Cuanto más viejo me pongo, más temeroso estoy de manifestar cosas que no les gusta a las personas y, sin embargo, el compromiso que asumí en forma unilateral de manifestar mi opinión a la luz de diversas lecturas que llegan a mi escritorio, me obligan de tanto en tanto a teclear algunas ideas. Provoco molestia en muchas personas y, especialmente, en muchos publicistas que no comparten mis ideas. No les haré el favor de mencionarlos pues podrán creerse muy importantes. Por eso mejor me dirijo al público en general, éste es el que me interesa, y ellos decidirán leer o no, comentar o no, mi columna.
Cuatro temas son los que actualmente se discuten: el proceso de paz (Colombia), los protocolos de los ancianos del Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel (MAPAI, Israel), la corrupción de Siemens (Argentina) y la autodefensa del pueblo (México).
Colombia: El presidente Juan Manuel Santos ya está en la historia, recibió el premio Nobel de la Paz por llevar adelante los acuerdos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En varias notas manifesté mi apoyo absoluto a la paz y al precio que se paga. Paz hay una sola, guerras hay muchas. Sabiendo que el plebiscito con participación del pueblo de sólo un tercio de los votantes tuvo mayoría del NO, siempre me preguntaba cómo es posible que el proceso continuara. No quise profundizar en eso, ya que estando de acuerdo con la paz, todos los medios justifican el objetivo. Hoy, viendo un video del presidente Nicolás Maduro de Venezuela, que necesita encontrar a toda costa enemigos a su régimen, me enteré que la Corte Suprema de Justicia anuló el resultado del plebiscito como si no hubiese existido (1). Al no haber presos por el engaño generalizado podemos resumir que, siendo el resultado contrario a la propuesta del gobierno, el gobierno logró en la pulseada con el Congreso y la justicia para doblegarlos, un duro golpe para el término democracia (2).
Israel: En el periódico Aharetz se publicó una nota (3) en la cual se manifiestan los protocolos de los primeros líderes del país, miembros del partido laborista (entonces el original MAPAI) en cuanto a la cuestión árabe.
Mi traducción es libre y estimo que Rebelión (4), por ejemplo, la publicará en español y no creo que muchos de los medios de comunicación judíos en idioma español lo hagan, salvo que Netanyahu aproveche estos textos para decir “¿qué quieren de mí?”, “¡¿siempre fue así!”.
En aquellos años y hasta los años 60, la población árabe de Israel estaba bajo el mando militar. Uno de los temas que discutían en los primeros 20 años era la necesidad de tener a los árabes bajo un régimen militar, eso incluye para comprender que cuando oscurece no se puede estar en la calle. “Estado de Sitio” y todo lo que eso representaba.
Ben Gurion, primer ministro, temía un levantamiento popular como en Argelia. Moshé Sharett, quien fue ministro de Relaciones Exteriores de Israel en el gobierno de David Ben-Gurión y primer ministro entre los dos gobiernos del anterior, alertaba contra la utilización de medidas excesivamente crueles. Moshé Dayan era comandante en jefe del Ejército y exigía la expulsión de los árabes, “transfer”. Pinhas Lavon, que había sido ministro de Defensa, manifestó que estaba prohibido a los judíos comportarse como los nazis.
La fuente son los protocolos de los debates de los jefes del partido que obviamente tenía en sus manos el gobierno en forma consecutiva desde la creación del estado y hasta 1977.
Por eso… Por la falta de una decisión clara es que la solución del conflicto israelí-palestino está tan lejos, pues los actuales herederos de aquellos líderes se encuentran muy cómodos con Netanyahu como primer ministro.
El término democracia no cabe en este marco, como tampoco cabe en el anterior.
Referencias: