Contraste Económico

¡No compres casa!

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Quizá el título de la presente columna nos sorprenda un poco, sobre todo porque en la cultura mexicana nos han inculcado que el principal elemento de seguridad y estabilidad de una familia es contar con una casa propia en la cual vivir durante mucho tiempo; así, la casa se convierte en una parte fundamental del patrimonio familiar.

Pero empecemos por lo más sencillo, la definición de patrimonio establece que éste es el conjunto de bienes propios o de una institución susceptibles de estimación económica, por lo que efectivamente, bajo esta definición, la casa es, por supuesto, parte del patrimonio de un individuo o de una familia. No obstante, desde el punto de vista estrictamente financiero, un activo que genera gastos (y muchos) como una casa y no produce un rendimiento, es en realidad un activo improductivo, por lo que no puede considerarse como parte de un portafolio de inversión.

Las casas son activos que típicamente tienen asociados muchos gastos que los pueden convertir en auténticas cargas financieras, tales como administración, remodelaciones, adecuaciones, hipotecas, mantenimiento, predial, seguros, y si no se hace todo esto se tendría que sumar la devaluación del inmueble. En esta misma categoría de activos improductivos se encuentran los autos, que se deprecian de inmediato al salir de la agencia en 30% y que adicionalmente tienen asociados gastos como tenencia, servicios, mantenimiento, seguros, verificaciones, etcétera.

Históricamente las casas han tenido asociadas muchas ventajas que las han convertido en el imaginario popular en buenas alternativas de inversión, aunque en la realidad no necesariamente funciona de esta manera. Una de las creencias más arraigadas es que las casas siempre aumentan de valor a lo largo del tiempo y que los precios no son tan volátiles como otros activos.

precio de una casa
Imagen: Mark Conlan.

Por lo general, esto es cierto bajo ciertas circunstancias, es decir, las casas aumentan de valor por lo general en la misma proporción de la inflación, dicho de otra manera, suelen mantener su valor en términos reales, y si la zona en la que se encuentra el inmueble se considera privilegiada se puede obtener una plusvalía interesante.

Sin embargo, las casas también enfrentan riesgos importantes. La gran crisis financiera de 2008 (crisis subprime) tuvo su origen precisamente en el sector inmobiliario y rompió muchos mitos cuando los inversionistas se dieron cuenta de manera dramática que las casas tienen implícito un riesgo enorme, y que también pueden bajar de precio hasta el extremo de no valer nada.

Con el estallamiento de la crisis hipotecaria en Estados Unidos el precio de las casas cayó 30% en cuestión de meses, y en la fase más profunda de la crisis hubo zonas en las cientos de casas fueron abandonadas, ya que el valor de la deuda resultó mayor al valor del inmueble debido al fuerte incremento de las tasas de interés, con lo que el precio de las casas fue de cero. Pero hay múltiples casos en los fenómenos naturales como temblores, inundaciones, o problemas de seguridad que han afectado negativamente el precio de casas en vastas zonas geográficas.

Otro de los viejos axiomas del mundo inmobiliario es que el precio de las viviendas tiende a ser menos volátil, es decir, que los precios no varían tan drásticamente como en otros activos; la realidad es que siempre hay cambios en el valor de las casas, la diferencia con respecto a las acciones es que no existe un mercado en el que concurran de manera oferentes y demandantes y, por lo tanto, tampoco un índice que refleje dichos cambios de manera continua a lo largo del día. No obstante, siempre existen factores que afectan la oferta y la demanda de casas y que impactan el precio de las mismas; aunque típicamente estos shocks se materializan en el momento de concertar dichas operaciones.

gasto en casas
Imagen: Behance.

Las acciones tienen varias ventajas sobre las casas, comenzado por la gran capacidad para diversificar que ofrecen, ya que se puede invertir en acciones relacionadas con el sector de la construcción y en muchos otros sectores con gran potencial de crecimiento.

