Mentirillas de nuestra Constitución Política (Parte I)

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Mentirillas, nada piadosas por cierto

Nuestra Constitución Política creada originalmente en 1857 fue modificada el 5 de febrero de 1917, y de ahí en adelante ha sufrido 233 modificaciones, siendo la última en agosto de 2018. Esta última modificación fue referida a la entrada en vigor de la autonomía constitucional de la Fiscalía General de la República.

Casi en todos los períodos presidenciales de México, la Constitución ha sufrido alguna modificación y se han reformado a lo largo de su vigencia, de 136 artículos que la integran al menos 99, es decir, que nuestra Constitución ha sido reformada al menos en dos de sus terceras partes.

Ahora bien, leer nuestra Constitución puede ser peligroso ya que ésta puede resultar muy estimulante o francamente frustrante. Si hiciéramos un ejercicio hipotético de leer nuestra Constitución desde los ojos de un extranjero, seguramente este “hipotético”  extranjero desearía ser mexicano. Nuestra Carta Magna plantea un país ideal, una suerte de Alicia en el país de las maravillas, pero sin Alicia y sin las maravillas.

carta magna constitución política de México
Nuestra Carta Magna fue terminada el 31 de enero de 1917,

De acuerdo con nuestra Constitución, los mexicanos tenemos un estándar y un catálogo de derechos impresionantes. En principio, (artículo primero) nadie puede ser discriminado por su origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil, etcétera.

Sin embargo, todos los días nos enteramos por las noticias más cotidianas sobre el grave racismo y discriminación que impera entre los mismos mexicanos, particularmente entre los de la “ciudad” y nuestros compatriotas indígenas.

Ni qué decir sobre la discriminación por razones de género; Campeche, Colima, Chiapas, Durango, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Quintana Roo, San Luís Potosí, Sinaloa, Veracruz y Zacatecas, tienen una alerta de género formalmente declarada al día de hoy.

Pero están en proceso de declaratoria, la Ciudad de México y Puebla, y al menos en 9 entidades de la República se han solicitado alertas de género que aún no han sido declaradas ni en proceso, esto en los estados de Coahuila, Baja California, Guanajuato, Puebla, Querétaro, Sonora, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán.

En cuanto a la discriminación por edad, resulta que tenemos una ley denominada Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, en la que básicamente se nos dice que no debemos discriminar a nuestros “viejitos”, lo que sin embargo es (la discriminación a los viejitos y a todos los llamados “grupos vulnerables”) el deporte nacional. Viejos abandonados, golpeados y explotados es pan de todos los días.

En cuanto a los discapacitados, cualquier cosa que pueda decir se queda corta, durante décadas las familias “escondían” a sus parientes discapacitados, tener un hijo con síndrome de Down era una tragedia, no tanto por el discapacitado sino por el estigma y los prejuicios sociales. Igual podríamos hablar de ciegos, sordos, personas con parálisis cerebral y un muy, muy largo etcétera.

En cuanto a no ser discriminados por la condición social, también tenemos múltiples ejemplos de cómo en esta sociedad somos discriminadores a ultranza, están por un lado los “fifís”, según lo dicho por nuestro presidente y por el otro lado el pueblo, los huachicoleros de cuello blanco y aquellos de cuello negro. O los nacos y los fresas (dirían otros) o los de arriba y los de abajo, o simplemente los ricos y los pobres. La discriminación, podemos ver es evidente, aunque depende de tu condición social.

De igual forma no deberíamos discriminar por la condición de salud, pero no es lo mismo tener seguro de gastos médicos, IMSS, ISSSTE o cualquier otro servicio de salud, por ejemplo, los hospitales universitarios o los hospitales de la SSA. En todos los casos existe una discriminación evidente. El cuidado de la salud no es parejo, es sin duda, discriminatorio.

Constitución política mexicana y sus modificaciones

Respecto a la religión, existen evidentes formas de discriminación, ahí están esos casos curiosos que regalan “la atalaya”, y de igual forma todo el que no sea católico en una nación (que se presume laica pero es católica), es un espécimen raro, uno que tiene un dios extraño, ajeno a la mayoría. La intolerancia y la discriminación religiosa es evidente en mi país.

Ya para concluir, la discriminación en cuanto a las preferencias sexuales es más que evidente, gays, jotos, lesbianas, machorras, trans, y demás expresiones, utilizadas con un tono peyorativo, despectivo y desdeñoso, nos exhiben como una sociedad, totalmente discriminadora, intolerante y poco (o nada) respetuosa de los derechos de los demás. De los derechos “humanos”.

Y esto sólo analizando el artículo 1º de la Constitución, nos faltarían muchos por analizar para evidenciar que efectivamente vivimos “en el país de las maravillas”. Lo que dejamos para otra ocasión.

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