Feminismo retrógado

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Las ideologías han hecho mucho daño al arte, pero el feminismo artístico además hace mucho daño a las mujeres. El reduccionista y simplista planteamiento de género en el que sustentan sus ideas acorrala a las mujeres en su cuerpo, para el feminismo igual que para la pornografía y las falocracias, las mujeres somos únicamente un cuerpo y peor: una vagina.

Las obras, como siempre, son de protesta y ésta se hace a través del lenguaje burdo e inmediato de la pornografía: una artista VIP para protestar en contra de las violaciones hace un video donde “le pide a un tipo que la viole”, si hay consenso no hay violación pero para los estándares del arte VIP si ella lo dice así es; otra artista VIP manifiesta su indignación con la relación de “abuso y sumisión” entre el coleccionista y el artista y también hace un video con un “coleccionista que le pagó a ella para tener sexo y grabarlo como parte de una obra de arte”, el comprador se quedó con una copia del video y la otra se exhibió en un museo.

Los dos videos, que son un par de ejemplos de los miles de obras VIP que se hacen de este tipo, utilizan el lenguaje de la pornografía que es justamente un negocio que ha explotado a los seres humanos desde fechas inmemorables. El arte VIP tiene entre sus canonjías ser incongruente y demagogo, las artistas VIP están protegidas por un sistema intelectual que las alienta para convertir en arte su exhibicionismo, les permite cometer el delito, que según ellas, están denunciando.

¿Cosifican, degradan y humillan a la condición femenina para defenderla?

Un colectivo de arte en Londres hizo mil vaginas de papel para “concientizar a las mujeres de que se sientan orgullosas de su cuerpo y no accedan a la mutilación femenina”, en el colmo de la irresponsabilidad otra vez reducen a las mujeres a ser una vagina y además es ella “la que debe concientizarse de su cuerpo” como si fuera una decisión voluntaria, las culpan del horror del que son víctimas.

Esta obra se hace con subvenciones de ONG’s y con desmedida demagogia agregan que no se “trata de atacar ni las costumbres ni las tradiciones de la gente, es para que las mujeres actúen”. En lugar de pedir que ese delito se castigue con prisión, que existan leyes que se apliquen, y que digan abiertamente que hay costumbres y tradiciones que atentan en contra de los derechos humanos y que deben erradicarse, las artistas se limitan a hacer vaginas de papel.

Con la obra quedan bien con los mutiladores, con el Estado y con las ONG’s y suman un rubro en su currículo de “mujeres artistas activistas”. Las niñas que sufren esta mutilación están sometidas en todos los aspectos de su vida, no las dejan estudiar, ni trabajar, las casan con hombres mayores, su problema no se reduce a una parte del cuerpo, involucra a su existencia atrapada en un sistema vejatorio que está por encima de las leyes. Las artistas feministas VIP en su mayoría son un grupo de demagogas cobardes que venden la feminidad en términos más abusivos que la pornografía.

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