La posibilidad de desobedecer

¿Tenemos la posibilidad de desobedecer? Reflexiones sobre Fundamentalismos, masculinidad y violencia, seminario impartido en la Ibero.

 

Lo más extraordinario de la Historia no es que se dirija a un lugar,

 sino que nadie puede pararla…

Rita Segato.

A pesar de todos los intentos de control que han existido a lo largo de las distintas civilizaciones, si alguna enseñanza nos ha quedado es que el curso de la Historia no puede controlarse, nadie ha podido hacerlo. La Historia es impredecible y los seres humanos muchas veces son tomados por sorpresa ante los acontecimientos, un ejemplo paradigmático de esto puede ser la caída del muro de Berlín, un hecho que nadie pudo anticipar y que ocasionó un viraje en el mundo occidental.

Justo por esta impredecibilidad de nuestra historia habría que dejar de lado las visiones únicas, que nos han condicionado, tanto en pensamiento como en acciones: un solo dios, una sola manera de concebir la justicia, una sola forma de interpretar el bien y el mal, una sola utopía… Todas estas posturas son, a final de cuentas, posturas monopólicas que para la antropóloga feminista Rita Segato nos hacen caer en un error muy grave, un error estructural, que deviene en un pensamiento sumamente excluyente.

antropóloga feminista
Rita Laura Segato (Foto: La Tinta).

¿Hay fundamentalismo en los feminismos?

Debido a las posturas monopólicas con las que es frecuente tropezar, cabe preguntarse acerca de los distintos pensamientos fundamentalistas y cuestionar si existe el fundamentalismo en los feminismos. Desafortunadamente, tendremos que contestar que sí, y no podemos dejar pasar el momento de señalarlo. Por eso debemos hacer hincapié en que el debate y el diálogo refuerzan al movimiento feminista, no lo debilitan, como a veces pareciera que se asume.

Súmese esta nota al interés de dialogar, pues como comentábamos en un texto anterior, la capacidad de dialogar es una cualidad cada vez más escasa, sobre todo en la academia, lo que fue planteado por Segato en el seminario Fundamentalismo, masculinidad y crueldad, impartido en la Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México a finales del año pasado.

Valdría la pena entonces posicionarse distintas ante los fundamentalismos, todos ellos. También, y quizá esto sea lo más importante, ante aquello que por cercano no logramos vislumbrar críticamente.

Abonando en el asunto y trasladándolo al tema del género y las reacciones extremas en torno a él, Segato señala que apenas hace unos cinco años hicieron su aparición algunas categorías fundamentalistas que hoy se consideran comunes en la escena, como las “marchas por la vida” y los señalamientos en contra de lo que se ha llamado desde estas posturas la “ideología de género”.

marchas provida
Ilustración: Chumbi/La Voz.

¿Qué es lo que podemos leer en estas manifestaciones ultraconservadoras?

De entrada, demuestran la gran incomodidad que causa a las mentes más cerradas y anquilosadas la posibilidad de pensar mundos distintos, mundos donde se presenten alternativas a todas las formas de discriminación y de explotación, donde las mujeres y hombres no sean exprimidos por un sistema que se basa en la extrapolación de las diferencias y en la inequidad como base de su estructura.

En esa línea de ideas, Rita comparte que ya no podemos pensar el capitalismo solo en relación capital-trabajo, debido a que ahora gran parte de la producción de riqueza atraviesa por el crimen y/o por ingresos no declarables. La investigadora sostiene que es imposible que cualquier generación de una gran fortuna en nuestro tiempo no tenga, por lo menos, un pie en la ilegalidad. De aquí hay muchas aristas que debieran abordarse, por el momento dejaremos solo esta premisa dibujada.

Sobre las maneras de explotación y desigualdades contemporáneas, habría que pensar en lo que se mencionó en la nota anterior sobre Fundamentalismos, masculinidad y violencia, los hombres violentos no solo son verdugos de las mujeres sino, victimarios -y por supuesto también víctimas- de otros hombres de su entorno. Los individuos más machistas y normalizados dentro de la estructura patriarcal siempre son dóciles ante otros hombres porque siempre hay un hombre que “es mejor”, apunta Rita. Esto no tiene escapatoria, pues la masculinidad es jerárquica. Como tal, para lograr ser parte de la masculinidad, cada hombre debe hacer un espectáculo de potencia; esta muestra de poderío se manifiesta en diversos ámbitos: sexual, intelectual, económico. En dichos espectáculos y demostraciones de potencia se origina la guerra y, como se concluyó en el seminario, eso es lo que nos está matando, a hombres, mujeres, niñas y niños. Por tanto, solo hay una salida plausible para detener la guerra y las estructuras bélicas: desmontar el mandato de masculinidad.

machismo
Foto: Difusión Norte.

Sin esa mano de obra no existe el mal de la guerra. Al desmarcarse los sujetos masculinos del mandato de masculinidad (con todo lo que implica la competencia, las jerarquías y la violencia) puede lograrse una forma distinta de relacionarnos entre todos los miembros de la sociedad. En lo que atañe a los feminismos, Rita propone que debemos decir NO al feminismo faccional, lo que nos implica trabajar pensando en un feminismo que sea pluralista. Esta premisa resulta todo un reto en la práctica.

Una cuestión muy importante que señalar y entender es que como sujetos que formamos parte de una cultura patriarcal, la mirada de todas las personas es una mirada patriarcal. Por ello, en palabras de Segato, construir un mundo mejor no implica un trabajo de sustitución, sino de erosión del orden. Ella lo menciona como “jalar la alfombra” para producir un estremecimiento general. En pocas palabras, se trata de una desobediencia o indisciplina cotidiana, donde no performemos (actuemos) como se espera que lo hagamos. Así que pensar en un cambio de paradigma donde las mujeres tomen el control y asuman el poder, constituyendo un matriarcado que sustituya al patriarcado, no tendría ningún sentido. Remarcamos: Construir un Estado femenino, no tiene sentido.

