El mínimo de línea y el máximo de expresividad.
Octavio Paz sobre José Guadalupe Posada.
(Citado por Miguel Ángel Morales en
Diseño Gráfico en México. 100 años).
José Guadalupe Posada fue un grabador mexicano que vivió numerosas vicisitudes a lo largo de su vida. Nacido en Aguascalientes a mediados del siglo XIX, falleció en los albores del México posrevolucionario en enero de 1913, un mes antes de la llamada Decena Trágica, cruento episodio de la historia de México marcado por el fusilamiento de Francisco I. Madero.
Sin duda, José Guadalupe Posada es un referente en México. Siendo adolescente, comenzó a trabajar en un taller litográfico e inició sus primeros trabajos como dibujante, siempre bajo un matiz de crítica social derivado de las condiciones de pobreza que sufrió en su infancia. Poco después radica en León, Guanajuato, y hacia 1888 se establece en la Ciudad de México.
La importancia de Posada va de la mano de otro grabador, Manuel Manilla y del impresor Antonio Vanegas Arroyo. El papel de editor (como hoy lo denominaríamos) de Vanegas junto con la labor de estos dos excelentes dibujantes, perfiló una serie de ilustraciones que van a ser de influencia preponderante en otros trabajos, no sólo caricaturistas o ilustradores de folletos, hojas sueltas, cuadernillos, periódicos y revistas, sino del muralismo mexicano en pleno.
Posada convirtió variadas y muchas veces, desgarradoras escenas de la vida política, social, económica, cultural y sobre todo cotidiana, en obras que reflejan espléndidas soluciones en cuanto a recursos técnicos y artísticos, no sólo a través del dibujo y el grabado sino mostrando un universo de estereotipos, cánones o modelos que reflejaron el sentir de toda una época; no sólo la decadencia social del periodo de gobierno de Porfirio Díaz sino a su vez, la esperanza de un cambio a partir de la Revolución.
Una de las innovaciones que Posada realiza es hacer resurgir el grabado como una opción ante la proliferación de impresiones litográficas; se constituye como el gran restaurador de la labor del grabado en su época. En términos de representación, fue un artista que siempre supo resolver una serie de problemas gráficos a través de significativas ilustraciones. Fue un estratega del diseño. Sus mensajes fueron siempre más allá y no se limitaron a la admiración propia de un simple dibujo o una representación graciosa de una calavera. Representó argumentaciones que incluso hoy, siguen estando vigentes.
Recordemos que uno de los lemas del movimiento de la Revolución Mexicana fue “Tierra y Libertad”. Ricardo Flores Magón, autor de esa conocida frase, se refería a ella como una manera de hacer notar la gran desigualdad existente entre ricos y pobres. El trabajo de Posada influyó de forma notable, en la configuración de ese panorama de lucha social. Las representaciones en sus grabados, en los que tanto ricos como pobres, todos caracterizados como calaveras (“muertos en vida”), son reflejo de relaciones de sometimiento, disputa y desdén, y provocaron una identificación en varios sentidos: a favor o en contra. Sin duda, esto contribuyó a desarrollar una conciencia social, que fue la base para no solo la caída de Díaz sino de impulso a las huestes revolucionarias.
La manera en que sus grabados, plasmados en múltiples hojas sueltas, que eran repartidas por las distintas calles de la ciudad además de ser pegadas en las paredes o a través de pasquines anónimos (si bien, todo el mundo reconocía sus ilustraciones), constituyeron otro medio de lucha para denunciar la desigualdad en ese periodo.
A la muerte de Posada, sus dibujos entraron en cierto olvido. Es Diego Rivera quien recupera parte de su obra, sobre todo la hoja suelta donde se publicó por primera vez “La calavera garbancera” (posterior a la muerte del grabador), y que fue acompañada en un texto que refleja distintos comportamientos sociales, sobre todo femeninos.
Rivera plasma la imagen en uno de sus murales y la nombra “La calavera catrina”. El Diccionario de la Academia Española nos dice que catrín/catrina se refiere a una persona “bien vestida, engalanada”. Sobre todo, durante la segunda mitad del siglo XIX, se acostumbró a nombrar así, de forma despectiva, a miembros de la elite dominante pero también a personas que, sin pertenecer al grupo dominante, aparentaban la procedencia de cierta estirpe. Posada le llamó “garbancera”, por vender garbanzos (que provenían del Mediterráneo) y que, por tanto, de forma sarcástica, les otorgaba cierto matiz europeo por el origen de la semilla.
Hoy podemos apreciar “La Catrina” en muchas partes. Donde quedó inmortalizada –más allá de la hoja suelta que era pegada en las paredes de las calles, haciéndola un impreso efímero para la época– fue en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda central” de 1947 (actualmente en el Museo-Mural Diego Rivera en la misma Alameda).
Hoy todos la mencionamos como “La Catrina” y en un fenómeno social, muy reciente, se ha convertido en uno de los ejes de las festividades del Día de Muertos, situación que ni Posada ni Rivera contemplaron. Se ha perdido el sentido de denuncia social para convertirse en una diversión para la gente. No perdamos el trasfondo. Recordemos la muerte, sí, pero para celebrar la vida sin dejar de observar nuestro entorno para fomentar nuestra conciencia social, que tanta falta nos hace en estos momentos.
Veamos una pequeña nota informativa que se realizó con motivo de la exposición “Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana”, realizada por el Instituto de México en España en 2015, a cargo de Agustín Sánchez González, uno de los especialistas en la caricatura del periodo:
“Posada. Fantasías, calaveras y vida cotidiana”. Nota informativa de “Hoy es arte”. Instituto de México en España en 2015. Agustín Sánchez González, comisario de la exposición.
Y si queremos ir más allá, visitemos el Museo-Mural Diego Rivera: Avenida Balderas, esquina Colón, s/n. Lado poniente de la Alameda. Centro histórico de la Ciudad de México.
Martes a domingo, de 10 a 18 hrs. Boleto general, 30 pesos.
Entrada libre para estudiantes y profesores con credencial vigente y adultos mayores con credencial INAPAM. Domingos, entrada libre. La visita guiada tiene un costo de 20 pesos (se las recomiendo).
Nada que ver con el discurso políticio, ni con la lucha social como señala “El trabajo de Posada influyó de forma notable, en la configuración de ese panorama de lucha social. Las representaciones en sus grabados, en los que tanto ricos como pobres, todos caracterizados como calaveras (“muertos en vida”), son reflejo de relaciones de sometimiento, disputa y desdén, y provocaron una identificación en varios sentidos: a favor o en contra. Sin duda, esto contribuyó a desarrollar una conciencia social, que fue la base para no solo la caída de Díaz sino de impulso a las huestes revolucionarias”. Hay inclusive muchos grabados a favor de Díaz, creo que tendría que revisar los trabajs de El Fisgón, de Helia Bonilla (y los mios) para darse cuenta de ello.
Gracias por la aclaración. Sin duda, usted es el especialista. Le mando saludos, Mtro. Agustín.