Una regulación pendiente en Estados Unidos: los derivados financieros

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La crisis económica y financiera, conocida ahora como la gran recesión (the great recession) por su larga duración y de la que algunos países europeos parecen no salir, obligó a la regulación a poner la vista sobre los derivados financieros, como una de las causas más importantes de la crisis.  Por ello surgió la Ley Dodd-Frank, aprobada en 2010, cuyo propósito ha sido básicamente reformar el marco de operaciones de Wall Street y proteger a los consumidores.  En este contexto, la semana pasada surgió la “Volker Rule”, cuyo objetivo es limitar las operaciones financieras realizadas en beneficio propio por los mismos bancos de Estados Unidos (USA) y las facilidades con que cuentan para efectuar operaciones con “hedge funds” (The NYT, Tuesday, December 10, 2013, by William Alden, What’s in The Volcker Rule).

Sin embargo, está aún pendiente la “Rule” específica sobre los derivados financieros, que comprenden, entre otros, a los “hedge funds”, por su carácter de “fondos de cobertura”.  Estando pendiente la regulación concreta de los derivados financieros, su expansión se ha incrementado a niveles no experimentados antes de la crisis económica y financiera, a pesar de la preocupación que las autoridades han manifestado sobre este tipo de instrumentos.  Lo que ha hecho que públicamente se les señale como el mayor riesgo de la economía global, aún mayor a lo que significó las hipotecas sub-prime (TIME Business & Money, Why Derivatives May Be the Biggest Risk for the Global Economy, March 27, 2013).

Un derivado financiero es un “instrumento o producto financiero cuyo valor se basa en el precio de otro activo”, normalmente identificado como subyacente, tanto físico, financiero en sí, y hasta del clima.  Así, los subyacentes utilizados como valor de referencia por los derivados pueden ser de muy diferente naturaleza y cambiar su valor en respuesta a las modificaciones del precio de éstos activos.

Normalmente un derivado requiere una inversión inicial neta muy pequeña o nula, respecto a otro tipo de contratos que tienen una respuesta ante cambios en las condiciones del mercado.  Lo que produce que haya una diferencia sustancial entre el valor de mercado y el valor nominal de los derivados.  Esto permite mayores ganancias como también mayores pérdidas futuras en relación a otros instrumentos o productos.  De allí que se asocie a los derivados con conductas de especulación.

Los derivados pueden “cotizarse en mercados organizados (como las bolsas) o no organizados (OTC-over the counter).  Destacan por su tipo los derivados de permuta financiera (swaps), futuros, forwards, opciones, incluidos los warrants, y de acuerdo al subyacente sobre tipo de interés, acciones, divisas, bonos, riesgo crediticio, “commodities“, materias primas, metales y de cobertura, entre otros más.  Los de coberturas son herramientas para disminuir los riesgos de aumento o baja futura del valor del activo subyacente.

Se considera que los derivados pueden significar el más alto riesgo toda vez que se operan o transan extra-bursátilmente (OTC), lo que los hace relativamente invisibles y difícil de seguir en su riesgo.  Estos instrumentos contribuyeron a los desastres financieros acontecidos desde 2008, entre los que sobresalen la bancarrota de Lehman Brothers y, recientemente, el de J.P.-Morgan, en 2012, (conocido como la ballena de Londres), el cual totalizó una pérdida de más de seis mil millones de dólares.

Obviamente, por su misma naturaleza, estos derivados OTC pueden significar un riesgo financiero inadecuado de tasar, máxime que existe una diferencia sustancial entre su valor de mercado y su valor nominal, que se puede exponenciar, dado que un derivado, en sí, puede ser un “colateral” o garantía que sirve para armar otro u otros derivados.  Por eso se dice que con un solo derivado, de bajo valor de mercado, se puede crear todo un edificio o pirámide de gran valor financiero nominal, pero también de muy alto riesgo.  Esta es la razón por la que urge que USA establezca la “rule” específica de los derivados, con lo que, sin duda, se afectarán o limitarán las operaciones de Wall Street.

Por el riesgo que implican los derivados, y concretamente aquellos OTC, es decir que se realizan en mercados extrabursátiles, el Banco Internacional de Pagos (Bank International for Settlements) ha comenzado recientemente a informar sobre estos instrumentos (http://www.bis.org/statistics/derstats.htm).  Así, en junio de 2013 el valor de mercado mundial de los derivados se estimó en $20 billones de dólares (millones de millones), en tanto su valor nominal fue de $693 billones de dólares (BIS Quarterly Review, December 2013).  Es decir, treinta veces más, por lo que con el valor de mercado de un dólar, existía un riesgo nominal treinta veces mayor.

Independientemente del aumento del valor de los derivados OTC, lo más grave es su relación con el Producto Económico Mundial (PEM).  Al respecto, considérese que en 2008 el PEM se estimaba por el Banco Mundial en alrededor de $60 billones de dólares.  Lo que significa que en 2013, el valor nominal de los derivados OTC equivalía a diez veces el valor total de bienes y servicios generados en 2008 a nivel mundial.  Comprensiblemente, sólo el riesgo de los derivados extrabursátiles equivalen a una muy alta proporción del PEM, por lo que cualquier tropiezo del valor subyacente de los derivados, como pueden ser precios de materias primas, tasas de interés, pago de hipotecas como recientemente aconteció, pude desatar una tormenta financiera y económica de escala mundial.

Aún cuando México cuenta con un mercado institucionalizado de instrumentos derivados, no deja de ser interesante saber y conocer las operaciones OTC que se realizan con esos instrumentos por parte de los organismos financieros asentados en el país y mayormente saber qué medidas, en la vía que USA ha seguido, se han buscado aplicar en nuestro país.  Comprensiblemente, ello más allá de la singularidad nacional, con la que nuestras autoridades financieras normalmente eluden este tipo de temas.  De igual manera, bajo la consideración de que en USA la nueva regulación de los derivados sigue siendo una tarea pendiente, que en algún momento de 2014 habrá de resolverse.

Una vez, más el entorno financiero internacional se ha agitado.  Especialmente por el anuncio de la Reserva Federal (FED) de USA de disminuir la inyección mensual de liquidez, vía la compra de bonos, por lo que se deberán tomar medidas preventivas en México, para evitar cualquier viso de incendio.  Máxime que la banca comercial y, sorprendentemente, la banca de desarrollo los instrumentos sintéticos, que comprenden derivados, tienen en su activo contable un alto peso.  Dicho de otra manera, la banca en México ha estado operando derivados, que han significado un alto peso financiero en su activo, pero también un posible elevado riesgo.

Tratemos de prevenir los incendios, aprendamos de otras experiencias; negar la realidad pareciera más conducta de necios que de ilustrados ignorantes.  Baste recordar que nuestra reticencia para reconocer la naturaleza y profundidad de los fenómenos sociales, particularmente los económicos y financieros, sigue siendo una tarea pendiente.  Tal como la pasada influenza (FLU-porcina) lo evidenció o el “catarrito” hacendario lo magnificó.

Quiera dios que cambiemos pronto y que los resultados, especialmente por la realización de los prometidos, sean mejor en 2014 de lo que fueron en 2013.

Feliz navidad y mejor año nuevo.

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