 1.
La exposición consigue desvelar algunos de los secretos de ocho personajes que vivieron en Egipto y Sudán entre el año 3.500 a.C. y el 700 sin necesidad de desenvolver los vendajes de esos cuerpos embalsamados y extremadamente frágiles, que por ello permanecen intactos desde que la colección empezara a recalar en el museo a mediados del siglo XVIII.
Preservar el cuerpo, embalsamarlo para que sobreviviera a la muerte, era parte esencial de la práctica funeraria del antiguo Egipto. En ese proceso por el que se extraía el cerebro a través de las fosas nasales también se producían errores, como revela el instrumento médico en forma de espátula que un médico olvidó entre las vendas con las que recubrió los restos después de aplicarles resina.
La naturaleza también puede intervenir en el proceso de momificación sin que intervenga la mano del hombre. La arena caliente del desierto ha conseguido preservar hasta nuestros días el cuerpo de un adulto que vivió hace casi 4.000 años en un Egipto todavía no unificado bajo un solo rey.
Sin otra protección que la urna que lo exhibe a la entrada de la muestra se distingue perfectamente su estructura ósea, restos de los músculos, de la piel y de algunos órganos internos como el cerebro y los intestinos. Enterrada de forma sencilla en un hoyo cubierto con losas de piedra, también los restos de una mujer cubiertos con vendajes, pero sin inscripciones u objetos que sugieran su identidad fueron preservados por el clima árido del norte de Sudán. Pero el tatuaje del arcángel Miguel que presenta en lo que fue el muslo interno ha permitido imaginar su vida en una comunidad cristiana medieval en torno al año 700
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