Abusan en nombre del arte

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El arte contemporáneo VIP, como parte de su tradicional demagogia e incongruencia, se satura de buenas intenciones y al mismo tiempo abusa de los animales, justificando su crueldad con teoría, discursos y referencias sociales y medioambientales.

 

La degradación social comienza por la degradación individual. Perderse el respeto a sí mismo se continúa en los que nos rodean, hasta que establecemos una cadena de abusos cada vez más graves. Esto sucede con los animales, pareciera que no podemos entender que los seres humanos somos animales y que no tenemos derecho a maltratar, humillar, torturar o ridiculizar a un animal. Simplemente no tenemos ese poder, no somos superiores y compartimos nuestra circunstancia con el resto de los animales.

El arte contemporáneo VIP, como parte de su tradicional demagogia e incongruencia, se satura de buenas intenciones y al mismo tiempo abusa de los animales y lo peor de todo es que justifica su crueldad con teoría, discursos y referencias sociales y medioambientales.

El Aspen Art Museum está exhibiendo una instalación del artista chino Cai Guo-Qiang conocido por sus dibujos hechos con explosiones de pólvora. En esta obra, Moving Ghost Town, puso a tres tortugas africanas Sulcatas en un área del exterior del museo y cada una porta sobre su caparazón dos iPad que muestran un video que supuestamente ellas filmaron. Estas tabletas cuentan con el equipo necesario para permanecer fijadas y con una batería extra, es decir, las tortugas tienen encima un objeto pesado y molesto.

Según el artista y el museo es el punto de vista de la tortuga en vivo y en la proyección. Obligar a un animal a hacer algo no es arte y es horrible que un ser cargue un peso para el que no está acostumbrado, que no se pueda separar de ese fardo y que además sea motivo de exhibición.

En el museo hay un gran texto justificando esta crueldad, dicen que no pueden ejercer como censores, lo que no dicen es que la persona que no evita un abuso y al contrario, lo alienta, es cómplice de él. El Aspen Art Museum y Cai Guo-Qiang están cometiendo un acto de explotación y crueldad y no lo aceptan porque le llaman arte y en su concepto el arte tiene permiso de ir en contra de la ética, y de los más elementales valores.

Estas tortugas se caracterizan por su gran tamaño, la belleza de su caparazón y su buen carácter, esas virtudes las utilizan para humillarlas, es evidente que por su constitución están imposibilitadas para liberarse de esa carga, que no pueden ni ver lo que llevan encima, eso hace más ominoso el acto del museo y el supuesto artista.

Cuando se les ocurren estas horrendas cosas deberían ejercer una de las funciones de la conciencia que es ponerse en el lugar del otro, y ver cómo se sentirían el artista, el curador y los directivos del museo si alguien los obligara a llevar atado en la espalda o en la cabeza un monitor grande y que no pudieran quitárselo, y que además fueran exhibidos con eso durante tres meses. El empresario Andy Sabin, que es donante del museo y es miembro del Turtle Conservancy  ya se quejó de esta atrocidad. El museo, por supuesto, no retiró la obra. Además de la crueldad, la prepotencia. Así el arte contemporáneo VIP.

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Boris Tabaré Ayala Gándara

Si se trata de recabar argumentos manipuladores contra el objeto se sus prejuicios, Avelina no se detiene ante nada. Ni siquiera descarta el absurdo exceso de pretender identificar la crueldad hacia los animales como algo propio de los practicantes de las artes no tradicionales. ¿Qué relación necesaria hay entre el uso del pincel y el lienzo, con el respeto a la vida animal, y el uso del video o la instalación con el trato infame hacia perros o tortugas? Por supuesto que ninguno, pero ello no es obstáculo para la difamación de Avelina al generalizar las infamias que un par de “artistas” han cometido, al cúmulo de aquellos que optan por algo distinto a los medios artísticos habituales.
Pudo citar aún casos como los de Hermann Nitzch y sus sacrificios de animales en sus espectáculos rituales…o, ¿por qué no, si de absurdos se trata, llamar “performances” a las corridas de toros, o, denominar “video arte” a las ejecuciones de los narcos en la red? Le regalo a Lésper esos dos “argumentos” más a su lista de motivos para odiar a su “estilo VIP”.
Yo soy vegetariano desde hace décadas, por motivos éticos, y fui voluntario de la Liga Defensora de Animales de Lago Saima; he rescatado 20 perros de la vía pública…pero, no deja de serme interesante, además de la pintura figurativa de antaño, los videos de Viola, los performances de Mendieta o las instalaciones de Maler…”¿Pero qué tiene que ver una cosa con otra?” peguntará cualquier persona razonable: “No sé…pregúntenle a Avelina”, respoderé yo.

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