Todo indica que los llamados centennials (también conocidos como Generación Z) serán una de las generaciones más solas. Éste es un nuevo fenómeno que principalmente en Estados Unidos ya está presente. La soledad entre la multitud.
Hoy en día, particularmente en espacios públicos, universidades o centros comerciales, por ejemplo, en un radicalismo a “mi privacidad” o en la defensa de lo que denominamos “mi espacio vital”, las personas nos estamos quedando solas. El fenómeno no es exclusivo de algún país en especial, la tendencia hacia esa “soledad en multitud” es global.
Cada vez más las personas nos aislamos, vivimos una realidad virtual dejando de lado nuestro entorno cotidiano, y suele ser más común observar cómo las personas transitan por las calles, en sus autos o incluso en el transporte colectivo, aislados, sumergidos y absortos en la pantalla de un teléfono, con audífonos y ajenos por completo al entorno.
Para bien o para mal, estamos perdiendo el contacto humano, ahora es común ver cómo la gente se molesta, verbigracia, por “un roce involuntario”, parece que nos enfilamos a una soledad y aislamiento radical.
Hoy, por ejemplo, alguien se puede molestar porque otra persona toca su hombro al momento de sacar una fotografía. En nuestros días, la interacción humana está más condicionada que nunca.
Si a esto agregamos la desconfianza continuamente acendrada sobre “las intenciones del otro”, la cosa se complica incluso más. El abrazo espontáneo o el saludo de beso, hoy fácilmente pueden interpretarse como “acoso sexual”. Tomar la mano de alguien para ayudarle a bajar de un automóvil puede ser “mal interpretado”.
Ni qué decir de los padres paranoicos, esos que con una mirada a su hijo los convierte en verdaderos talibanes, pues creen que todo el mundo que les rodea son potenciales agresores sexuales, pederastas de la más baja calaña.
En mi trabajo hay muchas mujeres y desde hace años evito saludarles “de beso”, en especial con aquellas personas a las que conozco poco, invariablemente lo evito con mis estudiantes, porque el riesgo de una reacción inesperada es cada vez mayor.
Lo triste de todo esto es que nos estamos condenando a una soledad absurda y paradójica, en la que no obstante de estar rodeados de personas, estamos solos.
Lo anterior ha dado como resultado aplicaciones o sitios web como www.rentafriend.com que, aprovechando la ocasión, te ofrecen “rentar a un amigo”. En el sitio se puede leer lo siguiente: “Alquile un amigo para asistir a un evento social, boda o fiesta con usted… alguien con quien ir al cine o al restaurante. Contrata a un amigo para que te muestre una nueva ciudad, te enseñe una nueva habilidad o pasatiempo o simplemente alguien que te acompañe.”
Igual pasa con Ameego, una aplicación que te permite “alquilar a un extraño” tan fácil como si se alquilara un auto con Uber o una casa con Airbnb.
Hay más, pero por último mencionaré el sitio www.peoplewalker.com, en donde puedes alquilar a una persona para que de un paseo contigo y te escuche, el cobro tiene la opción de ser por tiempo o por distancia. Chuck McCarthy es el creador del concepto y parece que le funciona bastante bien. En su red de Instagram (@thepeoplewalker) podemos ver su oferta de 7 dólares por milla recorrida.
En fin, la ironía es que, cada vez más, en un mundo híper poblado e híper conectado, nos enfrentamos a la soledad, nos alejamos más unos de otros, a grado tal que termina siendo muy común ver cómo las personas “hablan” con dios por medio de su Facebook.
Dejo el siguiente video:
Muy triste situación de aislamiento. Parece que la tecnología y las redes “sociales” lograron el cometido esperado, dividir una sociedad donde es más fácil controlar individuos que grupos.
Interesante y cierto, lo veo a diario