Cualquier obra en la que esté Susana Alexander merece la pena verla. Ella es una mujer con una técnica fuera de serie y una experiencia emblemática en la vida artística de este país.
Ciudad de México.- Cualquier obra en la que esté Susana Alexander merece la pena verla. Ella es una mujer con una técnica fuera de serie y una experiencia emblemática en la vida artística de este país; si no fuera por Alexander, varios capítulos de la historia del teatro mexicano no se pudieron haber escrito.
Su tenacidad y perseverancia por apoyar las “tablas” es un ejemplo para todos los que nos dedicamos a este negocio. Ahora Alexander se presenta en un proyecto producido por OCESA llamado “Locos por el té”; esta obra pertenece al área de teatro de cámara de la productora y, como si fuera una norma, vuelve a ser una comedia amable para el público.
No estoy convencido si la inclinación de OCESA por producir historias de este género sea la mejor porque, a excepción de La caja que se montó como hace dos años en el Centro Cultural Manolo Fábregas, ninguna ha logrado un impacto relevante en el público; entiendo la facilidad de la estrategia de marketing para mover este tipo de obras, sin embargo, pongo en duda su conexión y trascendencia.
En fin, más allá de mis inquietudes operativas, Locos por el té es una obra que habla de cómo se vive el teatro por parte de quienes lo hacen. La anécdota la hemos visto millones de veces en otros montajes (y hasta películas) en donde podemos adentrarnos en la preparación de actores para llegar a un montaje: sus miedos, intrigas, éxitos, maledicencias para lastimar a sus compañeros.
No necesitas ser un experto del medio ni mucho menos trabajar en él para identificarte con las situaciones porque lo que importa, al final del día, es como este grupo de trabajo se desquicia para llegar a la meta: el estreno. Locos por el té intenta ser una comedia de rutina física, donde el público no deja de reír durante las dos horas del espectáculo. Los personajes dependen de los enredos de la acción dramática y, por supuesto, de las peripecias que afectan su integridad corporal.
A todas luces, hay guiños a la última parte de Sueño de una noche de verano de Shakespeare, donde unos pueblerinos deciden hacer una obra de teatro sin tener conocimiento de la profesión y experiencia; las gracejadas producto de la inocencia e inexperiencia se vuelven hilarantes para la audiencia, sin importar en qué lugar del mundo se monte. Ahora bien, Locos por el té tiene una gran irregularidad que reside en la adaptación.
Me sorprende demasiado que la dramaturgia resida en los ganadores del premio Molière (premio nacional de teatro de Francia) del 2011, Patrick Haudecoeur y Danielle Navarro Haudecoeur, porque tres cuartas partes de la historia tiene intentos fallidos de chistes. El problema, intuyo, está en la adaptación: los diálogos están forzados y los personajes todo el tiempo se justifican con sus palabras; esto provoca que el público pueda pensar en las motivaciones de todos en escena y se pierda el efecto de la comedia.
La dirección tiene un problema de encasillar en arquetipos a los personajes y esto impide fluidez y verosimilitud. La acción dramática por sí sola tendría que demostrar, por ejemplo, el personaje de una actriz neurótica y abusiva sin la necesidad de hacerlo obvio. Si estuviéramos en otro género, como la farsa, se permitirían estas licencias pero Locos por el té es estrictamente una comedia.
El grupo de actores se ve atado de manos por cumplir una dirección acartonada y un texto redundante. La última parte de la obra es chistosa por sí sola y cumple el cometido con el público, sin embargo, esto tendría que suceder desde los primeros diez minutos.
No obstante, este montaje vale la pena verlo por Susana Alexander, quien su colmillo y años de oficio mejoran al personaje de la “diva” de la compañía. Ella supera los problemas de la dramaturgia y dirección para hacer una creación refrescante, verosímil y llamativa. No devalúo el trabajo de sus demás compañeros, están en lo que están y se nota su precisión por cumplir órdenes, pero la presencia de Alexander los lleva a un nivel de energía fuera de serie.
La obra cae en el ritmo y tono en los últimos veinte minutos. Susana Alexander es una fiera que no le teme a nada y, tal vez, la siguiente aseveración sea el valor más importante de la obra: ver una actriz enfrentarse al toro y tomar todo los riesgos del mundo.
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“Locos por el té”
De: Patrick Haudecoeur y Danielle Navarro Haudecoeur
Dirección: Vanessa Vizcarra
Teatro Fernando Soler (Velásquez de León 31, colonia San Rafael)
Jueves 20:00 horas, viernes 19:30 y 21:30 horas, sábados 18:00 y 20:30 horas, domingos 16:30 y 18:30 horas.