“Un corazón normal” es efectiva con las audiencias actuales porque habla de las despedidas personales.
Ciudad de México.- Todas las reseñas que leí sobre Un corazón normal cuando se estrenó en Broadway, enfatizan la temática gay. Para muchos esta obra de Larry Kramer es una apología de la diversidad sexual en medio de la aparición del SIDA en la primera mitad de la década de los ochenta. Pero Un corazón normal no se puede reducir a eso.
La historia es la siguiente: Ned Weeks es un escritor que dirige la defensa de los homosexuales enfermos de SIDA ante la discriminación del gobierno de Ronald Reagan. Con la ayuda de la doctora Emma Brookner, la primera en atender casos de este tipo, y un grupo de activistas, Weeks emprende una batalla en contra del sistema para lograr atención social, política y mediática.
El personaje público es un hombre duro, combativo y radical. El hombre en privado vive una relación amorosa que lo descontrola en todos los sentidos. Su novio, Felix Turner, lo hace enfrentarse a su incapacidad de amar y conectarse con el “otro” más allá de un nivel físico.
Larry Kramer escribió esta obra en 1985 a modo de panfleto para la fracción gay en los Estados Unidos y contribuir en el levantamiento en contra del gobierno de Reagan. Para las audiencias actuales, la obra es discursiva, sin embargo, Kramer pone ahí una trampa.
Fue muy hábil en usar su obra como un vehículo político, pero esto sólo es un recurso dramático para construir personajes altamente complejos. Ned Weeks trata de enfrentar su incapacidad de amar a través de la lucha social.
Busca frenéticamente el respeto y el reconocimiento social para los enfermos de SIDA de Nueva York pero, en realidad, lo que busca es reconocimiento y respeto para él y su estilo de vida. El subtexto de cada uno de sus parlamentos indica una profunda necesidad de ser aceptado por la sociedad.
Su incapacidad de amar viene de un profundo temor de no tener la aceptación por quién es y por lo que hace. Ese Ned Weeks contestatario oculta a un niño asustado en el mundo y con unas inmensas ganas de ser querido. “Un corazón normal” no pone el dedo en la llaga social del reconocimiento gay, en realidad, habla de buscar la aceptación de los demás para construir nuestra identidad.
Pero Kramer va al fondo de este punto para conmocionar al público. En realidad, el viaje emocional de Weeks empieza con un hombre que quiere ser aceptado por los demás y termina cuando toma conciencia que esa aceptación no vale nada sin tener primero la propia. Ese gran estandarte de la defensa gay no tiene sentido cuando no existe la defensa por quiénes somos. Cada uno, en privado.
Él no puede amar, relacionarse con otro a nivel más profundo, porque él no se acepta. Y no hablo de su preferencia sexual; Weeks se asume como un hombre gay dese el principio de la obra, más bien me refiero a una aceptación total de nuestros demonios y virtudes.
“Un corazón normal” es profundamente conmovedora porque retrata los pequeños y personales duelos de la vida cotidiana. En abandonar lo que fuimos para darle entrada a lo que queremos ser y cambiar así el mundo que nos toca vivir. Las verdaderas victorias sociales se ganan en lo privado no en las calles. Las renovaciones culturales sólo se alcanzan cuando nos transformamos en nuestra “habitación” y tenemos la posibilidad de volvernos a construir.
Y no sólo el protagonista se enfrenta a esta lucha. Todos los personajes, tarde o temprano, se dan cuenta que el discurso político no tiene sentido si no conecta con su víscera, si no existe una transformación personal. En esa gran lucha se les cuela el corazón y es imposible distanciar la vida personal de la pública.
Hay un gran momento de la obra donde la doctora Emma Brookner, interpretado magistralmente por Pilar Boliver (¡aplausos de pie!), se da cuenta de la estafa gubernamental al apoyar la cura del SIDA y abandona su figura política para poner el corazón y la piel en la lucha porque ella, al igual que sus pacientes, se siente marginada por tener polio.
Deja morir a esa persona que creía ser para darle la bienvenida a una nueva: más personal, más auténtica. Un corazón normal es efectiva con las audiencias actuales, porque habla de las despedidas personales. De los lugares que abandonamos para encontrar quiénes somos y cómo queremos ser vistos por los demás.
Un corazón normal habla sobre vencernos a nosotros mismos. Habla de tener la frente en alto para solucionar los problemas de allá fuera dentro de nosotros. Cada uno de los involucrados en el proyecto tiene un corazón normal, que sólo busca conmocionar en un mundo sordo y necio ante el dolor, donde las palabras y su inherente compromiso carecen de sentido. Ellos, como dice Cecilia Toussaint en Hogar, seguirán “soñando a solas (…) a ciegas con mi fe”, seguirán “esperando”.
[box type=”shadow” ]Un corazón normal
De: Larry Kramer
Teatro Milán (Calle Lucerna 64 esquina con calle Milán, colonia Juárez)
Miércoles y jueves a las 20:45 p.m[/box]