Sin duda, una de las grandes virtudes de las acciones frente a la adquisición de una casa es la gran liquidez que tiene el mercado bursátil. Dicho de otra manera, las acciones pueden convertirse en efectivo prácticamente de inmediato después de vender las acciones (72 horas hábiles después de procesarse la venta de títulos), mientras que la venta de una casa puede tardar meses o años, ya que depende de todo un proceso que implica desde, contratar un bróker, encontrar un comprador, realizar avalúos, trámites ante notario, pago de impuestos, etc. La única opción para apresurar la venta de una casa es bajar de manera agresiva el precio, lo que significa la pérdida de dinero.

Otra de las grandes virtudes de invertir en acciones es que no se requiere de un gran capital. Existen Casas de Bolsa y vehículos como los Fondos de Inversión, en los que se puede participar en el mercado accionario desde $100 (cien pesos), brindándote la posibilidad de ser socio de Jeff Bezos de Amazon, Bill Gates de Microsoft, Mark Zuckerberg de Facebook, etc., mientras que comprar una casa puede significar un desembolso importante de recursos.

Ahora bien, en lo que se refiere al atractivo en términos de rentabilidad, las acciones siempre muestran una tendencia positiva y superior a las casas en el largo plazo. Me gustaría citar un ejercicio que nos puede ayudar a visualizar la diferencia entre comprar una casa e invertir en acciones en el periodo 2005-2015. En este lapso el IPyC de la Bolsa Mexicana de Valores registró un rendimiento acumulado de 250%, mientras que la inversión en un inmueble, medida a través del Índice de Precios de la Vivienda en México elaborado por Sociedad Hipotecara Federal, tuvo una variación de sólo 88%.

valor de la casa
Imagen: Mark Conlan.

Pero te invito a reflexionar sobre cuánto puedo aumentar el precio de las casas en este 2020, en el que vivimos una profunda recesión económica por el impacto del Covid-19, con cierre de empresas y un gran desempleo, ¿5%, 10%, 15% acaso? Lo cierto es que el rendimiento del S&P 500 en este 2020 es de 20%, y de 50% desde su punto más bajo el 23 de marzo.

Es decir, si tú hubieras tenido $10 millones para comprar una casa el 1 de enero de este año y lo hubieras invertido en el mercado de valores de Estados Unidos, en el S&P 500, a estas alturas tendrías $13 millones, pero si en lugar de invertir en un Índice hubieras hecho un ejercicio de selección de empresas y hubieras comprado, por ejemplo, acciones de Tesla, hoy tendrías $70 millones, con lo que once meses después pudiste haber comprado la misma casa de $10 millones y quedarte con $60 millones en tu chequera.

Como hemos señalado en diferentes ocasiones, invertir en Bolsa requiere de una visión de largo plazo, disciplina, prudencia y, sobre todo, de una metodología probada. Por supuesto que una de las necesidades básicas del hombre es contar con un techo digno y construir un patrimonio familiar. El objetivo del presente artículo es simplemente destacar que existen formas más inteligentes de adquirir un inmueble a las formas tradicionales.

Las expectativas para el mercado accionario en Estados Unidos en los siguientes cuatro años son muy alentadoras por el inicio de una nueva administración, el impacto positivo de la vacuna contra el Covid-19, la pronta aprobación de estímulos económicos y la presencia de tasas de interés en niveles de cero por ciento por un periodo prolongado de tiempo. Por eso, en lugar de comprar una casa, acércate a un buen asesor financiero y compra acciones de empresas sólidas, con el tiempo te darás cuenta de que fue una excelente decisión.


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Durante la década de los setenta, la economía mexicana basó su modelo de crecimiento en la explotación y venta de petróleo; cuando los precios internacionales cayeron y las tasas de interés aumentaron ante el surgimiento del fenómeno inflacionario a nivel mundial, inició en nuestro país una etapa de crisis y estancamiento que distinguió a la economía mexicana durante los ochenta, lapso que se conoce como la “década perdida”.

Hoy las cosas son diferentes gracias sobre todo a la entrada en vigor del TLC el 1 de enero de 1994. Las exportaciones del país son mucho más diversificadas, de manera tal que la venta de petróleo representó solo 6% de las ventas totales al exterior al cierre de 2019 y las manufactureras en 89%.

