El resto del elenco trabaja en una sincronía deliciosa para ofrecer una obra energética todo el tiempo.
Ciudad de México.- Éste es el último fin de semana de unos de los trabajos más entrañables de todo el 2014: “Madre Coraje y sus hijos”. La adaptación de la historia de uno de los grandes hitos del teatro occidental, Betolt Brecht, al hablar sobre cómo se capitaliza la destrucción, impacta a las conciencias mexicanas en el turbulento momento social que vivimos.
En esta versión, dirigida por Iona Weissberg y Aline De la Cruz y traducida por Juan Alberto Alejos, la historia se aleja de la anécdota original, la Guerra de los Treinta Años en Alemania, para situarnos en la época revolucionaria de nuestro país. Aquí encontramos a una vendedora errante quien tiene que sortear a los diferentes frentes de la revuelta para no caer prisionera, muerta o amenazada.
Esta mujer saca partido de la miseria humana para ganarse la vida y mantener a sus tres hijos que la acompañan en el camino. Aprende rápidamente cuáles son los mecanismos de la corrupción, para sobrevivir en un mundo amenazante. Ha convertido su familia en su única patria, porque el país y sus instituciones le han fallado reiteradamente.
Brecht, con una crítica severa al nazismo, hace un retrato irrefutable de un sistema político roto, que hace de sus ciudadanos seres igual de rotos. El individuo se pervierte porque es la única manera de salir adelante en un mar de dobles discursos, hipocresía, violencia y asesinatos. La vida se convierte en una contingencia en donde no importa a quien tenga que pisar por hacer escapar a los míos. “Madre Coraje y sus hijos” es dolorosa de ver en un México enfermo e injusto.
Cada escena y diálogo, amén del extraordinario trabajo de adaptación que se hace con el lenguaje y referentes, conectan con los mexicanos por abordar el lado más oscuro de la experiencia humana. Nos hace recapacitar sobre las manifestaciones en las calles, los crímenes y los abusos de autoridad para encontrar nuestro lugar en todo este caos.
Lo mejor de este montaje es que nos pone a todas luces cómo el Estado impacta en nuestras vidas privadas, queramos o no. El narcisismo consensuado en nuestra sociedad se desmitifica: si quieres trabajar por ti, después por ti y luego por ti, será un esfuerzo en vano porque la desgracia del otro te arrastrará y no dejará salir a nadie del fango. A pesar de una esencia alemana, “Madre Coraje y sus hijos” empata con la idiosincrasia del mexicano, sobre todo en sus falacias y mecanismos de control disfrazados de corrección política.
El primer acierto en la dirección es que quita cualquier vestigio de solemnidad enfermiza por trabajar uno de los textos más emblemáticos de la dramaturgia del siglo XX; se ve a una compañía al servicio de una obra, con la intención de conectar con el público y no para demostrar su superioridad intelectual o calidad de élite.
El tono y estilo tan desenfadados hacen un contraste necesario con un tema doloroso. Los guiños al cabaret, la carpa y el vodevil encajan perfectamente con la estructura y aumentan la intensidad del espectáculo. La inserción de números musicales es una decisión atinada porque se vinculan con la tradición del corrido y hacen una experiencia más empática con las audiencias.
Alejandra Ley, como Madre Coraje, hace una de las mejores interpretaciones del año a pesar de no contar con la edad que se requiere para el papel; su desenfado y, sobre todo, ganas de arriesgarse en el escenario, la vuelven una actriz poderosa. Rodrigo Murray, al interpretar el acompañante-mancuerna de la protagonista, se posiciona como uno de los mejores actores del país con habilidades superdotadas para la comedia.
El resto del elenco trabaja en una sincronía deliciosa para ofrecer una obra energética todo el tiempo. Las interpretaciones caen en un lugar justo porque no chantajean la sensibilidad del público y respetan la poética del trabajo de Brecht.
“Madre Coraje y sus hijos” es uno de los trabajos que ponen en un lugar sumamente vulnerable al espectador. Nos hace voltear al horror que está sucediendo en nuestro país, con una de las partituras dramáticas más emotivas. Tal vez el mayor acierto de esta reinterpretación de Brecht, en el México de hoy, es su llamada de atención a no caer en la indolencia ante las heridas de nuestra sociedad.
****
“Madre Coraje y sus hijos”
De: Bertolt Brecht
Dirección de Iona Weissberg y Aline De la Cruz
Traducción: Juan Alberto Alejos
Teatro Juan Ruiz de Alarcón (en el Centro Cultural Universitario – Insurgentes Sur 3000)
Jueves, viernes y sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.