¿Qué escenario sucedería si somos capaces de revelar un secreto? ¿Cómo continuaría la vida si decidimos mantenerlo a salvo? Como en un juego de ajedrez, “Pasiones peligrosas” muestra a la vida como un abanico de estrategias para esconder o mostrar nuestros verdaderos deseos.
John Boyton Priestley, autor de la obra, no pueda negar su cultura inglesa. Diseña personajes educados para reprimir cualquier emoción, acomodarse en el protocolo social y evadir los problemas más urgentes con buen gusto. Cuando el suicidio llega al grupo familiar, se empiezan a notar las fracturas maquilladas por la costumbre. La verdad surge como un fantasma capaz de romper las relaciones más sólidas. Cuestiona al tejido social: ¿qué nos une como seres humanos: las verdades o las mentiras? Y la respuesta la da mismo el autor: las mentiras.
La idea de verdad parece relativa, nada absoluta. Para 1932, “Pasiones peligrosas” representaba una fuerte crítica a la moral y los valores de la época; el texto es tan poderoso que lo sigue siendo. Ante una historia tan magistral, se necesitan actores magistrales. Debido a la nacionalidad inglesa de la obra, se necesita de una contención en la actoralidad, nunca se puede caer en arrebatos o exageraciones emocionales. El gran riesgo de montar el texto de Priestley en México es que fácilmente se puede caer en el melodrama; aludir a una telenovela.
Sin embargo, el montaje presentado en el Teatro de los Insurgentes descansa sobre un elenco de grandes ligas; cuando alguien compre un boleto, estará pagando por ver la experiencia invaluable de los intérpretes. Es una historia con una fuerte carga femenina por su discurso y acciones, debido a esto, la selección de Jacqueline Andere y Angélica Aragón, como los personajes protagónicos, es brillante porque despliegan en el escenario todas sus habilidades y recursos como actrices de teatro.
Roberto D´ Amico y Fernando Allende muestran una detallada interpretación sin caer en lugares comunes para el público. Es una gran sorpresa ver en los personajes más jóvenes a Chantal Andere y Patricio Borghetti quienes, a pesar de su gran experiencia televisiva, no desentonan con la intensidad, energía y fuerza de sus compañeros. Una mención especial para Luz María Aguilar quien da una verdadera cátedra de actuación al aparecer sólo diez minutos en escena y ser un personaje entrañable para el público.
La dirección de Angélica Aragón y Roberto D´Amico es discreta en términos de movimiento escénico; no obstante, se nota una preocupación por la construcción de personaje de cada uno de los actores. Aragón y D´Amico prefieren lucir un texto vanguardista que robarle el foco de atención con un montaje extravagante. Como consecuencia lógica, hay una gran mesura en el uso de recursos escenográficos. La iluminación de Arturo Nava es un elemento fundamental para crear atmósferas suculentas en los ojos del público.
Esta obra representa un trabajo magistral para quienes la representan; una fuerte carga de adrenalina para quien ve el peligro de representarla.
El Teatro de los Insurgentes es el lugar adecuado porque, en la mayoría de los casos, atrae a un público alejado de la experiencia teatral; como la “primera vez” de muchos, este texto es formidable para generar en los asistentes un interés en esta disciplina escénica.
Y todo esto, insisto, se logra por un impecable ejercicio actoral; Priestley es un escritor hábil al exigir grandes actores para sus historias; si no fuera así todo sería un suicidio, de forma irónica, como el evento que desencadena las “Pasiones peligrosas”.
Autor: J.B. Priestley
Dirección: Angélica Aragón y Roberto D´ Amico
Teatro de los Insurgentes (Insurgentes Sur 1587, Col. San José Insurgentes)
Jueves 20:30 hrs., viernes 19:00 y 21:30 hrs., sábados 18:00 y 20:30 hrs. y domingos 17:00 y 19:30 hrs.