Momentos de contraste
En diversos actos, durante este mes de octubre, se han recordado los hechos sucedidos en el difícil año de 1968. La vida de la Ciudad de México se vio intervenida por, al menos, dos momentos significativos: el 2 de octubre (con lo ocurrido en Tlatelolco) y el 12 de octubre (con la inauguración de los Juegos Olímpicos). Pero también hubo otro acontecimiento que constituyó uno de los periodos más importantes en el devenir de la vida cultural del país y que se conoció bajo el nombre de la Olimpiada Cultural.
Por tal motivo, se organizó la exposición A 50 años de la Olimpiada Cultural. México 68 que muestra una parte del vasto mundo que significó la organización de este gran festival, que congregó a todas las artes: la pintura, la escultura, la arquitectura, la danza, el teatro y la música.
Como se recordará, los Juegos Olímpicos México 68 fueron otorgados, por primera vez en la era moderna, a un país considerado en ese tiempo del “tercer mundo”. El Comité organizador, presidido por el Arq. Pedro Ramírez Vázquez, se dio a la tarea, no sólo de conformar la dinámica de los propios juegos, sino también de planear una serie de actividades culturales con lo mejor del arte y la cultura de los países participantes; no sólo durante las tres semanas de la contienda deportiva, sino durante todo el año. Desde enero hasta diciembre.
El evento fue recibido con peculiar gusto, y hasta con sorpresa –por lo atinado de la idea–, por la comunidad cultural de los diversos países. Fue la primera vez que a la par de lo deportivo, se ocupaban de lo cultural y el resultado fue un recorrido por lo mejor del arte y la cultura de ese momento. Para México como país, significó además de mostrar lo mejor del ámbito artístico, también nutrirse de lo más destacado de las manifestaciones culturales de los distintos países. La intención de la muestra fue destacar estos momentos importantes y enseñar, a través de numerosos carteles, programas de mano y material gráfico –elaborado ex profeso por el Comité–, el mundo de la Olimpiada Cultural, a 50 años de su realización.
La colección que se exhibe forma parte de la vasta colección del diseñador Roberto M. Gómez Soto que, junto con varios materiales –sobre todo fotográficos–, del Archivo del propio Ramírez Vázquez, nos permiten dar cuenta del profundo significado que implicó la también denominada gesta cultural.
Algunos de estos momentos fueron la exposición “Obras selectas del arte mundial” que se presentó en forma conjunta tanto en el Museo Nacional de Antropología como en el Museo de Arte Moderno, y que mostró obras de la Antigua Grecia, China e India, así como del mundo prehispánico del Perú y del propio México, junto con manifestaciones artísticas de distintas culturas africanas y asiáticas; además hubo una sección dedicada a artistas contemporáneos como Pollock, Magritte, Kandinsky, Motherwell y Lichtenstein. Se exhibió la pintura El atleta cósmico del español Salvador Dalí, que resultó un momento relevante pues nuestro país no contaba con vínculos diplomáticos con España en ese momento (y que significó un lazo de cordialidad entre los pueblos, en aras de la cultura y el deporte).
El “Encuentro internacional de poetas” convocó a los poetas de todos los países participantes a enviar sus poemas e incluso leerlos durante el Encuentro. El inglés Robert Graves se convirtió en el invitado de honor, pero también se presentaron el chileno Pablo Neruda, el estadounidense Robert Lowell y el soviético Eugene Evtushenko. Sin duda, artistas de posiciones ideológicas encontradas en ese momento. En la muestra, hay varias fotografías de ellos, leyendo sus obras.
La Olimpiada Cultural también contempló la “Exposición internacional de las artesanías populares” en concordancia con el “Festival Mundial del Folklore” y el “Ballet de los cinco continentes”, que se convirtieron en un espacio donde se exhibió lo mejor de México y también de los 45 países participantes en ese momento: India, Chile, Polonia, Irán, Colombia, Guatemala, Alemania, Rumania, Yugoeslavia, Perú, entre otros. Otros programas fueron la “Reunión internacional de escultores”, el “Festival de pintura infantil”, la “Recepción del fuego olímpico en Teotihuacan” y la “Exposición internacional de filatelia olímpica”.
Como parte de las actividades teatrales se organizó el “Festival de teatro latinoamericano” en el que se representaron más de 20 obras por parte de compañías mexicanas y se invitó a cerca de una decena de grupos teatrales del extranjero, incluida la compañía japonesa de Teatro Noh. Lo mejor del teatro experimental estuvo presente: Grotowski, Ionesco, Jodorowsky, además de los mexicanos Leñero, Carballido y Azar, entre otros.
En el campo de la música, la oferta cultural abarcó todos los ámbitos: desde la música sinfónica, pasando por la ópera y la música contemporánea, hasta la música popular. La música antigua estuvo presente con instrumentos originales y figuras del jazz estadounidense como Duke Ellington o de la canción francesa como Maurice Chevalier, estuvieron presentes en el Palacio de Bellas Artes. Notables pianistas como Claudio Arrau y Paul Badura Skoda también se presentaron.
Visita imprescindible resulta para los que se dedican al diseño gráfico, pues la cantidad de materiales planeados para el evento y de los que se exhibe una pequeña muestra (si bien, alcanzan los más de 200 objetos originales), nos permiten adentrarnos en un momento importante del impulso de esa disciplina en el México de fines de los años sesenta. Para muestra un detalle: el arquitecto mexicano se apoyó en varios artistas, entre ellos, el escultor Mathias Goeritz y el también arquitecto Eduardo Terrazas, quienes junto con diferentes alumnos de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Iberoamericana –en la que Goeritz impartía clases–, conformaron un equipo de trabajo que después se completó con la llegada del estadounidense Lance Wyman. Bajo la guía de Ramírez Vázquez, el equipo implementó todo un plan de diseño editorial que se observa a lo largo de las mamparas de la exposición. Podremos apreciar la preocupación por la composición visual, el empleo del color, la intención del mensaje y muchos otros aspectos que hoy dan ese aspecto destacado al diseño mexicano.
Los Swinger singers fue un grupo francés que se presentó durante la Olimpiada Cultural. Su innovación radicaba en realizar arreglos vocales, a cuatro voces y a ritmo de jazz, de las grandes obras de compositores de la música occidental como Johann Sebastian Bach. Fue una innovación para la época en el mundo, y también en México. Escuchemos una de sus obras. La Partita núm. 2 de Johann Sebastian Bach en una grabación de 1969:
La exposición A 50 años de la Olimpiada Cultural. México 68, organizada por los Centros de Investigación del INBA y la Coordinación de Artes Visuales de la misma institución, se presenta en la Galería del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (Terminal 1, cerca de la zona de llegadas nacionales). Entrada libre, a cualquier hora. El 16 de noviembre se inaugurará una versión reducida de la misma, en los pasillos del Metro Bellas Artes.