Esto último es muy importante ya que la reciente caída de los precios del petróleo hasta niveles negativos, fenómeno que no se había registrado nunca en la historia, en realidad no tuvo un impacto en la balanza de pagos. Es decir, México no enfrentó una currency crisis como en el pasado debido a una fuga de capitales o una caída en las reservas internacionales.

petroleo economia mexicana
Ilustración: Revista UP.

Es cierto que el peso ha observado una pérdida de valor recientemente que lo llevó de una cotización de 18 pd a 26 pd, no obstante, esta situación fue resultado más de un fenómeno global de aversión al riesgo por los impactos, aún desconocidos, sobre la economía de la pandemia que a un colapso de las cuentas externas.

Uno de los grandes problemas actualmente es que subsiste la dependencia de las finanzas públicas hacia los precios del petróleo. Como se comentó anteriormente, en 1982, los ingresos petroleros representaron 45% del total de ingresos del sector público, mientras que al cierre de 2019 esta cifra fue de 18%. A pesar de esta disminución, los ingresos públicos siguen siendo muy vulnerables a los vaivenes en los precios del petróleo.

El panorama luce poco alentador, ya que el otro gran rubro de ingresos del sector público, los ingresos tributarios, se han venido colapsando desde el año pasado ante la falta de actividad económica. En el marco de una economía boyante la caída en los precios del petróleo pudo tener un impacto limitado; no obstante, en una economía que se venía desacelerando desde 2019 por la falta de confianza y el desplome de la inversión, la caída en los precios del petróleo ha resultado lapidaria.

Ante este escenario, y siguiendo la acción de la Fed (Sistema de la Reserva Federal, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos, Banco de México decidió continuar con una política monetaria altamente expansiva, buscando incentivar la economía mexicana.  Efectivamente, en lo que va del año, el Banco Central ha disminuido la tasa de referencia consecutivamente, llevándola de 7.25 a 4.5%, buscando alentar en la medida de lo posible la demanda agregada.

fed
Imagen: Expansión.

De acuerdo con el Instituto Central, la pandemia COVID-19 originará un choque sin precedentes que impactará de manera negativa tanto la demanda como la oferta agregada, lo que contribuirá a que la brecha del producto se haga aún más negativa.

Esto último permite anticipar que el Banco Central seguirá por la ruta de instrumentar una política monetaria expansiva, por lo que la atención de los analistas hoy se centra en anticipar el momento y la cuantía de los siguientes recortes en las tasas de interés. En este sentido, el entorno y la falta de una acción gubernamental contundente hacen suponer que la tasa de interés se ubicará en 4.0% al cierre del presente año.

Es un hecho que Banxico tiene margen para recortar las tasas de interés, sobre todo porque la Fed ha llevado prácticamente a cero la tasa de los Fed Funds; no obstante, hay que tener presente que en las circunstancias actuales, la demanda es inelástica a la baja de las tasas de interés, fenómeno que se conoce como Trampa de la Liquidez.

En el contexto de la Trampa de la Liquidez, las tasas podrían bajar de igual forma a cero por ciento en México y la actividad económica simplemente no repuntaría, de manera tal que la baja en tasas está limitada a un nivel, cercano a 4%, después del cual por una evaluación de riesgo se podría presentar una salida de capitales, y esto presionar el tipo de cambio y, por lo tanto, los niveles inflacionarios.

economia global
Imagen: Alto Nivel.

La caída de los ingresos petroleros y los ingresos tributarios impiden que México cuente un programa de apoyo a la actividad económica contundente y agresiva como ha sucedido en otros países. Ante una política fiscal inexistente y una política monetaria insuficiente, el impacto de la pandemia en la economía será total, ocasionando una caída del PIB de 10% en este 2020, la segunda caída más profunda de la historia de México.

Desafortunadamente, la lección de las últimas décadas muestra que, ya sea que los precios del petróleo sean altos o bajos, nuestro país no ha podido encontrar la fórmula para crecer.

