Santa Claus, consumismo y vacaciones, la secularización de la Navidad

La Navidad es una tradición enigmática y ambivalente cuyo significado se aleja cada vez más del original y representa cosas distintas para cada individuo. 

Ciudad de México.- ¿Qué es la Navidad? ¿Por qué la celebramos cada 25 de diciembre? Como muchos podrán apreciar, la “Navidad” comienza cada vez más temprano, particularmente en los aparadores de las tiendas, los cuales están llenos de muñecos de nieve, renos y “santas” desde el mes de septiembre. Pero además del comercio internacional que permite ofertar este tipo de productos extranjeros, también hay un mercado que los demanda. Para muchos, la Navidad significa una época para relajarse y descansar al término del año, comer más de la cuenta, intercambiar regalos y disfrutar –o evitar- el tiempo con la familia.

Pero la Navidad, en esencia, es una festividad religiosa, particularmente católica, que celebra el nacimiento de la figura central del cristianismo, Jesús.

Alrededor del 20 por ciento de mexicanos no se considera católico de acuerdo con el censo de población del 2010, e incluso muchos estudios señalan que la cifra es mayor pero que el diseño y la metodología de la encuesta no permiten reflejar esa realidad, pero lo que sí muestra el censo es una disminución progresiva de la población católica.

Con estas estadísticas en mente, aunadas a la supuesta laicidad del Estado mexicano, entonces ¿qué es la Navidad? ¿y por qué es una celebración “oficial” en el único país latinoamericano que separa formalmente los asuntos del Estado y la Iglesia?

Xavier Sáenz-Llorens, un médico que se ha dedicado a la filosofía, dice que la Navidad es una tradiciónenigmática y ambivalente” pues es una mezcla de “rituales paganos, interpretaciones religiosas, influencias multiculturales, habilidades de mercadotecnia” e incluso de “alucinaciones de personajes poderosos.”

Si no nos preocupamos por el origen de la Navidad, ni nos entristecemos por las familias en contextos de pobreza que no la celebran, o lo hacen de manera limitada con respecto al resto de la población, será mucho más sencillo disfrutarla.

De hecho, probablemente el día en que celebramos la Navidad ni siquiera sea la verdadera fecha del nacimiento de Jesús. De acuerdo con Sáenz-Llorens, fue entre los años 354 y 360 que el Papa Liberio fijó como fecha oficial del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el nacimiento del Sol invencible, luego de que éste hubiera sido celebrado en diferentes meses del año durante varios siglos.

El árbol de Navidad, según el investigador, se originó por el culto pagano hacia la naturaleza, simboliza la fertilidad y fue “cristianizado” en la Germania de mediados del siglo VIII.

Y no podríamos olvidar al “emisario de la Navidad” moderna, Santa Claus. Este personaje es “producto de la imaginación de dos escritores neoyorquinos, que utilizaron la devoción de holandeses errantes, el ingenio de un dibujante satírico y el dinero publicitario de la Coca-Cola para darle vida”.

La figura de Santa Claus está basada en el obispo San Nicolás del siglo IV cuyo mito se extendió por la Europa medieval y su historia llegó a Nuava York en 1961 con los migrantes holandeses.

Cartel de revista creado por el artista Edward Penfield (1866-1925) / Imagen: Flickr (Boston Public Library)
Cartel de revista creado por el artista Edward Penfield (1866-1925) / Imagen: Flickr (Boston Public Library)

Sáenz-Llorens explica que fue el escritor Washington Irving quien en 1809 deformara al santo holandés Sinter Klass al anglosajón Santa Claus, y fue el dibujante Thomas Nast quien entre 1863 y 1886 creara la imagen del “gordo bonachón que todos conocemos”. A mediados del siglo XIX el personaje llegó a Gran Bretaña y de ahí a Francia, donde fusionado con Bonhomme Noel dio origen a Papá Noel, pero la figura con la que estamos familiarizados hoy fue ideada por el pintor Abdón Sundblom y patrocinada y popularizada por la campaña publicitaria de Coca-Cola.

Así fue como la Navidad que conocemos hoy se fue construyendo y alejándose cada vez más de su significado original, lo que nos habla de un proceso de secularización de esta festividad, convirtiéndose en un engranaje de distintos símbolos cuya aprehensión, coherencia y sentido dependen de cada individuo, aún de aquellos que no la celebran, pues lo cierto es que se crea en ella o no, vivirla es inevitable.

 

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