El político mexicano, de la popularidad a la grandeza

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Querida Lieserl, termina diciendo Einstein, el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede.

Hace 61años, en Pinceton, Estados Unidos, murió Albert Einstein el científico más conocido y popular de los últimos tiempos.

Einstein murió a los 76 años de edad después de haber pronunciado estas palabras “Quiero irme cuando quiero. Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo haré con elegancia”. En la mesilla de su habitación en el hospital quedaba el borrador del discurso que daría frente a millones de israelíes por el séptimo aniversario de la independencia de Israel que jamás llegaría a pronunciar, y que empezaba así: “Hoy les hablo no como ciudadano estadounidense, ni tampoco como judío, sino como ser humano”.

Hace unos días me topé con una carta que antes de morir el científico hizo llegar a su hija Lieserl.

“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo…Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no ha sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR”.

Es el lenguaje de los grandes, es el mensaje del amor cada día más ausente en nuestro mundo, es un estilo que nos lleva a distinguir entre los hombres la popularidad de la grandeza.

Quizá, siguiendo el pensamiento del científico, cambiaremos la popularidad por la grandeza cuando nuestros líderes o políticos entiendan que el Amor es Luz, porque ilumina a quien lo da y lo recibe; que es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras; que es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.

Más adelante en su carta, Einstein dice que el amor es la gran variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo y continúa “Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Más adelante dice el científico: “Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser siente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Antes de terminar dice “no estamos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta… sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Querida Lieserl, termina diciendo Einstein, el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede. “Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!”.

Albert Einstein y su hija Lieserl.
Albert Einstein y su hija Lieserl.
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