A diferencia de México, en donde el Gobierno no cuenta con espacio para instrumentar un paquete de ayuda económica que permita apoyar la acción de la política monetaria, y de esta forma evitar la contracción de la economía, en Estados Unidos se han detonado diferentes programas millonarios en apoyo a la actividad productiva lo que seguramente se traducirá en una recuperación mucho más rápida.

Así, se espera en la economía estadounidense tenga una recuperación en forma de “V”, es decir, que después de una profunda contracción, se presente un fenómeno similar a la tercera Ley de Newton, que establece que a toda acción corresponde una reacción con la misma fuerza pero en sentido inverso, lo que augura al mismo tiempo una pronta recuperación de los mercados financieros.


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La historia económica de México no se puede entender sin una consideración especial al petróleo y los desequilibrios macroeconómicos que han ocasionado los interminables vaivenes de los precios internacionales de los hidrocarburos.

Hay dos posiciones que sintetizan la relevancia que ha tenido el petróleo en la economía mexicana:

1. La primera corresponde a José López Portillo, Presidente de México en el periodo 1976-1982 en el marco de su primer informe de gobierno el 1 de diciembre de 1977. “En la época actual, los países pueden dividirse entre los que tienen y los que no tienen petróleo. Nosotros lo tenemos. Tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia”
2. La segunda corresponde a muchos analistas y sugiere que lo peor que le pudo pasar a México fue precisamente tener petróleo, ya que esto contribuyó de manera importante a postergar los verdaderos cambios estructurales que el país requiere, ocasionando rezagos económicos, desequilibrios e incertidumbre ante la dependencia de un producto cuya característica principal es una marcada volatilidad en los precios.

petroleo en mexico
Ilustración: Nexos.

Efectivamente, en este rango de ideas ha oscilado la evolución de la economía mexicana al menos desde la década de los 70 del siglo pasado. De hecho, la crisis de los ochentas, conocida como la década perdida, no se puede entender sin considerar la exuberancia registrada en los precios del petróleo durante los años setenta y su posterior colapso, debido a un exceso de oferta de crudo a partir de los primeros meses de 1981 y que fue resultado de una disminución en la actividad económica internacional.

Vale la pena poner en perspectiva lo que significa la exuberancia en los precios del petróleo. Los países desarrollados, particularmente Estados Unidos, mostraron una fuerte expansión económica en los setentas. En 1970 el PIB estadounidense creció sólo 0.2% para posteriormente expandirse a niveles cercanos a 6% durante los siguientes años, lo que generó una gran demanda de petróleo e impulsó los precios a las nubes; de esta forma, los precios internacionales de petróleo que a principios de los setenta se ubicaban en 1.2 dpb llegaron hasta 35.5 dpb en 1980.

Este fenómeno generó un impacto múltiple en la economía. Gran parte de la actividad económica en el lapso 1976 a 1980 se explicó por la expansión de la demanda agregada, que a su vez se vio influida por el crecimiento del sector petróleo y su impacto en el gasto público y la inversión privada, factores que originaron que se alcanzaran crecimientos del PIB de 9%; en dicho periodo con una tasa de desempleo que disminuyó constantemente.

petroleo
Imagen: El Economista.

Por otro lado, al incrementarse el potencial petrolero del país y tras anunciarse un agresivo de extracción de petróleo, se facilitó el acceso del sector público y empresas privadas a los mercados internacionales de capital, lo que propició un incremento desmesurado del endeudamiento del país con el exterior. De esta forma, la deuda externa como proporción del PIB pasó de 22% en 1976 a 36% en 1982, la mayor parte del endeudamiento público (30%) se concentró en Pemex.

Quizá uno de los efectos más perversos de esta “exuberancia” económica, fue el hecho de que México se convirtió en un país monoexportador. La inversión tanto pública como privada favorecieron el sector energético ante la creciente rentabilidad del petróleo, por lo que las ventas al exterior de petróleo aumentaron significativamente, al grado de que para el cierre de 1982, las exportaciones petroleras representaron 77% de las ventas totales al exterior.

