Hoy quiero escribir sobre una persona que representa para mí un ejemplo de vida. Esa persona tiene una posición dual en mi existencia, por un lado, es mi hermana, pero por el otro, es y ha sido mi hija. Hoy quise escribir esto como un tributo a la sabiduría y entereza de esa persona a la que llamamos Mimí.
“La vida es chida” es una expresión de esa mujer a la que admiro, pues en esas cuatro simples, y aunque coloquiales palabras, ha sabido resumir una verdadera “filosofía de vida”. Y cómo no va a ser chida la vida, si en ella encontramos un poco de todo, blancos, grises y claroscuros. En ese contexto, cuando “las cosas de la vida” no son chidas, lo único que te queda es aferrarte precisamente a que “la vida es chida”.
Hace ya 43 años que inició la vida de una mujer muy chida, hoy recuerdo cuando la vi por primera vez envuelta en una cobijita para bebé. En Puebla de los Ángeles, en una clínica del IMSS, fuimos testigos junto con mis padres y conmigo, del inicio de una vida buena, una vida de alguien que, con su solo vivir, ha sido capaz de influenciarnos a muchos.
Hoy esa persona de quien hablo está pasando por un claroscuro, pero su sonrisa radiante, su actitud positiva y su sabiduría interna, afloran como en cualquier otro momento de su chida vida.
Ciertamente que la vida es chida, pero no lo es simplemente porque sí, hay que luchar para que así lo sea, hay que afrontar las vicisitudes con gallardía, con garbo, con coraje y quizá lo más importante, con una actitud positiva.
Es cierto, querida Ruth, que la vida es chida, pero es más chida cuando contamos en nuestro circuito con gente como tú, personas que no sólo y bajo determinadas circunstancias suelen sonreír, sino personas para quienes la sonrisa y el buen trato representan la cotidianeidad. Ciertamente que un diagnóstico de cáncer “no es chido” y la palabreja se convierte en tabú, afloran miedos y nos dan ganas de llorar, pero no obstante ello, personas como tú dan ejemplo y testimonio de que a pesar de las adversidades, “la vida es chida”.
Habría que decir, por último, que esta chidez de la vida se construye, no es espontánea, se promueve, es producto del esfuerzo mental por pensar en positivo, por amar lo que haces y a quienes te rodeamos. Indudablemente que la vida es chida, mi querida hija/hermana, pero debes saber que siempre, siempre, es más chida con gente como tú a un lado.