En los últimos meses se ha comenzado a identificar a la Zona Euro (ZE), con la ingeniosa expresión ”ni-ni”, identificándola con sus resultados económicos de “ni recuperación, ni empleo”. Tales resultados han sido previstos y comentados hace un buen tiempo en este medio; desde la instrumentación de las políticas definidas para el rescate de Grecia en 2011, hasta recientemente por el riesgo deflacionario que enfrenta la economía europea. Especialmente se han puesto en evidencia los logros de la economía de Estados Unidos y los de la ZE, que quedan en un amplio rezago en materia de producción y empleo.
Aun cuando los prospectos de crecimiento 2014-15 para la ZE por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) resultan relativamente halagüeños, ellos se inscriben en medio de la preocupación de una baja inflación, que hace temer el riesgo de una deflación (WORLD ECONOMIC OUTLOOK, Recovery Strengthening, but Requires Stronger Policy Effort, IMF Survey, April 8, 2014). Por ello se espera que, una vez más y con evidente retraso, el Banco Central Europeo (BCE) siga los pasos de USA de una “política monetaria no convencional”, que le permita inyectar liquidez a los mercados. Sorprendentemente, la Reserva Federal (FED) va en franca retirada de tal política, en su expresión de cuantitativa (QE), que le ha permitido sostener el crecimiento y mejorado relativamente el empleo; retirada que podría afectar la recuperación de la ZE por el probable aumento de las tasas de interés.
Después de haberse experimentado una relativa desaceleración de la economía mundial en 2013, las proyecciones del FMI internacional son, en general, de franca recuperación para 2014 y 2015, con tasas de crecimiento de 3.6 y 3.9 % respectivamente. Esperándose también en USA un buen desempeño, al estimarse, para los años indicados, tasas de 2.8 y 2.9 % y para la ZE de 1.2 y 1.5%, habiendo experimentado en 2013 una contracción del -0.5%. Se estima que Alemania crecerá en 2015 prácticamente lo mismo que en 2014, 1.7% y 1.6%, correspondientemente. Se espera que Italia y España dejen el territorio del decrecimiento y en 2014 y 2015 estén creciendo al menos en 1%. Como simple preocupación doméstica, para México se prevé un crecimiento de 3% en 2014 y de 3.5% en 2015, porcentajes menos optimistas de los manifestados por las autoridades nacionales, tal como lo han señalado diversas instituciones financieras y analistas.
Sin pretender echar a perder la fiesta y las buenas noticias, el pronóstico puntual y agregado del comportamiento esperado de la ZE y de las economías nacionales que la integran puede minimizar la grave experiencia sufrida en materia de producción y empleo. Tal consideración se hace pertinente por la preocupación de la baja inflación y la posible política monetaria no convencional que se espera se aplique en la ZE.
Así, entre 2007 y 2013 el decrecimiento acumulado de la ZE fue de -1.8% y el de la Unión Europea (UE) -1%; porcentajes que por sí solos no parecen graves (El País, domingo 6 de abril de 2014). Bajo el principio de que la ZE incluye únicamente a los países adheridos al EURO, es entendible su decrecimiento mayor al de la UE, al reflejar el impacto adverso de la crisis sobre ciertos países miembros.
En efecto, la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en algunos países de la ZE, entre 2007 y 2013 resulta dramática. En Grecia el PIB se redujo en 23.3%, Italia 8.6%, Portugal 7.1%, Irlanda 7% y España 6%. En un agudo contraste, Alemania creció en su PIB 4.2% y Polonia 19.8%. De esta manera, la crisis en la ZE tuvo grandes perdedores, pero también relativamente pocos ganadores.
Para nuestra cultura parroquial puede costar trabajo imaginarnos las graves consecuencias de la crisis en países como Grecia, que han visto perder en seis años varios lustros de progresos y que enfrentarán al menos 20 años de sacrificio social hacia el futuro para resarcirse de las consecuencias de la crisis. También puede sorprender que países como Italia e Irlanda hayan enfrentado mayores contracciones en el PIB que la misma España y que su impacto sobre el empleo haya sido tan contrastante.
El desempleo en la ZE creció de 7.6% a 12.2% entre 2007 y 2013. En tanto en la UE se incrementó de 7.2% a 11.2%. Grecia pasó de 8.3% en 2007 a 27%. En España también aumentó de 8.3% a 26.6%, con una fuerte semejanza a lo experimentado por Grecia. En ambos países el desempleo aumentó tres veces, es decir aumentó más del 300%. En general, en casi todos los países de la ZE el desempleo aumentó. Pero la divergencia total se dio con Alemania, que vio disminuir su tasa de desempleo de 8.7% a 5.4%, en un ambiente de mayor productividad y de un incremento sustancial de sus exportaciones.
Indiscutiblemente, el efecto del comportamiento del PIB sobre el empleo difirió, tanto por la condición económica de cada país en el conjunto de la ZE, como por el costo fiscal que los programas de ajuste implicó para cada país. Por ejemplo, es sabido que en España los “proyectos públicos privados” obligaron al rescate gubernamental de carreteras y otras concesiones de servicios públicos proporcionados por el sector privado, tal como sucedió en México. Hecho que hizo que la deuda pública se disparara, reduciendo los presupuestos y obligando a una contracción de los servicios sociales y a una fuerte devaluación interna. Esta afectó a la baja los salarios y las pensiones, a la par que se aumentaron los impuestos, particularmente al consumo.