El aumento de los ingresos por exportación de petróleo ocasionó una mayor participación de este sector dentro del PIB y en una modificación de la estructura de ingresos del sector público. Los ingresos públicos por concepto de petróleo se incrementaron 4.8% en términos reales de 1977 a 1981, y los ingresos impositivos tan sólo en 0.5%. De esta forma, la participación de los ingresos derivada de la venta de petróleo dentro de los ingresos totales, se incrementó de 7% en 1977 a 45% en 1982.

caida del petroleo
Ilustración: El Colombiano.

Desafortunadamente, el fuerte incremento en los precios del petróleo vino aparejado con presiones inflacionarias a nivel mundial, por lo que los principales Bancos Centrales instrumentaron una política monetaria altamente restrictiva. Efectivamente, la tasa de interés de política en Estados Unidos se incrementó de 4% en 1976 a 45% en 1984.

El resultado de esta acción de política monetaria fue un severo freno de la actividad económica mundial que empezó en 1980, continuo en 1981 y se agudizó en 1982. El PIB de los países miembros de la OCDE se expandió 4.2% en el periodo 76-79, en 1980-81 el crecimiento fue de 1.9%, y en 1982 fue de cero por ciento; en este último año el PIB de Estados Unidos incluso se contrajo 1.9%.

La ya evidente recesión mundial se reflejó en una caída en la demanda de petróleo y en el desplome de los petro-precios, que después de alcanzar máximos históricos de 35.5 dpb en 1980, se desplomaron hasta 11 dpb en 1986. De esta forma, se materializó el peor de los escenarios para México: caída en los precios de nuestro principal producto de exportación e incremento en las tasas de interés después de habernos endeudado de manera significativa.


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Siguiendo la acción de la FED –el Sistema de Reserva Federal– en Estados Unidos, el Banco de México decidió continuar con una política monetaria altamente expansiva, buscando inyectar esteroides a la alicaída economía mexicana.  Efectivamente, en su reunión del pasado 21 de abril, el Instituto Central de nuestro país tomó acciones importantes para alentar, en la medida de lo posible, la demanda agregada así como operaciones de liquidez adicionales.

En su último comunicado destacan varios temas interesantes. Fue, al igual que la realizada el 20 de marzo, una reunión de la Junta de Gobierno fuera de calendario, lo que habla de la necesidad de actuar con prontitud ante la delicada situación por la que atraviesa la economía nacional y en tándem con lo realizado por la Reserva Federal anteriormente.

baja en tasas economia
Imagen: Be In Crypto.

Por otro lado, aunque la disminución de 50 puntos base (pb) en la tasa de referencia, para dejarla en 6.0% era ampliamente esperada por los participantes en el mercado, llamó igualmente la atención que se realizara de manera unánime, cuando en las reuniones anteriores se habían presentado discrepancias dentro los miembros de la Junta de Gobierno en relación a la velocidad que debería de tener la relajación monetaria.

Finalmente, es de destacarse el paquete de diez medidas encaminadas a promover el correcto funcionamiento de los mercados, proveer liquidez al sistema financiero y fortalecer los canales para otorgar crédito. Dentro de este paquete destaca la provisión de recursos a instituciones bancarias para canalizar crédito a la micro, pequeña y medianas empresas, y a personas físicas afectadas por la pandemia por un monto de 250 mil millones de pesos equivalentes a 1.0% del PIB. En el agregado, estas medidas junto con otras tomadas anteriormente, representan un monto equivalente a 3.5% del PIB.

Evidentemente, el objetivo fundamental de todas estas acciones es hacer frente a una de las caídas más profundas de la actividad económica. El propio Banco Central señala en su comunicado: se estima que las afectaciones sobre la actividad económica nacional derivadas de la pandemia, conducirán a una contracción importante de la actividad económica del país en el primer semestre del año. Si bien aún se desconoce la magnitud y la duración de los efectos de la pandemia y la información aún es limitada, estimaciones iniciales sugieren que el PIB en el primer semestre de 2020 podría llegar a presentar una reducción mayor a 5% respecto al mismo periodo del año previo.

inyectar economia
Imagen: Be In Crypto.

