Es altamente preocupante el breve espacio que tiene hoy la política mexicana para lograr consensos, con una capacidad de gestión sumamente disminuida la política no tiene oportunidad de accionar y esto se debe, sin lugar a dudas, a que los políticos han perdido toda credibilidad, el hartazgo llegó a su límite y es imposible que la población acepte cualquier forma de promesa o gestión que provenga de políticos y gobernantes.
Entre la corrupción galopante y la ineficiencia rampante, la clase política ha optado por creerse sus mentiras y suponer que los ciudadanos están pendientes de sus actos a través de los medios de comunicación, cuando la verdad es que son muy pocos los interesados en sus falsas promesas y discursos “esperanzadores”.
La democracia solía ser, según Churchill, “el menos malo de los sistemas conocidos”, sin embargo, eso sólo sucede en los países del primer mundo en donde la educación pone de manera permanente un freno a los políticos baratos. El problema de la incapacidad de gestión política es que atenta en contra de la democracia, la gente ya no quiere participar, ser ciudadano es antagónico a ser súbdito y es claro que los políticos han preferido lo segundo, por eso se desinforma a la población, no quieren ciudadanos porque entonces el breve espacio sería sólo para sus fechorías.
Sólo a manera de ejemplo, la inseguridad pública prevalecerá debido a que si la gente no denuncia por desconfiar de las instancias de gobierno que tienen que ver con el sistema de justicia, entonces no puede saberse el tamaño del problema, y si esto no se sabe, ¿cómo entonces dedicar recursos económicos o humanos a un tema tan obscuro?
México está metido en un grave problema y no se hace algo por revertir lo que está sucediendo, por eso la ingobernabilidad seguirá creciendo y ocupando los espacios de la gobernanza, dejando así menor espacio a los políticos.
Sólo los ciudadanos podemos revertir la incredulidad en los gobernantes, pero para ser ciudadano es necesario contar con lo que no tenemos en nuestro país: educación, salud, seguridad pública, oportunidades de empleo y no más impunidad a la corrupción, ser ciudadano significa tener conciencia de que lo público no es mío y no puedo tomar las calles para vender. México es de los mexicanos y debemos ejercer ese derecho a defender la patria.