En los primeros días del mes de julio se inauguró José Luis Cuevas y su colección a 25 años, en el museo que lleva el nombre del artista mexicano. La muestra coincidió con el fallecimiento del controvertido artista plástico. Su partida nos recuerda una serie de acciones que marcaron el mundo del arte contemporáneo nacional.
Como en el caso de las vanguardias, un grupo de jóvenes en México –emulando el ejemplo de los europeos a inicios del siglo XX–, se reunieron para “romper” con el estilo pictórico predominante en el país en ese momento: el Muralismo. Se les conoce como la “Generación de la Ruptura” y su constante fue la búsqueda de nuevos materiales a partir de un lenguaje común: la abstracción.
Cuevas, Lilia Carrillo, Manuel Felguérez y Vicente Rojo –los dos últimos, todavía activos–, sentaron las bases de nuevos caminos en el ámbito de la plástica. Cada uno desde su propio estilo, pero siempre bajo la consigna de dejar atrás lo considerado como “nacional”, es decir, la representación de un mundo indígena que contrastaba con el llamado mundo moderno.
José Luis Cuevas escribió un manifiesto que tituló “La cortina del nopal” (en clara referencia al carácter nacionalista de los muralistas encabezados por Diego Rivera). Se compuso de una serie de artículos publicados entre 1958 y 1959, en México en la Cultura, suplemento del periódico Novedades que se ha convertido en un clásico del periodismo cultural no sólo por su contenido sino por su diseño editorial.
La primera obra que inauguró el movimiento fue el Mural efímero, de 1967, una especie de acción perfomativa que consistió en exhibir su obra en un espectacular de un edificio de la Zona Rosa de la Ciudad de México (en ese entonces, lugar preferido de varios intelectuales mexicanos). Sin duda, fue de grandes dimensiones –como las obras de los muralistas– pero efímero porque sólo duraría un mes –el mes de renta del pago del anuncio. La expectación fue grande. Muestra de ello fue un pequeño corto que se filmó sobre el acontecimiento:
Recuperado en el Canal de YouTube de la cineasta Ximena Cuevas, hija del artista. 1967.
La obra plástica de Cuevas comprende pintura y escultura. Todas bajo un mismo estilo: el Neofigurativismo o Nueva figuración, cuya característica esencial es la distorsión de las imágenes, sobre todo la figura humana, como reflejo de la ansiedad, el dolor, el paso de la edad y la muerte. En la pintura, incursionó en varias técnicas: óleo, litografía, collage, pero siempre el dibujo como medio para expresar sus “inauditas formas deformes” –en palabras del filósofo Gadamer para explicar el arte actual y que por supuesto aplica para Cuevas–. En escultura, su material preferido fue el bronce. En nuestra memoria estará siempre presente La Giganta, que se alza majestuosa en el patio central del Museo José Luis Cuevas.
Este lugar fue destinado, en 1994, para albergar la obra que coleccionó el artista a lo largo de su vida. Es con motivo de los 25 años de su donación al pueblo de México, que se abrió la muestra, de la mano de la noticia de su fallecimiento y que ahora sirve de homenaje a su larga trayectoria.
La exposición nos brinda la oportunidad de adentrarnos al gusto del mismo Cuevas. Un recorrido de las propuestas plásticas de varios artistas que modificaron el rumbo del arte contemporáneo latinoamericano desde la década de 1970. También se exhiben varios retratos que le hicieron tanto a él como a Bertha Cuevas. Son magníficos los que hicieron autores como Vlady, Jazzamoart y sobre todo Arturo Rivera.
En el mundo de la música mexicana contemporánea, también hubo un compositor, que buscó romper con la música de corte nacionalista –que acompañó muy bien a los muralistas–. Como Cuevas en la pintura, Manuel Enríquez incorporó a la escena musical, nuevas sonoridades y un lenguaje musical distinto al predominante en ese momento. El también violinista, realizó una extensa labor educativa y de difusión musical. Instituyó, en 1978, el Foro Internacional de Música Nueva, espacio que se convirtió en referencia de las novedosas formas musicales predominantes en esa década. Hoy sigue siendo uno de los principales festivales para escuchar música contemporánea y como homenaje, se le agregó su nombre.
Así como José Luis Cuevas incorporó nuevas formas plásticas, Manuel Enríquez lo hizo con las formas musicales. Escuchemos una breve cápsula con una de sus obras.
“Manuel Enríquez (1926-1994)”, como parte del ciclo de “Cápsulas. Autores y compositores de México”. Instituto Nacional de Bellas Artes.
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José Luis Cuevas y su colección a 25 años
Museo José Luis Cuevas (Academia #13, Col. Centro Histórico, Ciudad de México).
Abierto de martes a domingo, de 10 a 18 hrs.
Entrada general, $20. Maestros y estudiantes con credencial y afiliados al INAPAM, $10.
Domingos, ENTRADA LIBRE.