Avaricia o la Ley de Videgaray

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Ciudad de México.- La Secretaría de Hacienda criminalizó la compra-venta de arte y con este juicio abusivo está acabando con el mercado. Las obras de arte son para el señor Luis Videgaray “actividad vulnerable de lavado de dinero”. La ley Videgaray es más restrictiva que la aplicada en los coffee shops europeos que venden mariguana y similar a la de las tiendas de armas en Estados Unidos: En cada transacción los galeristas deberán pedir identificaciones y RFC al cliente que adquiera obras de arte, reportar a Hacienda un registro de clientes, quiénes son, qué ocupación tienen y qué les vendieron, y además, no aceptar dinero en efectivo en las transacciones.

La ley Videgaray lejos de resolver un problema está creando otro más grave: está dejando a miles de artistas y galeristas sin mercado y obliga a los galeristas a que se conviertan en delatores de Hacienda. A un año de su imposición las ventas del arte en México han bajado más del 30 por ciento, al contrario del resto del mundo que siguen subiendo. La ley Videgaray convierte a la creación artística en una actividad incitadora del delito, porque el que hace y vende una obra ahora es sospechoso de complicidad para lavar dinero.

La ley Videgaray está acabando con las ventas porque persigue a los compradores al exigirles documentación sensible pretendiendo que comprar arte es tentativa de crimen. La ley Videgaray con su resolución proscribe la creación artística, el mecenazgo, la donación de obras, la venta y promoción del arte. En términos reales el arte es una actividad minoritaria, en comparación existen menos galerías que casinos virtuales y físicos, que manejan cantidades de dinero superiores a las galerías.

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En el arte es mayor la oferta que la demanda, hay más artistas que compradores, los canales de venta son pocos y con esto lo serán aun más. La ley Videgaray no toma en cuenta que el mercado del arte en México es muy pequeño, que ni lejanamente alcanza los precios que hay en Estados Unidos y Europa, si los narcos compraran arte nuestro mercado figuraría a nivel mundial, los artistas mexicanos estarían sobre cotizados y no es así. Perseguir el mercado del arte es absurdo en un país en el que el comercio informal, los dueños de las aceras de todos los estados de la república, manejan sólo dinero en efectivo y en cantidades incalculables, evidentemente son intocables porque son votantes y masa de manifestación.

La ley Videgaray viola el derecho primordial que tiene cualquier persona de ganarse la vida con su trabajo. La ley Videgaray pone al Estado como el único comprador y mecenas autorizado, deja en la indefensión económica a los artistas, los orilla a depender del sistema gubernamental de becas, que además de paternalista es insuficiente, y se vislumbra como la única opción estable de manutención. Los artistas y galeristas ya pagan impuestos, existe el pago en especie ¿para qué los obligan a vigilar a sus compradores? Lo más grave de la ley Videgaray es que estigmatiza al arte que es parte medular de nuestra cultura y que en este momento histórico es un factor esencial para restaurar el tejido social.

La ley Videgaray no está apoyando con deducciones de impuestos a la creación y la promoción del arte, en lugar de eso juzga a priori e injustamente las equipara con el crimen organizado. La ley Videgaray está obligando a los compradores a abandonar el mercado nacional y viajar al extranjero a adquirir arte, en galerías en las que no los hagan sentir que están cometiendo una violación legal. Los artistas también tendrán que emigrar a un país en el que su actividad no sea perseguida y puedan tener un trato digno con un comprador.

La ley Videgaray no ve la realidad: las adquisiciones más dañinas del dinero del narco son las armas y los funcionarios públicos. La ley Videgaray no va a detener el lavado porque éste ya tiene canales más funcionales para el flujo de efectivo, y en cambio está acabando con la única fuente de ingresos de los artistas. Para detener las consecuencias artísticas, culturales y económicas de la Ley Videgaray, el camino es que la comunidad artística ponga un recurso ante la Suprema Corte, o que Hacienda rectifique antes dañar definitivamente al mercado nacional de arte.

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