Los Niños Héroes y el mito en la historia nacional

Hoy se conmemora el día en que seis cadetes del Colegio Militar dieron su vida para defender el país. Seis niños que vieron apagadas sus vidas en pos de la patria, pero ¿qué tanta verdad hay en esa historia?

Ciudad de México (elsemanario.com).- Como cada 13 de septiembre, la voz oficial de la Historia (con H mayúscula) se prepara para celebrar uno de los acontecimientos históricos más famosos entre los mexicanos. Desde la primaria, y luego en la secundaria, la idea de seis cadetes del Colegio Militar que se quedaron luchando hasta el final mientras los demás morían, escapaban o eran tomados prisioneros nos pareció algo común; luego, la historia oficialista, la de los libros de texto, le encarga la toma del Castillo de Chapultepec al deceso de seis figuras, de las que nadie tiene constancia.

Las páginas oficiales siguen manteniendo esta versión de los hechos:

La lucha se libró cuerpo a cuerpo, los mexicanos combatieron con fiereza pero los invasores ganaban terreno y lograron llegar al Castillo por el lado occidental.
Al llegar los norteamericanos al Castillo sólo unos cuantos soldados y cadetes permanecían en el edificio. La historia guarda memoria, muy en especial, de seis de ellos a quienes recordamos como los Niños Héroes : Juan Escutia, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Agustín Melgar y el teniente Juan de la Barrera, que ofrendarían su vida en el asalto estadounidense al Castillo de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847”.

Y así crecimos los mexicanos; llega un momento, claro está, en que nos ponemos a pensar en este tipo de versiones y nos preguntamos por su veracidad. ¿Acaso seis niños, casi sin armas, valerosos ellos, podrían parar al ejército estadounidense aquel 13 de septiembre?

Pues, la historia oficial dice que no; el castillo fue tomado ese mismo día. ¿Por qué resaltar este pasaje, entonces?

Ese día había en el castillo alrededor de 800 soldados; el batallón de San Blas estaba presente con 400 efectivos y demás cadetes del Colegio Militar. Es decir, no había sólo seis. Sería Benito Juárez en su labor como presidente, quien honraría oficialmente a los Niños Héroes, decretando el 13 de septiembre como Día de Luto Nacional.

Se dice también que Juan Escutia, al ver el inminente final, bajó la bandera, se envolvió en ella y se lanzó al vacío. Otras voces dicen que ni siquiera era un cadete y que murió acribillado con los otros seis; en realidad, con todos los que estaban en el castillo; que eran reclusos, estudiantes borrachos y muchas voces más. Parece, pues, que la historia oficial sólo se guarda para los niños de primaria y para construir un patriotismo algo sesgado, ¿basado en mentiras o en hechos reales?

La Historia, como diría Borges es no solamente lo que pasó, sino lo que creemos que pasó y lo que hubiéramos querido que pasara (…) Todo eso conforma una carga simbólica del pasado y en ella es tan histórico lo sucedido con exactitud, como la interpretación que se le dio después. Aquí en el Castillo resguardamos lo que queda de la bandera de la fortaleza, compuesta de los campos verde y blanco. El campo rojo, con la batalla y el cañoneo, se perdió. Por sus características debió medir alrededor de 10 metros cuadrados y es muy pesada”.

Es el testimonio del historiador Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia. Y lo complementa el de la investigadora del mismo museo, Amparo Gómez, quien dice

No era algo que un muchacho, por más fuerte que estuviera, la bajara, se envolviera en ella y hubiera tratado de correr (…) Si se hubiera lanzado de la torre que tenía el Alcázar en esa época hubiera necesitado alas para caer hasta donde fue encontrado su cuerpo”.

“El asunto de Juan Escutia es absolutamente fortuito, pudo no haber pasado, pero ahora existe. En cambio en la Batalla de Molino del Rey, Margarito Zuazo se envolvió en la bandera de su regimiento y murió peleando cuerpo a cuerpo en las trincheras. La bandera también acá la tenemos”, agrega Salvador Rueda.

La interpretación histórica de los hechos ocurridos el  13 de septiembre se ha quedado en la memoria de los mexicanos como un acto valiente, patriótico y excelso; seis cadetes intachables de entre los restantes en el castillo; seis vidas de edades inocentes que se extinguieron por defender a la patria; esa fue la carga histórica y el simbolismo que quizás ayudó a que los mexicanos salieran rabiosos a luchar contra los franceses en puebla. El civismo inculcado desde que los niños comienzan a forjarse una idea de la historia y todos esos juicios de valor alrededor de esta afrenta sirvieron para mitigar muchas de las desilusiones nacionales de la época; por ejemplo, la caída militar ante el ejército invasor.

Igual que otros de los hitos históricos del país, la batalla en el Castillo de Chapultepec se queda sólo en el campo del mito; el que enaltece la derrota y la convierte en victoria a través de un grupo que siempre ha conmovido y conmoverá a la memoria colectiva: el de los niños; efectivo, sobre todo, en un país tan necesitado de héroes.

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