Como ciudadanía tendríamos que trabajar en conjunto para evitar un desastre natural de gran magnitud en una ciudad de más de 20 millones de habitantes.
Ciudad de México.- ¿Qué pasaría si nos remontáramos a los antiguos canales de México-Tenochtitlán? Imaginemos ver aquellas trajineras prehispánicas que recorrían cada rincón del Distrito Federal, donde las chinampas florecían y las milpas se asomaban para saludar al Sol cada mañana. Cada temporada de lluvias la antigua capital mexica vuelve a hacer presencia y entre moles de acero y cemento, los canales se hacen visibles y los automóviles pasan a ser canoas.
La naturaleza tiene memoria y nuestra ciudad no es la excepción. Las calles y populosas avenidas de la Ciudad de México pasan a ser parte de la rivera del antiguo Lago de Texcoco. En algunos de nuestros entubados ríos el agua vuelve a correr y en vías como el Viaducto Miguel Alemán, algunos encharcamientos hacen pensar que la avenida emula a un río citadino como los que existen en algunas de las grandes capitales del mundo.
A pesar de lo bueno que sería tener un arroyo, vivo en el D.F. cruzando por el centro de la capital como en los tiempos prehispánicos, para los ciudadanos comunes no sería la mejor opción y es que cada temporada de lluvias parte de nuestra ciudad se inunda, los drenajes se tornan insuficientes y el agua se convierte en un severo caos vial.
En días pasados, las tormentas que azotaron al Distrito Federal rompieron récord de intensidad en 50 años, pasando de entre 75 y 100 milímetros de lluvia y según el director de Fortalecimiento Institucional del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), Miguel Ricardo, las tormentas trajeron el agua equivalente a 3 veces lo que la capital consume por segundo diariamente.
Aquí la cuestión sería preguntarnos: ¿De verdad la ciudad tiene la capacidad para soportar ese tipo de trombas cada año? ¿Existe la posibilidad de una gran inundación?
Creo que tanto gobierno como ciudadanía tendríamos que trabajar en conjunto para evitar un desastre natural de gran magnitud en una ciudad de más de 20 millones de habitantes. Primero evitando tirar basura en las calles y segundo vigilando (y en su caso exigiendo) a las autoridades para que realicen su trabajo cuando de inundaciones se trata.
