Madrid es una ciudad cosmopolita y, por supuesto, es de mucho menor tamaño que la Ciudad de México. Se observa porque uno la puede atravesar en auto, de un lado a otro, en relativo poco tiempo ‒aunque la televisión señale que “los atascos” (el tráfico) están complicados por las mañanas‒.
El metro o los autobuses no se saturan como en México, ni siquiera en hora pico. (Por cierto, ya no venden boletos en papel; sólo aceptan tarjetas pero que sirven, como me dijeron, “para todas las veces que vuelva”.) El transporte pasa de acuerdo con horarios ya establecidos (o hay carteles que anuncian la frecuencia. Algunas veces cada 6-8 minutos, situación que siempre se cumple). Incluso hay personas que trabajan en Madrid pero viven en la periferia, pues así tienen más facilidades para vivir en una casa que en lugar de “un piso” (departamento como decimos en México). Por lo general, son los que hacen más de una hora de trayecto a la ciudad.
La oferta de museos que ofrece es vasta (ahí sí, como en nuestra capital mexicana). Podemos apreciar lo último del arte contemporáneo en el Museo Reina Sofía (donde se encuentra “el Guernica” de Picasso), o las espléndidas colecciones que van desde pinturas y esculturas desde la Edad Media hasta el siglo XIX, en museos como el Prado y el Thyssen. Pero también recintos dedicados a temas o pintores específicos como serían los casos del Museo del Romanticismo o del Museo Sorolla (la casa que diseñó el célebre pintor valenciano en acuerdo con el arquitecto Enrique María Repullés).
Su Museo de Arqueología Nacional es una joya. El recorrido que ofrece la museografía nos brinda un panorama de la historia del país en sus distintos periodos, desde la Prehistoria hasta el inicio de la Ilustración.
De los orígenes de la humanidad, destaca una impresionante réplica de pintura rupestre de una parte de la Cueva Altamira, además de varias herramientas de piedra, cobre, bronce y oro y varios ejemplos de cerámica que muestran el desarrollo tecnológico de este periodo de la historia. Maquetas y reproducciones virtuales de casas y cámaras sepulcrales que nos ayudan a comprender no sólo la forma de los restos de asentamientos arqueológicos que subsisten, sino también de la riqueza cultural que conllevaron varios pueblos prerromanos como los tartessos, así como los celtas.
Interesante resulta la parte correspondiente a la Hispania romana que inicia con una serie de tablas en latín grabadas en bronces (tablas legales), que eran expuestas en las paredes de edificios públicos para la correcta observancia de la ley. Recordemos que el derecho romano representó la implementación de un orden más estructurado en la sociedad de ese tiempo.
Varios mosaicos muestran la vida cotidiana del pueblo romano. Encontramos desde representaciones de dioses como Júpiter o pasajes mitológicos como el caso de Medusa, hasta los célebres gladiadores que emocionaban tanto a patricios como al pueblo.
La sala dedicada al periodo en el que los musulmanes invadieron la Hispania muestra selectas piezas de arte mudéjar. Los arabescos que decoran capiteles, arcos y mobiliario, nos hablan del enriquecimiento cultural que implicó la convivencia con estos pueblos, que además se integraron con otras manifestaciones culturales derivadas de las invasiones previas de vándalos y visigodos.
La transición a la España católica revela influencias previas que se adaptaron en lo que hoy conocemos como Talavera de la Reina ‒con una espléndida vitrina con el botamen de la botica del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial ‒ pero también de la mano de los avances científicos propios del Renacimiento ‒con su colección de astrolabios que resultaban excelentes auxiliares para conocer la hora‒.
Del siglo XVIII destaca una silla de manos, en estilo rococó, con sus pinturas enmarcadas en ornamentaciones propias del estilo todas en hoja de oro. Este transporte solía usarse desde dos siglos antes, para llevar a la realeza, sobre todo, las mujeres. En el Museo del Barroco en Puebla (México), también tenemos un ejemplo de estas sillas cuya manufactura es exquisita.
El llamado Siglo de las Luces también tiene un espacio. La colección de modelos a escala de templos griegos y romanos es reflejo del “arte de las piedras duras”, es decir, de materiales como mármoles y granitos cuyos colores se enriquecen a través de las formas de la arquitectura clásica.
El Museo también se complementa con dos salas de arte egipcio y griego que muestran los resultados de las expediciones españolas que han incursionado en estos lugares.
El Museo de Arqueología Nacional es uno de los lugares por visitar en la ciudad de Madrid. Desde su página web existe un recorrido virtual que nos puede brindar una oportunidad de acercarnos a la distancia a su espléndida colección: http://www.man.es/man/home.html