La Gran Familia: El ISO 9000 de Broadway

Sinopsis:

“La Gran Familia” es un musical, basado en hechos reales de México, que cuenta la historia del albergue dirigido por Mamá Rosa que mantenía a centenas de niños en condiciones deplorables de salud e integridad humana, a pesar de varios testimonios de sus protegidos quienes la consideraban una “madre” ejemplar. Este musical pone en perspectiva a Mamá Rosa para saber si cometía sistemáticamente abusos o fue una mujer bondadosa rebasada por la realidad. 

De Luis Valdez a Mamá Rosa. 

¿Por qué la Compañía Nacional de Teatro decide hacer un musical? Lo pregunto cuando una parte del “teatro subvencionado” ve a este género como menor y en el “teatro comercial” es uno de los productos con más apoyo financiero para levantarse, tener difusión y conseguir algún tipo de patrocinio. En la Ciudad de México los musicales y las obras de comedia son los proyectos con mayores posibilidades financieras y los que los productores “creen” tener una audiencia cautiva.  El musical es un género/producto polémico en el sector teatral.

Después de “Zoot Suit” de Luis Valdez, “La Gran Familia” es el nuevo musical de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) dirigido por Alberto Lomnitz, escrito por él y Claudio Lomnitz, con música de Leonardo Soqui y protagonizado por Angelina Peláez.  Si yo veo sólo a este equipo creativo creería que se trata de una obra de Chéjov o algún tipo de nueva teatralidad al más puro estilo de Alberto Villarreal. Mi sorpresa es cuando me topo con una obra de formato creativo y de producción más parecido a un montaje del Teatro de los Insurgentes que del Juan Ruiz de Alarcón en la UNAM (lugar donde se presenta).

En el “teatro comercial”, donde la ganancia depende de la taquilla y no de algún tipo de apoyo estatal, se busca la marca Broadway como una especie de ISO 9000 para montar un musical. Como si fuera de Broadway, como si se aspirara a tener lo de Broadway, como si no fuera suficiente para alcanzar el nivel de Broadway. El aporte de “La Gran Familia” al circuito subvencionado, donde las ganancias no dependen de cuántas personas se sientan en la sala sino de los subsidios estatales, está en montar un musical sin el ISO 9000 de los musicales.

musical de Broadway
Edward James Olmos, como ‘El Pachuco’, y Daniel Valdez, como Henry Reyna, en el montaje ‘Zoot Suit’, Mark Taper Forum, 1978 . (Foto: Mark Taper Forum).

El albergue hecho teatro

En el espectáculo, a nivel de texto dramático, no funciona la presentación de los personajes principales porque se tarda en hacerse, no queda claro quiénes son los protagonistas y no es contundente la premisa del montaje. Éste es un musical donde las canciones sirven para reforzar la acción dramática, no para hacerla avanzar; en este sentido, las canciones, en su mayoría aderezadas con comedia, son un respiro para el espectador ante la intensidad de las escenas habladas.

La manera de hablar de los creativos del proyecto hace suponer que la protagonista sea Mamá Rosa, sin embargo, a la mitad del espectáculo esta figura sólo es un pretexto para cuestionar  los estereotipos y prejuicios de la familia. Los niños de la casa de Mamá Rosa son los verdaderos protagonistas, de manera particular, tres de ellos: Palillo, Chupa Chups y el Sope. El personaje de la matriarca tiene una función ambigua a lo largo del montaje y, por el otro lado, sus “hijos” se quedan a la mitad de una construcción en cuanto a motivaciones y relaciones.

La historia se cuenta mediante una obra de teatro dentro de una obra de teatro. Los niños de una casa de hogar representan la vida de Mamá Rosa; los personajes son personajes. La metateatralidad funciona; es clara, precisa y hasta divertida. El segundo acto tiene mayor contundencia dramática en comparación del primero porque los personajes se apuntalan mejor en sus deseos y conflictos para llegar a un final potente y vibrante.

