“La voz humana”: “Las risas incómodas de Karina Gidi”

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Los motivos para ver este montaje se convierten en gratas sorpresas cuando uno se sienta en la butaca y se deja envolver por la obra. La historia de Jean Cocteau cuenta cómo una mujer termina una relación amorosa a través de un teléfono.

 

 

Karina Gidi es una de las mejores actrices de este país. Ha probado mediante diferentes historias, directores y montajes su capacidad técnica y recursos poéticos para plantarse en un escenario. Su nombre en una marquesina es sinónimo de confianza y simpatía por ir a verla.

En este mes Gidi reestrenó “La voz humana” de Jean Cocteau en el Centro Cultural Helénico con varios elementos interesantes: la historia de uno de los escritores franceses más vanguardistas, su respectiva adaptación para adecuarla a la realidad mexicana, el trabajo de dirección del reconocido Antonio Castro y, por supuesto, la reinvención de Gidi.

Los motivos para ver este montaje se convierten en gratas sorpresas cuando uno se sienta en la butaca y se deja envolver por la obra. La historia de Jean Cocteau cuenta cómo una mujer termina una relación amorosa a través de un teléfono. La voz de los amantes se convierte en un lazo (a veces confiable, a veces traidor) para aferrarse a los recuerdos. Toda la estructura dramática está diseñada para ser un monólogo donde sólo vemos a una mujer desolada por las despedidas, el duelo y su angustia al enfrentar su soledad.

Cada parlamento revela un personaje complejo en forma y fondo; se retrata la obsesión y compulsión cuando la mujer da razones para no acabar su relación. El público está interesado en cada momento en la historia porque Cocteau retrata un ambiente tóxico para la protagonista sin posibilidad de remediarse.

La historia, al ser una comedia, cumple con la crítica social al cuestionar la forma de amar (aprendida y heredada por la cultura) de cualquier pareja. Las risas del público son provocadas por situaciones lamentables que, precisamente por ese carácter, no pueden provocar otro efecto. La miseria humana se entona en un ritmo y tempo propios de una línea cómica.

Una de las grandes virtudes del montaje mexicano de “La voz humana” es la adaptación. Todo sucede mediante un teléfono celular y el lenguaje, el uso y las costumbres se acoplan a este medio de información. La integración de pequeños detalles de la cotidianidad mexicana hace una empatía clara con el conflicto y el personaje central.

La escenografía para representar la recámara de la mujer funge como un confesionario. La plástica es cuidada y resalta mucho más por un impecable ejercicio de iluminación que recrea las atmósferas necesarias para enfatizar los estados emocionales de la protagonista.

La dirección de Antonio Castro es afortunada porque le permite a la actriz lucirse en su capacidad técnica y rango actoral. Todos los trazos escénicos le ayudan para transitar en sus líneas y provocar los diferentes estados emotivos que pasa el personaje. El ritmo tiene adecuados rompimientos para incrementar la tensión dramática y contrarrestar la densidad de algunos episodios. La propuesta de Castro lleva al público a un clímax impactante.

Karina Gidi demuestra en cada parlamento y en cada transición su destreza técnica para sostener una obra tan difícil en cuanto al tono. Lo más impresionante de su trabajo es cómo trabaja con su respiración para cambiar su línea de pensamiento y el ritmo al interior de los diálogos. Su desarrollo energético es ascendente para llegar a un final poderosísimo.

Toda la caracterización de su personaje está repleto de sutilezas para hacer más verosímil la circunstancia del personaje. Gidi hace parecer que su trabajo es fácil de realizar, sin embargo, detrás de esta fachada hay un gran dominio vocal, una sorprendente modulación energética pero, sobre todo, una extraordinaria sensación del ritmo.

“La voz humana” en la cartelera mexicana demuestra por qué Gidi se ha ganado legitimidad en su trabajo. La dramaturgia es excepcional porque conecta con las audiencias actuales y hace una nueva lectura del trabajo de Cocteau. La voz de Gidi encanta porque no sólo cuenta una historia profundamente desgarradora y divertida, sino porque devela una actriz de grandes ligas que trabaja con un texto de grandes ligas.

 

“La voz humana”

De: Jean Cocteau

Dirección: Antonio Castro

Teatro Helénico (Avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn)

Lunes 20:30 hrs.

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