“Abre la puerta y verás el asesinato de tus hijos” estalla el Coro, es la revelación. Medea, te odio, pechos envenenados, leche amarga, la muerte es fortuna cuando la vida es tortura. Jasón padece la venganza de su privilegio, elegir, abandonar y soportar que sus descendientes no honrarán sus aventuras. Medea agarra a sus hijos con la fuerza de la desesperación, con el derecho de la desgracia, los mata para matar al padre. Medea, te odio. “El amor es un gran mal para los mortales”, es enfermedad y vicio, arma y sacrificio. La esposa infeliz es una criminal que venga el ultraje de su lecho, mata a la nueva consorte, exiliada, protege sus hijos de la herencia de su condena y los masacra, los expulsa de la vida con la fuerza del parto. Medea, madre amorosa, Medea, eres mi madre, me llevabas en el vientre mientras matabas a mis hermanos, eres la madre de todas las mujeres, tu homicidio nos maldice.
Delacroix pinta Medea Furiosa en 1838, a los niños desnudos, se defienden a mordidas, ella los sostiene con los dos brazos en un racimo, en una mano lleva el puñal para destazarlos, mira hacia atrás, que no la detengan, el amor es de ella, el asesinato es de ella. ¡Mátalos!, le dice su voz de madre, ¡mátalos!, le dice su voz de amante, ¡mátalos!, mientras los niños gritan, el carro de Helios la espera, la ignominia le aguarda, la locura la posee. En el pasado ve el terror, en el futuro el abismo, buscando fuerza en el dolor, coronada y señalada, los pechos fértiles podrían amamantar mientras los niños se desangran, oculta en una cueva, vestida con el manto rojo y la oscuridad, es la reunión más íntima, el verdugo y las víctimas, la escena es un incesto, poseer la vida es más absoluto que poseer el cuerpo. El Coro aúlla, “Eres de roca o de hierro que estás matando con tu propia mano la cosecha de tus entrañas”, y Delacroix que buscaba lo “inacabado de Rembrandt, lo exagerado de Rubens, destruir los prejuicios de la muchedumbre”, la pinta carnosa, pasional, sensual, un cuerpo que se entregó, que esperaba deseoso el regreso del héroe, consagrada con aceites y perfumes.
El amor desfigurado en la sangre, el refinamiento de su ciencia, sabia y hechicera, la claridad de su mente, Medea, es salvaje, es la amante que no se debe traicionar nunca, prefirió matar a los más amados que asesinar al que la condenó en paria. Innumerables bocetos, dos versiones, para Delacroix fue una obsesión el dramatismo y “las licencias poéticas” al pintar la tragedia, “sólo los locos y los impotentes no toman riesgos”, crear el momento que Eurípides no mostró, que dejó a la narración de los lamentos del Coro. Medea es el riesgo, poseída por ese amor que puede decir: te odio.