Desafortunadamente, las estimaciones parecen que se quedarán cortas. De hecho, la propia encuesta de expectativas económicas del sector privado realizada por Banxico, correspondiente al mes de abril, muestra un fuerte deterioro en el estimado del PIB para este 2020, al pasar de -3.5% en la encuesta previa a -7.1%.

Llama la atención la amplia dispersión entre las proyecciones de los analistas que participan en la encuesta, ya que dichas expectativas se mueven en un rango de entre -3.6% y -12%. Seguramente, en la medida en que se vaya divulgando información oportuna, las proyecciones irán convergiendo en un rango mucho más estrecho y cercano a -10%.

De esta forma, existe un amplio consenso entre economistas del sector privado y las instancias financieras gubernamentales, en el sentido de que la pandemia COVID-19 originará un choque sin precedentes que impactará de manera negativa tanto la demanda como la oferta agregadas, lo que contribuirá a que la brecha del producto se haga aún más negativa.

economia lenta en Mexico
Ilustración: Nexos.

Esto último permite anticipar que el Banco Central seguirá por la ruta de instrumentar una política monetaria altamente expansiva, por lo que la atención de los analistas hoy se centra en anticipar el momento y la cuantía de los siguientes recortes en las tasas de interés.

Es un hecho que Banxico tiene margen para recortar las tasas de interés, sobre todo porque la FED ha llevado prácticamente a cero la tasa de la Federal funds –tasa de interés de fondos federales–. No obstante, hay que tener presente que en las circunstancias actuales, la demanda es inelástica a las tasas de interés: éstas podrían bajar de igual forma a cero por ciento y la actividad económica simplemente no repuntaría, de manera tal que la baja en tasas está limitada a un nivel, cercano a 4%, después del cual por una evaluación de riesgo se podría presentar una salida de capitales y esto presionar el tipo de cambio y, por lo tanto, los niveles inflacionarios.

Dado este fenómeno de inelasticidad de la economía, es muy importante que entre en acción la política fiscal. Se necesita tomar acciones en conjunto de la política monetaria y fiscal, la participación de los empresarios y generar confianza para las inversiones nacionales y extranjeros, de otra manera el país no crecerá.

Manuel Guzmán M. es Vicepresidente de Negocios Estratégicos de Samurái Capital: manuel@samurai.science. La opinión aquí expresada es responsabilidad del autor.


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México atraviesa por una situación extremadamente complicada debido a la presencia de diversos factores internos y externos, que han significado una caída abrupta de la actividad económica. Es difícil hacer una evaluación precisa del impacto conjunto de este entorno sobre la economía mexicana, pero se puede anticipar una caída importante del PIB. En este sentido, vale la pena echar una mirada a las peores crisis que se han vivido en nuestro país para tener una idea del terreno en el que estamos incursionando.  

Hacia finales de la década de los veinte y principios de los treinta, la actividad económica mundial se desplomó como resultado de la crisis surgida en Estados Unidos, y que más adelante se conocería como la “Gran Depresión”. La caída del mercado bursátil en 1929 impactó al sistema bancario estadounidense, que ante una fuerte corrida de recursos, colapsó por problemas de liquidez. En los siguientes tres años que siguieron al famoso “jueves negro” el 24 de octubre de 1929, cuando la bolsa de Nueva York cayó 13.47%, las condiciones de la actividad económica mundial se deterioraron de manera significativa.

Al finalizar 1932, el comercio internacional se contrajo 66%, la producción mundial cayó 40 y se registró una deflación de 50%. En Estados Unidos, epicentro de la recesión, quebraron alrededor de 110,000 empresas en el periodo 1929-1932 y cerca de 14 millones de personas perdieron su empleo –30% de la población activa– y 30 millones en los países industrializados.

