Reflexiones

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Me parece que es momento de retomar la seriedad que merece el tiempo que vivimos, para mejorar la oferta de los toros en tiempos modernos.

Ciudad de México.- Pensando en el futuro del toreo, es importante que quienes inviertan en su mantenimiento y difusión (que habría que agradecerlo, por qué financieramente hablando, no parece ser un negocio rentable en el corto, mediano y largo plazos) tengan la claridad de que preservar la sabiduría convencional en todos los aspectos que rodean a un espectáculo tan cuestionado y cuyo nivel de popularidad ha decaído notoriamente, no será la estrategia adecuada.

Para dar una idea en la última encuesta de Mitofsky del porcentaje de mexicanos que les gusta ver, jugar o estar enterados de: el toreo ha disminuido de 2013 a 2015 de 21.5 por ciento a 13.2 por ciento; esto es cerca de diez puntos, lo cual se refleja en muchas plazas de toros con un volumen de espectadores más bajo con relación a años pasados.

Cada uno tiene su explicación de la caída en las entradas; algunos lo atribuyen a los carteles poco atractivos o a la contratación o no, de determinados diestros, de los cuales José Tomás es el único capaz de arrasar con la taquilla en dónde se pare a torear, aunque actúa a cuenta gotas.

Entre los demás en México de España, despuntan Pablo Hermoso de Mendoza y “El Juli”, el resto, cada quién tiene su caché, pero por ejemplo, cuando se trató de un evento especial como lo fue la encerrona de “El Zotoluco” en la pasada temporada grande en La México, se registró una muy buena entrada. Esto es, se tiene que rodear de un aroma distinto cada festejo, no es posible ya cobijarlo bajo el rubro de una temporada larga, uno por uno. Otros a la pírrica presencia de muchos de los astados que se lidian en nuestras plazas o su comportamiento light.

En Aguascalientes el anuncio de la reaparición de José Tomás el dos de mayo, sin conocerse los toros y el cartel completo, ha producido gran expectativa. Todos queremos estar en esa bellísima ciudad para un evento que se presagia inolvidable y rodeado por el misterio a varios meses de que ocurra.

Tenemos que crear una oferta creíble de toros y de toreros para que acontezca. Si se anuncia un evento y se presenta un encierro “furris” en trapío y comportamiento, lo que se produce es irritación de los consuetudinarios que contagian a los ocasionales, para que no regresen adónde en vez de liebre les dieron gato.

Si los toreros no lo entienden a ver en que se van a ocupar en el futuro, las figuras se llevan el bacalao, pero cada vez más a regañadientes de los que invierten y que tienen que complacer en sus peticiones de encierros light a los que por lo general no son capaces de abarrotar los tendidos y que en Europa lidian por menores honorarios, encierros serios de catadura, ¿por qué en México no lo hacen igual?

En realidad, no disponemos de una visión global y sistemática del problema, con lo cual los árboles no nos dejan ver el bosque. Quizá porque los responsables del toreo no quieran contemplar el dibujo que resulta si unimos todos los puntos concretos de la seriedad del toro y del torero.

La realidad es que un puñado de aficionados con cariño a la fiesta, siguen poniendo de su bolsa para que no se muera el toreo y a la larga, aparte de injusto es riesgoso, pues en un momento dado se cansarán de hacerlo y tirarán el arpa de lo que cuesta; no es reconocido y financieramente hablando, es un estropicio.

Obviamente, la devastadora crisis económica ha percutido muchos rubros en el país, en los toros más. Pero no todo lo malo que ha sucedido en este campo puede atribuirse a la escasez de fondos. En ciertos aspectos hay, más bien, desinterés, falta de finura, cuando no, directamente, planteamientos anacrónicos nacidos de la costumbre. Cuando se trata de toros, que no lo parecen, se afirma por los organizadores “es un encierro para figuras”. Diría aquel: “cuáles”, si no son capaces de abarrotar las plazas como lo hacía, por ejemplo, Manolo Martínez.

Me parece que es momento de retomar la seriedad que merece el tiempo que vivimos, para mejorar la oferta de los toros en tiempos modernos, pues de otra manera será sólo una aspirina para la grave crisis de desapego que sufre uno de los espectáculos más tradicionales de México, francamente en plena caída y sin que se decidan a cambiar para frenarla, los que dicen que la aman intensamente.

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