“Las 101 cagadas del español” de la periodista María Irazusta pone en “jaque” aquellas palabras comunes que sin saberlo escribimos mal; incluso se aventura a encarar las decisiones de la Real Academia Española.
Ciudad de México.- En el mercado literario nunca faltan obras dedicadas a promover el buen uso del idioma. Pero ninguna con rigor y humor, este el punto de vista de un divertido “bestiario de desafueros lingüísticos” que sale al rescate de nuestra maltratada lengua siguiendo la consigna de que aprender es recordar.
Por ello, la periodista española María Irazusta recientemente publicó su libro “Las 101 cagadas del español”, que está enfocado a darle un uso correcto a la lengua española mediante de desafueros lingüísticos, escrito con ironía y rigor.
El origen del libro se remonta a la página que Irazusta publicó un tiempo en Facebook que se llamaba “ReAprendeEspañol” haciendo alusión al acrónimo de la Real Academia Española (RAE).
En principio, “Las 101 cagadas del español” vio la luz únicamente en formato digital, pero ya ha llegado a las librerías gracias a la Editorial Espasa.
“Todos cometemos errores en el lenguaje, pero algunos de forma más aberrante e hiriente que otros”, asegura esta periodista en una entrevista concedida a Efe.
Pero por qué usar el termino “cagadas”, la escrito responde “es contundente, fácil y muy usada por los españoles” y en toda Hispanoamérica parece tener el mismo impacto.
La obra no sólo se encarga de subrayar errores, sino que ofrece ejemplos ironicos de los mismo como el caso de utilizar el inexistente verbo “preveer”, dar las órdenes en infinitivo y no en imperativo o “caer en el error de los pedantes” y decir “espúreo” en vez del correcto “espurio”. Un error que incluso cometieron Lope de Vega, Simón Bolívar, Gonzalo Torrente Ballester y Francisco Umbral, y otros más.
Asimismo, en este libro se informa sobre el origen de algunas expresiones y sobre la curiosa evolución del significado de palabras como “álgido” (en origen “algo muy frío”, que acabó siendo un momento o un punto “culminante”) o “enervar” (fue “debilitar” mucho antes que “poner nervioso”).
Lo políticamente correcto afecta al lenguaje un ejemplo sería decir que Obama, el presidente de Estados Unidos, “es negro”, pero pocas veces se verá escrito así “por temor a ofender”.
Y ni hablar de la moda de no utilizar el masculino genérico, porque ciertos sectores lo consideran discriminatorio, ha llevado a muchos a abusar de las fórmulas desdobladas como absurdos lingüísticos como “miembros” y “miembras”.
Para escribir tal manual, María Irazusta contó con la ayuda de los periodistas Beatriz Fernández y Nacho Miquel, la comunicóloga Noemí Sánchez y la filósofa Acacia Núñez.
Los medios de comunicación y las empresas están fomentando el uso de un “neoespañol en gestación”, gracias al cual el empleo “se precariza”; uno “se publicita” y no se anuncia; “se inicializa”, en vez de iniciarse algo; las cosas no se resuelven o tienen lugar, “se sustancian”; no se aclaran, “se clarifican”; y los planes no se ponen en práctica sino que “se implementan”.
Las redes sociales han catalogado a estos escritores como “los hermanos rebeldes de la RAE”, porque a pesar de que han tenido muy en cuenta las normas gramaticales y ortográficas de la Real Academia Española, no siempre están de acuerdo con ella.
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