Si bien podemos explicar cómo sucede la gemelación, hasta ahora no es fácil explicar el por qué sucede. La explicación de este fenómeno biológico es relativamente simple, un embrión en sus primeras etapas se divide en dos o más y de ahí surgen dos o más individuos que técnicamente son clones, ya que su ADN es idéntico. Hablamos, claro está, de la gemelación monocigótica.
En ese sentido, aunque la explicación sobre el “cómo” es relativamente simple, la explicación del “porqué” sucede una gemelación no lo es tanto, sabemos qué pasa pero no sabemos por qué se presenta.
Por otro lado, existe un proceso biológico aún más complejo llamado quimerismo. En este caso, las cosas suceden al revés, existe un embarazo gemelar pero dicigótico, es decir, con dos cigotos diferentes (lo que llamamos gemelos no idénticos) en el que por alguna extraña razón ambos embriones se fusionan, dando como resultado un ser humano con dos cargas genéticas diferentes de ADN.
Uno de los primeros casos que salieron a la luz fue el de Lydia Fairchild, una mujer estadounidense que estando embarazada de su tercer hijo se separa de su esposo. A tales efectos, la Sra. Fairchild al demandar a su marido la manutención infantil, como parte de un procedimiento rutinario, el Juez ordena pruebas de ADN, resultados que confirmaron efectivamente que era padre de los menores, pero que, por el contrario, surgieron dudas respecto de la maternidad de la propia Sra. Fairchild.
Ante tal escenario, la Sra. Fairchild fue acusada de fraude por reclamar beneficios para los hijos de otras personas cuestionándose incluso el registro de sus dos hijos anteriores. Al dar a luz a su tercer hijo, el Juez de la causa ordenó que un observador estuviera presente en el nacimiento para asegurarse de que se tomaran muestras de ADN del recién nacido y de la Sra. Fairchild, las pruebas de ADN fueron nuevamente contundentes señalando que ella tampoco era la madre de ese niño.
Finalmente, descubrieron que, aun cuando el ADN de la piel y del cabello de la Sra. Fairchild no coincidía con el de sus hijos, su ADN cervical sí. La conclusión final fue que la Sra. Fairchild padecía de quimerismo. Taylor Muhl, modelo y cantante estadounidense, es otro caso similar, así como el de Karen Keegan.
Pues bien, tanto la gemelación como el quimerismo son fenómenos biológicos naturales que, aunque bastante extraordinarios (más el segundo), la ciencia ha podido replicarlos. Actualmente un equipo de genetistas españoles están intentado hacer quimeras mezclando ADN humano con ADN de monos. Supuestamente la idea es inyectar en embriones de animales, células madre humanas, a fin de generar en un futuro órganos para trasplantes.
Cabe señalar que en este caso no me queda claro si deberíamos hablar de hibridación, más que de quimerismo.
El equipo del Dr. Juan Carlos Izpisúa ya había hecho esto en años recientes, pero en aquella ocasión fue con cerdos y los resultados no resultaron prometedores. Ahora bien, la pregunta obligada: ¿es correcto o éticamente aceptable un experimento así? La respuesta no es sencilla, la promesa resulta interesante: obtener los órganos que pudieran ser utilizados en humanos. Sin embargo, hay que ponderar los riesgos, ya que hasta el día de hoy, la naturaleza humana expresada en el ADN humano, ha sido la piedra angular de la distinción, precisamente entre lo que es humano y lo que no lo es. ¿Qué pasará cuando un híbrido o una quimera nono-humano contenga ADN humano? ¿Deberá considerarse con ciertos derechos o tendremos que inventar una nueva categorización de lo humano?
La pregunta no es necia, las consecuencias de experimentos como éste pueden ser inimaginables. La ciencia avanza y casi siempre la parte jurídica y humanística tarda mucho en dar respuesta.