Más telones abiertos

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Este año ha tenido momentos decisivos para el teatro en México; no sólo en el aspecto escénico sino también en las formas de producción y difusión. El 2012 ha implicado una necesaria reestructuración (sin acabar) para la personas del medio porque se  pusieron por delante incógnitas que nunca se habían querido resolver o, en cambio, nunca se habían visto con claridad.

La primera situación para analizar en el medio ha sido la utilización de las redes sociales como el soporte de difusión y/o publicitario de varios montajes. Existieron varias obras que sobrevivieron toda una temporada gracias a Twitter o Facebook; el público asistía a los foros porque alguien lo había leído en internet y la recomendación continuaba de boca en boca. En el 2012 se dio la culminación, el establecimiento de planes alternativos nacidos en años anteriores para atraer al público.

Este fenómeno comenzó en producciones independientes a los enormes consorcios o apoyos financieros; en la mayoría de los casos, la estrategia fue exitosa. Numerosos espectáculos pudieron nacer gracias a la disminución de presupuestos compensada por las ventajas de internet. No obstante, las grandes productoras vieron en las redes sociales una forma alternativa y exitosa para promocionar sus obras.

 Ahora no sólo es necesario invertir esfuerzos en la prensa o en la radio, sino también en internet. Es evidente cómo el uso de las redes sociales ha modificado la agenda de los productores con renombre; increíble es el desplazamiento de la televisión al último lugar en un plan de medios de cualquier compañía. La fuerza de difusión, promoción y posicionamiento de una obra proviene de medios nunca antes contemplados.

Por otro lado, el 2012 ha sido testigo de la polarización del costo de boletos. En el circuito fuera del establishment, los precios oscilaban entre la mitad de lo que cuesta un boleto en el cine y la entrada gratuita. En el otro lado de la moneda, las productoras con enormes apoyos comerciales y beneficios económicos, incrementaron sus costos de una forma bestial.

Para este punto es necesario considerar ciertos aspectos: la situación económica nacional, los subsidios estatales a ciertas producciones, los exorbitantes requerimientos financieros para producciones extranjeras, entre otros. A pesar de las particularidades de cada caso, la polarización es un hecho y esto perjudica a todas las obras que se encuentran en medio de los extremos de la cuerda porque la percepción de ellos hacen suponer una distancia entre el público y el teatro.

 Este año, a pesar de que existió una gran oferta (de costos también) en la cartelera, todavía existieron ideas donde el teatro es un espectáculo muy caro para acceder a él o, por otro lado, el teatro es barato (o en algunos casos gratis) porque es algo muy complicado para comprender o sólo para expertos. Si pudiéramos analizar los contrastes en una gráfica, estos picos tan altos o estos valles tan pronunciados sólo alejan al público por presentarse juicios donde se dictamina a los espectáculos teatrales como algo alejado de la gente.

 Percepción es realidad y la disparidad en los costos de los boletos es una gran ventaja de otros medios para capturar audiencias. El cine, en un balance total, puede convertirse en una experiencia demasiada cara en comparación con una obra de teatro pero la percepción del público hace suponer lo contrario. Esta pregunta, más que cualquier otro año, se hizo necesaria de replantearse debido a una drástica disminución de público.

 Por supuesto, esta ausencia de gente en las salas es una consecuencia lógica de una situación social, económica y política. Hay ciertas contingencias, como el año electoral, que merman la asistencia al teatro, sin embargo, la gente del medio debe volverse más fuerte ante las circunstancias. La aplicación de descuentos al precio de los boletos es una estrategia digna de considerarse porque estos doce meses encontró eco en las taquillas.

Por último, la utilización de espacios alternativos como foros teatrales brindó vitalidad al medio teatral. Pudo romper la dureza de los cánones para llevar al teatro nuevas audiencias sin alguna pérdida escénica. Esta práctica se hará mucho más frecuente para el 2013 porque, sin duda, fue un éxito. No sólo implicó una estrategia comercial, sino un replanteamiento actoral y de dirección a todas las personas involucradas en este tipo de proyectos encaminados a un crecimiento consistente.

 Todos los logros y planteamientos propiamente escénicos los abordaré en mi próxima colaboración. Aprovecho este espacio para anunciar el reconocimiento a lo mejor del teatro en el 2012, con base en todas las reseñas realizadas, durante el mes de enero. Por mi parte, sólo me resta desearles feliz año nuevo y una gran oportunidad en el 2013 para seguir aprendiendo, sobre todo, del teatro. De todo corazón, más teatro, más historias, más aplausos, más telones abiertos.

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