Nunca he trabajado

“Nunca he trabajado”, me dijo un escritor el día que se quedó sin la beca del Estado, y me pidió “ayúdame a preparar un libro sobre arte y ciencia para pedir otro apoyo”, a lo que le respondí “¿Y por qué no te pones a trabajar? Puedes dar clases y conferencias”. Ofendido me dijo “no estoy loco, dar conferencitas por 5 mil pesos, dar clases, para nada, desde hace 25 años vivo de las becas”. He visto cómo se piden las firmas para las cartas de recomendación, con la consigna “Yo también te he firmado tus cartas”. He visto cómo artistas muy valiosos, con seria necesidad económica, que demuestran su obra, oficio, dedicación y talento, no la obtienen porque no están enchufados con los jurados. He visto exposiciones de los jóvenes creadores con obras que son verdadera basura, performances infra-inteligentes, videos fuera de foco, desde los desconocidos hasta las “luminarias” del establishment.

El sistema de becas del FONCA inició como un soborno del gobierno de Salinas de Gortari y continúa como una práctica de criterios sin trasparencia, que han fomentado dependencia al Estado, sin justificar en muchos casos, un nivel de excelencia para ser otorgados. Pintores que han ganado la Bienal de pintura Rufino Tamayo les han negado la beca, ¿en dónde está la congruencia? En la corrupción. Los merecedores de ese apoyo son una minoría apenas visible en esa corrupción.  Las becas de “consagrados” las otorgan a arquitectos que cobran millones de pesos por un proyecto, ¿pagan con eso el chofer y el celular? Denles una medalla, pongan su nombre a una calle, el dinero es para quien lo necesita.

Estorbo del arte.
Obra de Elvira Santamaría.

La “clase cultural” despertó de su letargo a la regeneración de la realidad, por la que ellos votaron, y los enfrentaron al ultimátum de financiar sus carreras, ser responsables de su vocación y de su obra. El Estado está obligado a apoyar y divulgar las Humanidades, el Arte y la Cultura, pero no está obligado a mantener mediocres y oportunistas, que únicamente estudian y hacen proyectos para tener becas, sin generar resultados que aporten a la sociedad. Se fomenta un círculo vicioso entre la educación, la “intelectualidad” y los apoyos, con generaciones que siempre dependerán del Estado y que no les interesa vivir de otra forma. En el Sistema Nacional de Creadores, mandan las fotos de las obras que hicieron con la beca, sin un proceso de certificación de estos trabajos. Las becas se las pasan entre ellos, un periodo van de becados, otro de jueces, otro de asesores, otro más de becados y como por todo dan dinero, no importa lo que hagan. En el cine, las artes visuales, literatura, presentan proyectos donde la calidad es irrelevante, el asunto es conseguir el dinero y hacer el papeleo para volver a pedirlo. Las listas de los seleccionados del 2019 son los mismos de siempre, algunos pintores valiosos, y el resto son “profesionales de las becas”.

Estorbo del arte.
Obra de Eduardo Abaroa.

El sueldo mensual de 29,000 pesos, durante tres años, suman 1 millón 44 mil pesos. Seguramente Eduardo Abaroa necesita más de 1 millón para pensar sus inteligentes y brillantes obras, fruto de su excepcional talento para llenar formularios del FONCA. El performance de la artista disfrazada de botarga florida exige una recompensa mensual por tres años, porque sin ese “estimulo” la inspiración no se aparece. Poner vasos de plástico en una alambrada es un esfuerzo intelectual que le urge manutención, las obras de Carla Herrera Prats serán parte del acervo de la Nación, y todos las estamos financiando. Las mentes brillantes de la categoría de Medios Alternativos van a costar al erario más de 16 millones de pesos, muy bien invertidos si tenemos en cuenta la crisis de ideas que padecen cada vez que hay que pagar la renta. El enchufismo de los premiados con esas becas se defiende del talento de los rechazados porque están peleando una forma de vida. En México no hay independencia intelectual, ya vimos a la “clase cultural” chantajeando y exigiendo el proteccionismo del Estado, negando el tráfico de influencias que ha dejado fuera a quienes la ameritan. El FONCA puede reencausar a la mediocridad y el enchufismo dentro del programa de los Ninis: ni estudian, ni trabajan, ni merecen beca.

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