Dallas (Estados Unidos), diciembre 2017

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La cantidad de veces que he ido a Estados Unidos desde los años 90, han alejado de mí la sensación de traidor que se había desarrollado durante mi infancia y juventud, gracias al Yankees Go Home con el que había crecido y que afectaba mis primeras visitas.

El Yankees Go Home se desarrolló, estimo yo, gracias al comportamiento de los grandes emporios capitalistas e imperialistas que dominan el mundo económico y la facilidad con que podía comprarse a nuestros políticos dirigentes que daban lugar, gracias a las coimas y al aprovechamiento de todo. A través de los años pudimos apreciar que más problemas producían “nuestras” propias esferas del poder económico y político, que los mismos representantes del imperio. El caso de la empresa brasilera, Odebrecht, es la mejor prueba. Hablo de “nuestras” porque considero que el problema es de todo Latinoamérica en mayor o menor escala.

Se me ocurre también que el Yankees Go Home surge de personas que jamás han emigrado y, en consecuencia, tampoco conocen a la sociedad de Estados Unidos y otras naciones del mundo. A veces, la ignorancia impone opiniones o incluso normas de comportamiento muy alejadas de lo que exige la realidad o la buena conducta social.

A lo largo de los años me impresioné que el pueblo de Estados Unidos es trabajador, patriota y que confía en su país y en sí mismo. Es un país democrático. Un presidente dura 4 años en su gobierno y eso es respetado a muerte, salvo los asesinatos; puede ser reelegido una sola vez y nunca más puede volver a ser presidente. Muchos otros funcionarios también son elegidos por el pueblo y no puestos a dedo por el presidente u otra fuerza de poder.

Ya he mencionado en el pasado, antes de Trump, que si Estados Unidos decide cerrar las importaciones, en menos de una semana tienen todos los productos necesarios de producción nacional. El actual presidente tiene manifestaciones de esa índole. Muchos países del mundo y, obviamente de Latinoamérica, se perjudicarían si se cierran las importaciones tal como aprecio en mis visitas a Walmart. En agosto del año 2016 mis preguntas a diversos estadounidenses me llevaron a la conclusión que Trump podía ser el presidente de Estados Unidos, y personalmente aposté a ese resultado. Ahora mismo, a un año de su gobierno y que ahora mi público encuestado es más limitado que en ese entonces (visité 5 estados), la conclusión no es clara. Aparentemente no volverán a reelegirlo, aunque siempre queda ese gran grupo de americanos que está cansado que el mundo lo abofeteé a pesar de su benevolente ayuda, tal como ellos interpretan o ven su realidad. Pues bien, me concentré en dos preguntas:

  1. Si creen que se construirá el muro México-EE.UU. y la respuesta es “no”.
  2. Si creen que se construirá la Embajada de EE. UU. en Jerusalém y la respuesta es “no”. La impresión, por el momento, es que no ganaría una reelección y yo mismo en una oportunidad manifesté que en su visita al Muro de Los Lamentos, “Trump oró para que Dios lo ilumine cuándo renunciar”. A la fecha no ha cumplido un año como presidente.

Pasear aquí en Dallas, es un placer, rutas amplias y combustible barato. Ayer tanqueamos gasolina a $2,19 dólares.

Ayer visitamos el sitio de los mamuts en Waco. Ni sabía de su existencia, pues para mí Waco se relacionaba con la terrible masacre del año 1993. Siempre pensé que los elefantes eran descendientes de los mamuts. Son parecidos y no tienen nada que ver. ¡Mientras que los elefantes tienen a la fecha 1,800,000 años, el mamut sólo tuvo una existencia de 120 mil años, desapareciendo hace 10 mil años, coincidiendo con cambios climáticos y ¡oh sorpresa!, la aparición del ser humano que aparentemente se ha convertido en el gran depredador.

Es verdad que hay mucha “comida basura” tal como aprendimos los que estamos al sur del Río Grande, pero también hay que reconocer que hamburguesas no es sólo McDonald’s. He comido en Dallas excelentes hamburguesas al mismo precio de lo que pago en “El Corral” de Colombia, corriendo con la suerte de comer en excelentes restaurantes que no cuestan más que algunos restaurantes de Puerto Madero o Palermo en Buenos Aires. Refiriéndome a este paseo en Dallas, ciertamente es una gran ciudad y su área metropolitana es de las más grandes de Estados Unidos, cuenta con una economía estable y pujante; reduce en mucho las crisis que afectan otros lugares y, por lo tanto, también en Dallas viven gran número de inmigrantes y entre ellos muchos ilegales.

Sin duda alguna, el imparable flujo de inmigrantes hispanoparlantes es una prueba que allí no todo es malo.

Dallas, Julio Ioseph May
Dallas, Julio Ioseph May.
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