Violencia contra las mujeres 

En el día número dos de los dedicados al seminario se propuso como eje temático Las estructuras de la violencia: Un estudio de la agresión sexual callejera. Ya desde el primer día se había aclarado que la violencia contra las mujeres debe dejar de verse como una cosa íntima, pues se trata de una cuestión política. Desde aquí es donde debemos abordarla. Tenemos el caso de Atenco, donde Rita observa que los casos de violación y abuso cometidos por elementos policíacos contra las mujeres detenidas deben ser llamados como actos morales, no inmorales, pues de lo que se trataba era de aleccionarlas, esto dentro del marco de una moral bien establecida que busca castigar a las mujeres por su participación en ciertos hechos y así disuadir a otras a que formen parte de estas luchas. Aquí está muy presente la dimensión política que nunca debemos dejar de lado.

Otro caso paradigmático es Ciudad Juárez, donde se han contabilizado en veinticinco años mil setecientos setenta y nueve feminicidios (hasta 2018), según los datos proporcionados por el INEGI y la Fiscalía General de Chihuahua. A esta entidad Rita acudió tras recibir un llamado de colectivos feministas locales. La investigadora narra que una de las cosas que quedan claras (tanto en Atenco como en Ciudad Juárez) es que los hechos NO ocurrieron porque en México hay impunidad, sino que ambos casos son espectáculos de impunidad. Se trata de una especie de pedagogía de la crueldad donde la vida se transforma en objeto, no hay empatía por el sufrimiento y, sobre todo, se hace una muestra de poder, evidenciando que los artífices de estos sucesos están exentos de la ley, en ese sentido, lo que ocurre es que más allá de que no hay castigo para los culpables, los victimarios actúan de antemano sabiéndose exentos de castigo y utilizan esta condición para mostrarse y dejar mensajes a la sociedad.

La importancia de las múltiples lecturas desde muy diversos ángulos se hace patente con todo lo anterior.

Ciudad Juárez
Instalación itinerante ‘Zapatos rojos’ de la artista mexicana Elina Chauvet (originaria de Ciudad Juárez), que denuncia los feminicidios y la violencia contra las mujeres.

¿Qué sucede con nuestra realidad más inmediata para nosotras como mexicanas?

Va quedando claro que es sumamente necesario el pensamiento crítico. Y aun este concepto: pensamiento crítico, hay que cuestionarlo.

Algo que pudiéramos apuntar es que en estas latitudes para poder ser verdaderamente críticos hay que generar un pensamiento decolonial y no postcolonial. ¿Qué implica esto? Se fue trabajando un poco en el seminario. Resulta que los territorios que alguna vez fueron colonias, entre los que se encuentra México, en alguna medida nunca han dejado de comportarse como tal. Si bien funcionan como repúblicas actualmente, no deja de estar vigente el pensamiento colonial. Podemos percatarnos de esta situación al analizar el funcionamiento de la burocracia mexicana. Es costumbre que al acudir a realizar trámites burocráticos esperemos ser maltratados o, por lo menos, tropezar con obstáculos absurdos para poder llegar a nuestro cometido. La estructura de administradores-administrados permanece, como fuera en la época colonial. ¿Estamos atrapados y atrapadas en un espacio expoliado/colonizado?

La propuesta para sortear esta trampa-laberinto es que la mente tiene que salirse de este cuadrado para poder ir más allá de nuestro entorno y analizar profundamente los males que nos aquejan como sociedad.

Fundamentalismos, masculinidad y violencia
Rita Segato en la Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México, 2018 (Foto: Ibero).

La posibilidad de desobedecer

Para finalizar esta segunda parte de lo trabajado en Fundamentalismos, masculinidad y violencia, es pertinente mencionar los dos proyectos históricos que están en juego:

Por un lado, está el Proyecto de las cosas. Aquí la persona acaba cosificada, esto en persecución de la meta de las cosas. Se pretende invertir en los objetos, lo material, y no en los vínculos.

Por el otro lado, tenemos el Proyecto de los vínculos. Se trata de la organización comunal. Un espacio de gozo donde el tejido comunal es lo importante y la felicidad no está condicionada por obtener cosas.

¿Por cuál vamos a decidirnos? Y, ¿cómo haremos para cuestionarnos a nosotras mismas en ese proyecto elegido? La posibilidad de desobedecer plantea horizontes interesantes, para empezar así a escucharnos y actuar desde parámetros no imaginados antes.

 

También te puede interesar: ¿Hemos perdido la capacidad de dialogar?

Síguenos en Facebook – Twitter  Instagram – Telegram

0 0 voto
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
2 Comentarios
Más viejo
Nuevo Más Votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Isabel

Interesante artículo. Me llama la atención, que efectivamente vivimos y nos relacionamos en una sociedad, donde fundamentalismos ideológicos, fomentan que la felicidad esta en la acumulación de la riqueza… La vida del “otro”, se cosifica, se pierde la dimensión humana. Y las instituciones, diversas, con la impunidad, legitiman y son cómplices a la vez, de este mundo violento… La salida que se propone: la reflexión y la ” desobediencia ” como un actuar diverso, donde predomine el respeto a la vida…

Freeman Fairbank

Hola, Isabel. Muchas gracias por tus comentarios. Me parece muy valioso que lo que rescates sea el actuar diverso y el respeto por la vida. Coincido en que esas dos cuestiones son indispensables para desobedecer y plantear caminos alternativos.

2
0
Danos tu opinión.x
()
x