No sé ustedes, pero yo fui criado a la antigüita. Mi madre no tenía el menor de los prejuicios en corregirme a “chanclazo” limpio, entiendo que los tiempos han cambiado, entiendo que hoy somos más conscientes de los derechos humanos y de las convenciones internacionales de protección a los niños, niñas y adolescentes.
Pero mi madre, para bien o para mal, una de dos, o no estaba enterada de los avances en materia de derechos humanos o simplemente le valían tres cacahuates
Si ahora viviera, probablemente ya la hubiera llevado hasta la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, pero finalmente mi madre murió, sin verme precisado a recurrir a tales procedimientos internacionales.
Y no se me confunda, mi madre no era mala, era producto de su época, para ella el manazo, el coscorrón o el chanclazo, no vulneraba ninguno de mis derechos. Ella simplemente, “estaba ejerciendo como madre”. Desde su perspectiva, eso era su obligación, jurídica y moral, llevarme por el mejor camino, y el de la “chancla voladora” parece que funcionó.
Si ella viviera, seguramente estaría orgullosa de lo que logró conmigo, y conociéndola, seguramente también estaría muy orgullosa de sus chanclazos. Así es la vida, las formas cambian, y que conste que no estoy invitando a nadie a la violencia, además las chanclas de antes eran (supongo) más ergonómicas que las de ahora. En mis recuerdos se acomodaban re-bien a mi cuerpo, sentía el guamazo sí, pero no dejaban huella.
El problema de hoy es que, en muchos casos, los papás no nos atrevemos a corregir a nuestros hijos (evidentemente no podemos generalizar) pero digamos que, “algunos papás y mamás” tienen miedo de excederse, y eso es bueno, la violencia y los chanclazos, hoy por hoy, no pueden ser recomendables.
Sin embargo, lo que no es bueno, es que ahora sean los padres quienes en un ánimo de no excederse, terminen teniendo miedo a ejercer su función de padres, de guías, de mentores. He conocido gente que no se atreve a corregir a sus hijos, porque tienen miedo a traumarlos, o peor aún, a que se suiciden.
Yo soy de la opinión que nuestros hijos necesitan de sus padres en su papel de padres, no necesitan que seamos sus amigos. Amigos les sobran y nosotros como padres debemos tomar decisiones que –eventualmente- parecen dolorosas.
Decisiones que no siempre serán del agrado de nuestros hijos. Ser padres implica renunciar un poco a ese amor desbordado que todos [sin excepción] tenemos por nuestros hijos, ser padres implica tomar (actualmente en un sentido metafórico) la chancla y lanzarla, dar en el blanco y hacer reflexionar a nuestros hijos.
La “chancla voladora” a mí me funcionó, me hizo entender desde muy niño que había alguien que me estaba mirando, alguien que esperaba lo mejor de mí. No me traumó (al menos eso creo) ni me marcó negativamente para siempre, no me hizo pensar en el suicidio, ni me hizo odiar a mi madre.
Hoy ya viejo, aunque puedo cuestionar los métodos, entiendo que en muchas ocasiones esa “chancla voladora” tenía (aunque no lo pareciera) una carga de frustración/amor. Estoy convencido que mi madre no quería lastimarme, quería corregirme, y de niños o peor aún de adolescentes, necesitamos que nos corrijan, y que nos guíen.
Ciertamente que no estoy promoviendo que recurran a la violenta y traumática “chancla voladora”, pero por favor, no renuncien a su papel de padres, hoy y siempre, todos los niños del mundo, en todas las épocas, pasadas, presentes y futuras, requieren de un padre o una madre (o ambos) que les guíen. Entiendo que debemos ser siempre padres amorosos, pero no podemos claudicar a nuestras responsabilidades básicas. Nosotros los trajimos al mundo, y lo mínimo que podemos hacer, es guiarlos, enseñarles lo que está bien y lo que no.
Posdata: Un chanclazo no mata, pero en muchas ocasiones no asumir nuestras responsabilidades como padres, sí.
Por cierto, dejo aquí un enlace que accidentalmente llegó a mí y que fue el que me inspiró para esta entrega:
http://www.milenio.com/virales/asalta-en-camion-y-su-mama-lo-agarra-a-chanclazos
Si, la chancla
No, porque te están disciplinando
(•ᴗ•)