Gran parte de los funcionarios mexicanos relacionados con el comercio exterior, han mostrado un enorme dogmatismo basado en aspectos meramente teóricos sin que exista una correspondencia con la realidad mexicana, por lo que, con sus grandes ideas, han generado enormes daños a la planta productiva nacional y provocado un proceso de reducción de riqueza en el país que se manifiesta en los principales datos macroeconómicos, especialmente en la caída de México como potencia económica, en el decreciente valor que se genera en nuestro país y la reducida captación de IED mundial, así como mínima creación de empleos e importante disminución del bienestar para la mayor parte de los mexicanos.
Desgraciadamente, en los 25 años más recientes, muchos de nuestros altísimos funcionarios “se han convertido en expertos en comercio internacional” con base en un esquema de simulación e improvisación, frente a un público que difícilmente entiende de esta materia.
No hay duda de que esos funcionarios tienen numerosos posgrados y muchos de ellos saben de memoria y pueden recitar y repetir constantemente los términos y conceptos manejados en el comercio internacional y en los TLC´s, sin embargo, eso deja mucho que desear pues son incapaces de aplicarlos para diseñar una estrategia realista, con programas, proyectos y políticas públicas que tengan resultados positivos que incidan favorablemente en el desarrollo económico de nuestro país.
El currículum de muchos de ellos es larguísimo y habla de los numerosos puestos a nivel ejecutivo y directivo que han tenido, pero los mismos están faltos de referencias a actividades que generen logros concretos en materia económica.
Sin importar el nivel, en su CV sólo aparecen los puestos que han desempeñado sin incluir alguna experiencia real ni algún logro económico pero, eso sí, nos hablan de numerosas reuniones, la intensa participación en congresos y mesas redondas, la profusa impartición de conferencias, múltiples viajes etc., así como la negociación y firma de numerosos Tratados que han convertido a México en el Campeón del Libre Comercio, pero que en la realidad han pauperizado a la mayor parte del pueblo mexicano debido al reducido y decreciente valor agregado en nuestra producción orientada al mercado interno y al de exportación.
Esto ha generado un déficit enorme en la balanza comercial con un creciente número de países con los tenemos un TLC, mismo que en el año 1993 era de -11,923 millones US con 30 países; para 2018 fue de -59,402 millones US con 34 países; y para dicho periodo acumuló un total de -844,5355 millones US.
Un deterioro similar se presenta en relación con la proporción de la Inversión Extranjera captada por el México ya que si en el año 1994 captamos el 4.31% de la IED Mundial, para el 2018 sólo captamos el 2.44% de tal manera que en el mismo periodo pasamos de ser el 4º destino preferido para invertir, al 15º lugar en el año 2018, muy a pesar de que durante este periodo se firmaron 32 (Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones) APPRIs, supuestamente, para posicionar a México y lograr captar mayores flujos de IED.
Conviene señalar que el cuadro anexo, al principio de cada Administración, cíclicamente se presenta un importante incremento de los flujos de la IED hacia México debido a la esperanza que todos los mexicanos y muchos extranjeros tenemos de que la situación mejore, sin embargo, conforme avanza el sexenio y se va conociendo mejor a los funcionarios, la confianza en los mismos se va perdiendo, por eso también, gran parte de la IED que llega a nuestro país es de mala calidad pues es de compra de activos.
Al ser el comercio exterior la palanca del desarrollo económico del país y la IED un complemento muy importante, el cuadro comparativo de la evolución de las principales variables económicas de nuestro país en los años más recientes nos muestra que, especialmente en el periodo 2001/2018, en que han estado en vigor los TLC’s con 48 países y los 33 APPRIs, los resultados para México han sido nefastos, situación que ha empeorado en los primeros nueve meses de 2019, con la entrada en vigor del TPP-11 para totalizar 54 países con los que han firmado Tratados de forma compulsiva e irresponsablemente.
Conviene señalar que de todas las variables que miden la competitividad de México, el Foro Económico Mundial (WEF) otorga pésimas calificaciones, las peores para ser más precisos, a la calidad de las instituciones públicas y a sus funcionarios debido a que durante los 25 años más recientes, reiteradamente han mostrado su incapacidad para definir estrategias con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan positivamente en el desarrollo del país.
La manifestación más clara de esta aberración se manifiesta en la carencia de un marco sistémico que permita a la planta productiva nacional generar bienes en un nivel competitivo pues, en el periodo 1999/2018, la competitividad de México cayó del 34º al 48º lugar, dicha situación se ve agravada porque esos funcionarios definen programas ignorando esta situación que ellos mismos han creado, independientemente de que también definen programas sin conocimiento de la estructura de la planta productiva nacional y de su oferta.
Peor es que también han negociado otros Tratados de Libre Comercio con 54 países sin considerar estos elementos, es decir, con un gran desconocimiento de la oferta exportable, de la operación real del comercio internacional y de nuestro comercio exterior pues, en su mayoría son teóricos e improvisados burócratas habilitados como expertos en comercio internacional que nunca han tenido experiencia en la operación real y la promoción del comercio exterior, motivo por el cual sus actividades están caracterizadas por la simulación.
La futura entrada en vigor del T-MEC nos obliga a hacer algo por el desarrollo del país, cosa que es posible siempre y cuando haya una estrategia con los complementos adecuados para aprovechar esta nueva oportunidad que con el TLCAN desaprovecharon nuestros altísimos funcionarios pues, en lugar de definir una estrategia para capitalizar las supuestas ventajas negociadas, se pusieron a firmar TLC’s por todo el mundo, sin antes aprovechar la cercanía que tenemos con el mercado más grande del mundo, su alto nivel de consumo, con el que somos muy complementarios y con el que habíamos firmado un TLC convirtiéndonos en el primer país de América Latina que logró acceso preferencial a dicho mercado.
Con la firma compulsiva de estos Tratados, lo único que lograron nuestros altísimos funcionarios fue descuidar nuestro posicionamiento en el mercado de Canadá y Estados Unidos, atomizar nuestras reducidas fortalezas y propiciar una competencia desleal para la planta productiva nacional de tal manera que, ninguno de los cinco objetivos que se plantearon para firmar el TLCAN, se ha cumplido a la fecha.
A continuación me permito proporcionarles un vínculo relativo a una entrevista televisiva que me hicieron en el programa En sus propias palabras, conducido en esta ocasión por el Dr. Enrique Villarreal, en el cual hago referencia a mi experiencia como estudiante del comercio exterior y, más importante, a mis inicios como Oficial Administrativo de la Contaduría de la Federación (SHCP), encargado de la Glosa de Operaciones Aduanales de Importación de las cuatro aduanas más importantes de México (Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Tampico y Veracruz); mi experiencia como funcionario promotor del comercio exterior mexicano en España y Portugal; como Consejero Comercial en Costa Rica, Nicaragua y Panamá; Cónsul en Rotterdam –en aquella época el puerto más importante del mundo– y Consejero Comercial para el BENELUX y Países Escandinavos, así como Consejero Comercial para Quebec y las Provincias Marítimas de Canadá con sede en Montreal, de 1990 a 1993, periodo durante el cual se realizaron las negociaciones del TLCAN.
Aprovecho la ocasión para desear a todos una muy Feliz Navidad, un próspero año 2020 y también deseo que para que este nuevo año, haya por fin algo que durante los 25 años más recientes he deseado fervientemente: buenas noticias en relación con el comercio exterior de México.