El pasado domingo 15 de noviembre se firmó en Hanoi, tras ocho años de negociaciones, el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, que cubre a 15 países de Asia y Pacífico. Es el primero que incluye a China, Japón y Corea del Sur y a todo ASEAN. El área cubre una tercera parte de la población mundial, 30% del PIB y 28% del comercio global, aun sin India, que decidió mantenerse fuera por lo pronto. Una victoria para China que confirma al siglo XX como la era asiática. La salida de Trump del TPP de Obama lo precipitó.
RCEP significa Alianza Comprensiva Económica Regional, por sus siglas en inglés. Es un mega pacto propuesto originalmente por el grupo ASEAN para promover el libre comercio y las inversiones entre países asiáticos. Incluye a los 10 países de ASEAN (Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) y al nuevo bloque comercial aliado de cinco países: Australia, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y, muy importante, la República Popular China.
El tratado se pospuso varias veces, en buena medida por el avance de las negociaciones y firma del TPP. Sin embargo, con la llegada de Trump, su “America First” y la salida de Estados Unidos del acuerdo impulsado por Obama (como contrapeso a la China ascendente), surgieron durante 2018-19 aproximaciones sucesivas entre los 10 integrantes de ASEAN, y las tres potencias económicas de Asia del este (China, Japón y Corea del Sur). A ellas se invitó también a Australia y Nueva Zelanda miembros del CPTPP, así como a India, con la intención de formar un grupo asiático más amplio.
Los datos duros también ayudaron: ASEAN superó en los primeros ocho meses de 2020 a Europa como primer socio comercial de China, con un comercio de 416.6 billones de dólares estadounidenses. El 3.8% de crecimiento anual en este flujo comercial se explica en parte por la caída de la demanda de Estados Unidos y de Europa por la pandemia; pero es consistente con el rápido crecimiento del comercio entre China y el bloque.
Para China es un gran éxito. El primer ministro chino Li Keqiang insistió en la firma en Hanoi que era un logro sin precedentes de la cooperación regional en el este de Asia, pero también “una victoria del multilateralismo y el libre comercio”. (XINHUANET 15-11-20). “Su conclusión –señaló el PM de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc– envía un fuerte mensaje del rol de ASEAN en el mantenimiento del comercio regional y mundial y también en cuanto al desarrollo de las cadenas de valor rotas por la pandemia y el apoyo a la recuperación de las economías” (Vietnam News 15-11-20). El ministro de Comercio Internacional e Industria de Malasia, Mohammed Azmin Ali, consideró que era “un testimonio de la necesidad de fortalecer el multilateralismo y la agenda de desarrollo de la OMC. Por su parte, Simon Birmingham, ministro de Comercio, Turismo e Inversiones de Australia, declaró que era “muy significativo y simbólico en tiempos de incertidumbre en el comercio global”. Todos los líderes políticos y económicos expresaron su satisfacción y expectativas en la ceremonia virtual de lanzamiento.
El RCEP, destaca el New York Times el domingo pasado, es un gran aviso a Estados Unidos de que el planeta está cambiando y que el resto del mundo no va a esperar. La Unión Europea también ha continuado con sus negociaciones comerciales a un paso acelerado. Mientras Estados Unidos se concentra en asuntos domésticos, incluyendo la muy fallida lucha contra la pandemia (frente al gran éxito del Asia del este), los problemas de la infraestructura son cada vez más evidentes y queda cada vez más clara la necesidad de una respuesta de fondo al desafío chino y asiático.
Los 20 capítulos del acuerdo merecen ser analizados con detenimiento. Algunos de ellos sólo formalizan acuerdos de reducciones arancelarias y liberación comerciales ya vigentes en la práctica. Permite mantener algunas restricciones en productos sensibles. Sin embargo, sí exige ya como en el TLCAN y el TMEC reglas regionales de origen que pueden simplificar a las empresas el establecimiento de cadenas de valor entre varios países. Según los expertos, frente al TMEC y el TLCUE tiene menos complejidad legal y contable y da menos atención a cuestiones de propiedad intelectual, condiciones laborales, exigencias ambientales y el otorgamiento de subsidios a empresas estatales. Pero avanza en áreas digitales y de comercio electrónico.
Lo que importa destacar es su impacto positivo previsible sobre el comercio, las inversiones y la competitividad regional asiática y que la reducción de barreras comerciales entre los países impulsará a las grandes empresas globales, que buscan evitar los aranceles y otras barreras de Estados Unidos frente a productos chinos, a mantener sus inversiones en Asia, en vez de relocalizarlas hacia América del Norte (México, por ejemplo).
Desde el primer semestre del año se observó un incremento notable de la IED en Vietnam y en los anuncios de relocalizaciones de empresas o ampliaciones japonesas en ese país y otros vecinos asiáticos, debido a la notable eficacia en el control de la pandemia, la disponibilidad de recursos humanos calificados y la predictibilidad del Estado de derecho. La firma y entrada en vigor del RCEP fortalecerá esa tendencia, ya que otorgará más flexibilidad a las empresas para navegar entre los dos gigantes con aranceles sensiblemente más bajos y reglas de origen uniformes.
Cabe destacar que países como Australia, Nueva Zelanda, Malasia y Vietnam, que ya se han visto favorecidos gracias al CPTPP por el mayor acceso a mercados grandes como los de Japón, México y Canadá (ver, por ejemplo, el notable incremento del déficit comercial de México con Malasia y Vietnam), ahora ampliarán sus ventajas con el mayor acceso a los mercados de China y Corea del Sur. ¿Regresará Estados Unidos al CPTPP? No parece que estaría en las prioridades de Biden; sería difícil además obtener su aprobación en el Senado.
Lo que debe preocupar mucho a Estados Unidos es que ahora los productos chinos tendrán un acceso privilegiado a los países asiáticos. De los grandes mercados sólo se salva India, que decidió desde hace seis meses no incorporarse al RCEP para no tener que reducir sus altos aranceles frente a China. India tiene hoy un déficit anual de 60 millones de dólares estadounidenses con su vecino, que no quiere elevar. Solicitó margen para subir aranceles si se veía afectada en productos sensibles para el empleo. Obtuvo una rotunda negativa. Otros países como Bangladesh están preocupados por haberse quedado fuera. Consideran que Vietnam adquirirá una gran ventaja con el RCEP en prendas de vestir, que representan 85% de sus exportaciones.
México debería estar preocupado también por este nuevo tratado, que pone a muchos países asiáticos competidores en mayor ventaja. Esperemos que la Secretaría de Economía y los sectores industriales que serían afectados “se pongan las pilas”. Lo que debería de inquietarnos más es que no contemos con una política industrial activa, ni con una visión de largo plazo e instrumentos financieros para hacer frente a los desafíos y las oportunidades emergentes. Todos estos países del RCEP disponen, en cambio, de un arsenal de instrumentos y bancos de desarrollo con muchos recursos y alta capacidad de respuesta y previsión. En México llevamos más.
*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero.
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Excelente articulo pero me quedo una gran duda, que tiene que ver Piñera con este articulo que lo ponen en la foto y en el artículo no nombran ni a Chile una vez?