Durante el día, las nubes de vapor de la carboeléctrica en Weisweiler, al oeste de Alemania, se ven a kilómetros de distancia; por las noches, la intensa luz que irradia impide olvidar su presencia. El monstruo exige enormes cantidades de carbón para generar electricidad. Con el fin de sustraerlo, se han talado hectáreas de bosque y el bombeo del agua del subsuelo ha hecho que más árboles en los alrededores empiecen a morir. Por la misma causa, decenas de casas ‒muchas de ellas con siglos de antigüedad‒ corren el riesgo de derrumbarse. Un pueblo entero debió ser trasladado a otro lugar.
La opinión de la gente está dividida: algunos agradecen el empleo que se ha generado en la zona; otros están satisfechos con la compensación que recibieron para mudarse; otros más opinan que lo sucedido en la región es un mal necesario para solventar la demanda de electricidad. Y están quienes argumentan que el costo al medio ambiente y a la calidad de vida es desproporcionadamente alto. Para estos últimos, el descubrimiento de una fuente de energía fue una tragedia.
En África, el príncipe Emmanuel de Mérode se enfrenta con un tema también relacionado con la riqueza del subsuelo. La República Democrática del Congo es uno de los países más ricos en cuanto a recursos naturales. Paradójicamente, la población sufre en su mayoría de pobreza extrema; no es el único lugar de África y del mundo en donde el territorio se ha explotado en detrimento del bienestar de sus habitantes.
Emmanuel de Mérode es director de un parque nacional en el Congo. Virunga es conocido principalmente por sus gorilas, pero ellos son sólo una de las especies que conforman la asombrosa biodiversidad del parque. Aunque tanto el príncipe como los demás trabajadores de la reserva tienen una relación cercana y afectiva con nuestros parientes primates, su labor no se limita a cuidarlos. Para ellos, Virunga es un foco de esperanza en un país devastado. Fundar sus acciones en las necesidades de quienes viven ahí les ha permitido unir incluso a tribus enemigas. La meta común es convertir el parque nacional en un sitio turístico, respetuoso del entorno, y detener a las transnacionales ávidas de extraer el petróleo que se encuentra en el parque. En este sentido, los gorilas son una pieza clave. El equipo de Emmanuel de Mérode está conformado por congoleses que conocen de primera mano el sufrimiento que implica la devastación de todo un país. Sin ellos, sin su experiencia de vida y su compromiso, Virunga carecería de sentido.

Es verdad que las carboeléctricas generan empleos y que satisfacer las demandas de electricidad es un reto. Sin embargo, el documental “Virunga” nos hace, por lo menos, cuestionar los modelos económicos que dejan al medio ambiente un espacio mínimo. Quienes apuestan su vida por este parque nacional en el corazón de África, nos muestran que existen alternativas y que el éxito de un gran proyecto no tiene que estar ligado a grandes empresas. Sin embargo, Emmanuel de Mérode y sus colaboradores han tenido que defender Virunga a riesgo de su propia vida. ¿Qué los mantiene ahí?
La niebla se levanta despacio en el parque nacional. Unos pájaros rojos y amarillos observan las gotas de rocío antes de reventarlas con el pico. Sus cantos son ricos, con sonidos que se imitan unos a otros. Los insectos de los que se alimentan, algunos de ellos atrapados en las gotas de rocío, son un mundo aparte, un universo por descubrir. Detrás de unas plantas se asoman los ojos expresivos de un gorila. En las instalaciones de la reserva, los empleados se preparan para proteger el lugar.
Mientras las grandes ciudades exigen bienes de consumo a cualquier costo, pequeños poblados luchan por defender sus recursos naturales y recuperar la autonomía. El director de Virunga acompaña a sus habitantes en esta batalla. Es una pelea desigual, pero no está perdida. En otros lugares de nuestro planeta, el concepto de economías circulares empieza a tomar fuerza: el consumismo y la competencia por tener más dinero se cuestiona. Espero que poco a poco, como la niebla que se disipa en Virunga, surja un nuevo modelo económico que no dependa de la destrucción del medio ambiente.
Excelente artículo!