Esta obra de teatro, tan real y sin concesiones, nos hace ver uno de nuestros peores miedos: el amor inicia con una ilusión y termina con la muerte.
No hay nada más violento que la experiencia teatral porque el cerebro no logra distinguir entre la realidad y la ficción. En otros medios, como la televisión y el cine, todo es “seguro” porque la pantalla rectifica la percepción y vemos la historia como una posibilidad lejana. El teatro es un juego de peligro porque no hay mediación: todo es en directo, sin concesiones. Se “siente” muy real.
En Clausura del Amor llegan al escenario Arcelia Ramírez que interpreta a Arcelia y Antón Araiza a Antón. El nombre del personaje no es diferente al de la vida real. No hay concesiones en este juego. En la primera escena, vemos a Antón con una voz rasposa y los músculos contraídos; se presume una carga pesadísima sobre sus hombros. Se escuchan groserías, frases propias del coraje e ideas con poca conexión entre sí. Al primer minuto, descubrimos su tragedia: está terminando su relación amorosa.
Desde la butaca vemos al rompimiento como algo parecido a morir. Es amputar una pierna, un brazo, una mano. Vivimos en tiempos donde existe la creencia que la separación no vale la pena sufrirla: las personas se van porque la vida así es y no podemos luchar contra sus leyes. Pero al ver a Antón no podemos sino contradecir ese gran mito de la “facilidad” de la despedida: cómo separarnos de alguien a quien alguna vez dijimos “te amo”.
¿Existe algún protocolo para decir “adiós”? ¿Sería motivo de alegría o tristeza? Antón se regocija en lanzar insultos sutiles a Arcelia; sus argumentos tratan de justificar los errores de su historia pero ninguno de ellos es capaz de aclararle al público la razón del finiquito de la relación. Para este hombre, dejar a la mujer implica hacer una repartición de todos los bienes acumulados al estar juntos: desmantelar la casa, tratar de borrar el pasado y tener un nuevo comienzo.
Durante más de treinta minutos, vemos a este personaje llenarse la boca de valentía para enfrentar la separación hasta que Arcelia lo calla. Ella se presenta ante el público después de estar en silencio para escuchar cualquier tipo de ocurrencias del fracaso y la autocompasión; el impacto de las palabras la hace reaccionar para defender lo suyo y evitar el saqueo. Decide pelear, planear una estrategia de guerra y lanzar misiles poderosos para destruir la incipiente historia escrita por Antón.
Con las palabras de Arcelia vemos al amor como un juego cruel de percepciones: la compañía se confundía con asfixia, la generosidad con autosacrificio, la verdad con mentira. En esta historia contada a dos voces vemos la destrucción como el final de la pareja; la despedida es dolorosa porque las heridas del pasado no sanan.
Para Arcelia, la frustración llega cuando recibes nada a cambio de entregarte al otro. No hay obligaciones reales con la pareja; sólo podemos confiar en su palabra y, tal vez, sorprendernos con sus actos. ¿Qué tanto el amor es una invención personal? ¿Qué tanto es una realidad vivida por dos personas? ¿Dónde empieza el egoísmo y la posesión? ¿Cuándo las ganas de amar se vuelven terriblemente demandantes para el otro?
Clausura del Amor acaba con el mito de la pareja y deja al público con un sinfín de interrogantes que la cultura se empeña en evadir. Arcelia y Antón dejan el escenario contaminado por el dolor; la tragedia de la separación empieza cuando se siente el vacío y la costumbre se vuelve un recuerdo. Esta obra de teatro, tan real y sin concesiones, nos hace ver uno de nuestros peores miedos: el amor inicia con una ilusión y termina con la muerte.
****
“Clausura del Amor”
De: Pascal Rambert
Traducción: Humberto Pérez Mortera
Dirección: Hugo Arrevillaga
Teatro Julio Prieto (Eje 4 Sur Xola 809 esquina Nicolás San Juan, Colonia del Valle)
Jueves y viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.
Twitter: @pezdeoro1972