La pérdida de PIB y el aumento del desempleo de 2007 al 2013 en la ZE, y en la UE; según el FMI, se ha detenido este año y 2015 se antoja bastante promisorio. Ante este panorama, sin embargo, se teme que una deflación o bajos precios puedan afectar la recuperación. Así, el Fondo ha señalado el peligro de baja inflación, especialmente en la ZE, que en sus expectativas induzca a posponer la demanda y la inversión. Lo que haría hacer declinar la producción, afectando el empleo. Esta preocupación no es nueva, pero los datos recientes ponen de manifiesto tal riesgo.
En la ZE se espera que la inflación en marzo haya sido 0.5%, después de que en febrero alcanzó 0.7%, habiendo sido la subida de precios más baja desde 2009. En sus componentes, se espera que los servicios hayan alcanzado la tasa anualizada más alta de 1.1%, seguida por los alimentos con 1%, bienes industriales no de energía 0.3% y energía con una franca reducción de -2.3%, habiendo alcanzado en febrero -2.5% (Tabla 1). En todos los casos se observó una caída en el promedio de precios.
Llama la atención el que los precios de la energía sigan cayendo, pero ello es resultado probablemente de la reducción de la demanda externa de energéticos por parte de USA y el regreso de Irán al mercado internacional. Ante el entorno internacional generado por Rusia, es posible que los precios de la energía aumenten, especialmente el gas, al menos para hacer inventarios, en tanto éste país normaliza sus relaciones con USA y la UE.
Ante esta situación de desaceleración de los precios en la ZE, Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI, instó a Mario Draghi, Presidente del BCE, a “actuar contra la baja inflación para poder crecer más”, dado que la recuperación puede frenarse si los precios siguen cayendo (El País, jueves 3 de abril de 2014). Tal llamado es totalmente justificable, al tener en cuenta que el objetivo de inflación de la UE establecido en 2003 fue de 2%.
Siendo el mandato del BCE la estabilidad de precios, es claro que 0.5% de inflación es sobradamente inferior al 2% de incremento en precios establecido como referencia. Por lo que el BCE debería estabilizar los precios, so pena de crear una deflación, que ya ha tocado las puertas de España cuyos precios se estima cayeron en marzo en -0.2%. Compromiso que Draghi expresamente asumió en enero, con un posible relajamiento de la política monetaria.
La prevención de la deflación no puede ser hecha con una menor tasa de interés, toda vez que esta es prácticamente cero, como le sucedió a la FED. Por lo que el recetario convencional de bajar la tasa de interés se juzga agotado, quedándole al BCE sólo asumir una “política monetaria no convencional”, como la seguida por USA. La política de la FED se inició inyectando liquidez al mercado cada mes por $85 mil millones de dólares con la compra directa de bonos; inyección que fue retirando conforme se recuperó el empleo, hasta llegar a $55 mil millones de dólares mensuales, esperándose que se termine en el mes de octubre (Bloomberg Businessweek, abril 4 2014). Tal inyección de liquidez no ha generado inflación, contra todos los pronósticos económicos convencionales.
Así, Draghi finalmente anunció ante la presión “medidas no convencionales” (El País viernes 4 de 2014), buscando un acuerdo de unanimidad en el seno de la ZE, reto que no parece nada fácil. El banquero central declaró que se actuará frente a los riesgos. Por lo que la posible compra de bonos parece ser una medida que lleva tiempo siendo estudiada por el BCE, aunque para algunos analistas parece llegar un poco tarde, frente a la perspectiva de un largo periodo de bajos precios.
Es claro que aún falta mucho para establecer la facilidad cuantitativa (QE) de dinero que podrá ser inyectada con la compra de bonos (Financial Times, Thursday April 10, 2014, World News), por lo que es probable que los tiempos largos de instrumentación de las medidas de la ZE una vez más se hagan presentes. El simple anuncio de una posible acción monetaria no puede dar resultado alguno, toda vez que los precios se mueven todos los días y se reportan cada mes. Por lo que el tiempo es oro, para atacar el riesgo de la deflación. Sin por ello dejar de pensar, que la inyección per se implica riesgos.
La liquidez inyectada por USA fluyó relativamente hacia los mercados emergentes, ante el diferencial de tasas, apreciando las monedas locales y desalentando las exportaciones. Por lo que la acción de política monetaria no convencional ha sido fuertemente crítica por países como Brasil. Al mismo tiempo, ha desatado la preocupación de una salida abrupta de capitales de los países emergentes, como México, temiéndose con ello una inestabilidad económica y financiera. Este riesgo pareciera bajo control, por los efectos observados después de tres rondas de reducción de $10 mil millones de dólares, cada una.
Con la probable inyección de liquidez del BCE podrían, una vez más, fluir recursos a los países emergentes, presionando al alza los tipos de cambio de sus monedas. Situación que favorecería las exportaciones europeas, pero podría generar una guerra de divisas, en las que el dólar podría jugar un rol importante. Nuevos retos a los que México debería acomodar estratégicamente sus políticas. Solo el tiempo develará el futuro y los logros económicos que serán alcanzados.