La decisión del electorado británico de que el Reino Unido salga de la Unión Europea, es de la mayor importancia para el futuro y la estabilidad de la economía global. Es el evento político europeo más trascendente desde la caída del Muro de Berlín.
La sorpresa que provocó el resultado del referéndum del jueves 23 de junio y su impacto en los mercados globales, ha sido comentada con amplitud en todo el mundo. La prensa mundial, en particular los medios que tienen repercusión internacional han analizado y comentado esta decisión del pueblo británico, y sus posibles consecuencias económicas y políticas.
Esta torpe decisión le quita a la Unión Europea competitividad global, afecta desde luego el futuro económico del Reino Unido, pone en riesgo su propia existencia frente a la posibilidad de la separación de Escocia e Irlanda del Norte. También pone en una muy merecida crisis al Partido Conservador, que como muchas agrupaciones políticas de derecha, han sido muy tolerantes con el populismo conservador de la ultra derecha.
Para México, el “Brexit” es una mala noticia, pero no sólo por el aspecto económico internacional, en el contexto de la creciente interdependencia que conlleva la globalización; lo es, por las causas que motivaron este voto del rechazo británico a la Unión Europea.
Fue un triunfo de la ultraderecha populista y nacionalista. La campaña del “Brexit” movió profundamente el racismo, la xenofobia y el sentimiento anti-inmigrante, particularmente anti-islámico, que late en amplias capas de la sociedad británica. Esto es, el encendido discurso pro “Brexit”, sostenido en buena medida por los periódicos sensacionalistas y por políticos populistas e histriónicos como Boris Johnson y Nigel Farage, hizo mella entre diversos sectores sociales. Entre ellos, podemos referir a los grupos de trabajadores perdedores en el proceso de la globalización, así como en la gente mayor nostálgica de un pasado remoto que no vivieron pero si idealizaron los mitos del Imperio británico. Buena parte de la gente mayor actuó con un gran egoísmo porque como dicen los jóvenes: “Nos robaron el futuro”.
Lo trascendente para México es que fue un caso de éxito de la demagogia populista construida por la suma de medias verdades y mentiras completas. Es la estrategia electoral de Donald Trump en los Estados Unidos basada en buena medida en los prejuicios que genera el racismo y la xenofobia, aunados al malestar contemporáneo con diversos aspectos de la globalización.
El éxito del “Brexit” en el Reino Unido, le dio impulso a otros partidos y grupos políticos ultraconservadores en Francia y en otros países europeos y uno de los temas que los une es su oposición a la migración. Ante esta situación, cabe preguntarse si estamos frente al principio del fin de la Unión Europea.
El otro caso europeo que no acaba de resolverse es España. A escasos seis meses hubo de realizarse una nueva elección general el domingo 26 de junio. De nuevo, como en la ocasión anterior, ningún partido logró alzarse con el número suficiente de votos para formar gobierno, si bien se abre la posibilidad de una alianza entre el Partido Popular y Ciudadanos, que juntos llegarían a 169 escaños de los 176 requeridos para formar gobierno, o bien otras opciones con diversas combinaciones.
Pero el fenómeno crítico está en que “Podemos”, la formación de izquierda radical, si bien obtuvo una votación menor a la esperada, sigue siendo la tercera fuerza política, apenas un poco más abajo que el PSOE. Esto es, una agrupación política que recoge las secuelas de muchas víctimas del franquismo cuyas heridas no han cerrado, así como las tradiciones de la extrema izquierda española y que estuvo cerca del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela sigue ejerciendo un fuerte atractivo sobre un número importante de votantes en España.
En Europa y en Estados Unidos parecen fortalecerse las opciones de la ultraderecha y en el caso de España la ultraizquierda sigue viva. El punto en común es el rechazo a la situación actual y la pérdida de esperanza en el futuro para amplios sectores de la población. Pero ante la falta de propuestas constructivas, los ultras en ambos extremos del espectro ideológico están ganando espacios. Cuidado.