El mayor logro del montaje es la energía del ensamble para sostener un musical durante tres horas. Una energía de musical. La CNT no está acostumbrada a este tipo de exigencias físicas y poéticas. De hecho, “Zoot Suit” adolecía de  baches energéticos cada media hora; con “La Gran Familia” se corrigió la plana y el espectáculo crece en todo momento. La decisión de tener a tres actrices distintas para interpretar diferentes etapas de la vida de Mamá Rosa le da un volumen al personaje que en el papel no lo tiene.

Aunque para mi entrenamiento como escritor, el uso de un narrador va contra todos los cánones del drama, la presencia de uno en el montaje no resta efectividad dramática. Debo reconocer lo sorpresivo del final; a la mitad de la obra entendí que la vida de Mamá Rosa sólo es el pretexto para hablar de algo más, de hecho, entendí la función de sus “hijos” como protagonistas pero nunca anticipé la forma de cerrar. El final es impactante y conmovedor.

teatro
Imágenes del montaje ‘La Gran Familia’ (Tomadas de: Teatro UNAM).

La CNT en el Teatro de los Insurgentes

El aporte de “La Gran Familia” a la cartelera mexicana es quitarse la prerrogativa de Broadway y hacer un espectáculo que conecta de forma genuina con nuestros intereses, gustos y demonios como mexicanos. Cuestionar a la Gran Familia Mexicana de Televisa (ya instalada en el ADN del mexicano) nos pega porque no existe esa familia en este país. Y ahí el montaje me importa y me duele.

A partir de “La Gran Familia”, yo tengo serios cuestionamientos: ¿la marca Broadway es una restricción autoimpuesta? ¿Qué tanto a las audiencias del musical les importa la marca Broadway? ¿Traer franquicias de Broadway será sustentable en términos económicos a veinte años? ¿“La Gran Familia” tendría algún futuro financiero si se presentara en el Teatro de los Insurgentes como máximo emblema del “teatro comercial”? ¿La Compañía Nacional de Teatro tiene un espacio en el “teatro comercial”? ¿A los productores del “teatro comercial” les interesa trabajar con la CNT o nunca dejarán de creer que se necesita una estrella mediática para jalar un musical?

Pienso en nombres como Lupita Sandoval, Memo Méndez Guiu u Olga Cassab quienes hicieron esfuerzos sobrehumanos, como escritores y compositores, por levantar musicales con historias mexicanas y no encontraron una continuidad financiera para tener exposición a mayores audiencias. Por otro lado, alguien me podría decir que no siguieron porque no hubo un impacto favorable de negocios, porque a las audiencias no les interesa; sin embargo, es una trampa pensar el éxito de taquilla como referente de gustos e intereses de las audiencias.

Este montaje de la CNT es polémico en dos vías: modelos de financiamiento de proyectos y análisis de audiencias. Si queremos construir un negocio del teatro, debemos conocer el producto que se vende: acotado, cercano y hasta artesanal. Una obra de teatro necesita apegarse más al ideario colectivo en corto que a las necesidades interculturales del mainstream como lo hacen otros formas de entretenimiento. Tener como único parámetro a Broadway al hacer un musical es peligroso. Para mí este argumento tiene sentido porque el teatro no nació como un negocio, a diferencia del cine y la televisión, no nació para llegar a las grandes audiencias; nació como un ritual.

teatro musical
Cartel de ‘La Gran Familia’ (Imagen: Cultura UNAM).

Traspunte 1:

Para todos los interesados en el teatro y musical de corazón, compren el libro de “La Gran Familia” donde viene el libreto, las partituras y ensayos agudos sobre la familia mexicana. Gran registro para la historia del teatro mexicano.

Traspunte 2:

Qué tanto prejuicio tenemos como espectadores al ver un musical en el Juan Ruiz de Alarcón que la función a la que fui costaba mucho trabajo escuchar por los aplausos entre canción y canción. Es irónico cuando un musical se alimenta del aplauso constante.

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