No podría contar el verdadero conflicto de la trama porque sería quemar la historia pero lo único que puedo decir es cómo el juego de estos personajes se convierte en un reflejo fiel de nuestra miseria y autodestrucción. Aquí radica el terror: el miedo a ser descubierto y el miedo a descubrir.
La reposición de “Tom en la granja” en el Foro Lucerna es una de las novedades más interesantes de este segundo semestre. No sólo porque este montaje continúa con la cartelera del espacio dirigido por Mariana Garza y Pablo Perroni, sino también por la poderosa anécdota que cuenta.
Hace menos de un mes, se estrenó la versión cinematográfica de la sensación Xavier Dolan y cuando fui a verla no pude dejar de pensar en el montaje de Boris Schoemann (del que se hará la reposición) porque en ambos casos, sin importar el medio, tienen la misma efectividad dramática; este proyecto, de origen una obra de teatro, no tiene ninguna pérdida en la translación a otro lenguaje.
Mediante una estructura vertiginosa se hilvana un cuento de terror moderno. El autor, Michel Marc Bouchard, condensa a una perfecta galería de personajes siniestros que no necesitan de una gran cantidad de líneas para mostrar sus conflictos y demonios. Bouchard seduce al espectador con los mínimos elementos para recrear un ambiente claustrofóbico.
No se requieren de seres fantásticos o circunstancias detectivescas para provocar miedo; se señala al autoengaño como el peor de los monstruos al que se puede enfrentar un hombre: Tom decide ir al pueblo natal de su novio tras su muerte. Toma valor para conocer a su suegra y cuñado al presentarse en la casa como un “buen amigo” del difunto; reprime su homosexualidad, amor y ganas de vivir el duelo con los familiares por sostener una doble moral.
El monstruo del autoengaño tiene cien cabezas que se alimentan de más mentiras y más silencios. La llegada de Tom a la casa de su novio, con la intención de encontrar un refugio, provoca que la madre y el hermano se deformen y salgan de las apariencias. El mejor secreto no es la homosexualidad del muerto sino las relaciones perversas de la familia para sobrevivir en un pueblo conservador.
No podría contar el verdadero conflicto de la trama porque sería quemar la historia pero lo único que puedo decir es cómo el juego de estos personajes se convierte en un reflejo fiel de nuestra miseria y autodestrucción. Aquí radica el terror: el miedo a ser descubierto y el miedo a descubrir.
“Tom en la granja” se convierte en una persecución mortal por la verdad. La tesis de Bouchard apunta a la imposibilidad de convertir en palabras nuestros pensamientos más honestos. Necesitamos de la neblina compuesta por mentiras para soportar al “otro” porque, si fuera de otra manera, no nos quedaría más que aniquilarnos. El infierno nace cuando los demás me impiden saber quién soy.
El montaje de Schoemann logra una de las cosas más difíciles en el terreno actoral: darle valor al significado oculto de cada línea. El planteamiento escénico depende de poner el acento en la connotación de los diálogos. Jamás se dicen las cosas directo y a la cara sino se entienden a través de segundas lecturas.
El trabajo actoral merece un largo aplauso porque devela el secreto de sus personajes poco a poco mediante acciones físicas que se contraponen en todo momento con las palabras. La admiración del público surge cuando no saben bien a bien cuáles son las razones y motivaciones de las escenas. Esto provoca una efectiva conexión.
“Tom en la granja” tiene una gran resonancia en culturas como la nuestra donde nos duele aceptar la verdad. Donde nadie es capaz de hablar de ella aunque se pavonee frente a nuestros ojos. La anécdota se vuelve aterradora, más allá del conflicto de los personajes, por ser tan reconocible en la cotidianidad.
El Foro Lucerna, con este proyecto, mantiene la imagen de uno de los centros teatrales en búsqueda de espectáculos contemporáneos y comprometidos con las audiencias actuales. “Tom en la granja” merece una temporada de éxito porque hace de la experiencia en vivo un momento deseable por su manera de confrontarnos con la naturaleza humana.
La verdad y la mentira no pueden existir en nuestra realidad. Una persigue a la otra porque quiere su muerte. Y nosotros ayudamos a cometer este silencioso crimen con cada deseo reprimido que acaba por morir en la cotidianidad para hacer un poco más “placentera” la existencia.
“Tom en la granja”
De: Michel Marc Bouchard
Dirección: Boris Schoemann
Foro Lucerna (Calle Lucerna 64, esquina Milán, colonia Juárez)
Viernes 20:45 hrs., sábados 19:00 y 21:30 hrs., domingos 18:00 hrs.