México no se pudo abstraer de esta tendencia de depresión a nivel mundial. En 1929 el PIB cayó 3.6%, en 1930 disminuyó 6.6% y después de un crecimiento de 3.5% en 1931, la economía mexicana se desmoronó 14.9% en 1932, la peor recesión económica registrada en nuestro país.

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Fotografía: Emaze.

A finales de la década de los setenta se presentó un periodo de expansión impulsado por el crecimiento de los países industrializados y el aumento de los precios del petróleo. En los ochenta, México entró en una etapa de aletargamiento; en el periodo 82-89 el crecimiento promedio del PIB fue de sólo 0.5%, por lo que a este lapso se le conoce como “la década perdida”. No fue hasta el periodo 90-94 cuando la economía mexicana recobra la senda del crecimiento, gracias a una serie de cambios estructurales de gran calado que se reflejaron, no sólo en una mayor actividad económica, sino también en el abatimiento de la inflación de niveles superiores a 150% en 1987 a 7% a finales de 1994.

No obstante, la devaluación del peso frente al dólar en diciembre de 1994 ocasionó una fuerte caída del PIB al cierre de 1995 (-6.3%). Este derrumbe fue de tal magnitud que significó un retroceso en el valor del producto de siete años.

En 2008 el mundo enfrentó nuevamente un escenario económico muy complicado, luego de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre, lo que desató una crisis económica mundial que se incubó en el sector hipotecario estadounidense y se propagó por el mundo debido al default de bonos que fueron adquiridos en buena parte por bancos europeos. El incremento en la aversión al riesgo a nivel global y la fuerte contracción de la demanda global ocasionaron que el PIB en nuestro país cayera 5.3% en 2009.

Es importante destacar que existe una diferencia muy importante entre la crisis de 1995 y la de 2009. La primera tuvo un origen interno, toda vez que los diferentes acontecimientos políticos que se presentaron en ese año –surgimiento del EZLN, el asesinato de Colosio, etc.– mermaron la confianza de los agentes económicos, mientras que la de 2009 nos vino de afuera.

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Imagen: Vértigo.

Hoy tenemos quizá una crisis “nueva” que podría ser de proporciones mayúsculas, ya que cuenta precisamente con los dos catalizadores, el interno y el externo, lo que significa que estamos entrando en terreno desconocido.

En 2019, la economía mexicana registró una contracción de 0.1% derivada de una serie de medidas que el sector empresarial percibió atentaban contra el estado de derecho, lo que mermó la confianza, paralizó la inversión y condujo incluso a que la empresa S&P recortara la calificación de la deuda soberana de México.

A la desaceleración manifiesta de la actividad económica en México, se sumó en este 2020 la pandemia del coronavirus y la disrupción que causó de las cadenas de suministro a nivel mundial, lo que paralizó la actividad productiva ante la falta de insumos, y la contracción del consumo debido a las medidas de aislamiento que se han tenido que adoptar en todo el mundo.

México enfrenta dos circunstancias que hacen aún más sombrío el escenario económico en este 2020. La caída en los precios del crudo debido a la guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia, y el recorte a la calificación de la deuda soberana de México y Pemex por parte de las principales agencias calificadoras. Si se llegara a materializar la pérdida del grado de inversión, las consecuencias sobre el peso, la inflación y, en general sobre la economía, serían terribles.

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Imagen: RT.

Ante la atroz coincidencia de malas noticias, la pregunta que todos se hacen es de qué tamaño será la recesión en este 2020. Me temo que la respuesta será muy desagradable toda vez que el escenario descrito se ve aderezado por la falta de un plan económico gubernamental que permita hacer frente a una crisis que se percibe aterradora.

El 26 de marzo la correduría JPMorgan fue la primera institución en prever un severo desplome de la economía mexicana en este 2020 (-7%). De acuerdo con JP, el distanciamiento social, paros en sectores económicos claves y un golpe a los sistemas de salud, sugieren que los riesgos a la baja permanecen.

En días recientes, Santander dio a conocer su estimado para este año, previendo una caída de 6.4%, mientras que Bank of America proyecta que la economía se hunda 8.0%. Es previsible que el resto de los analistas ajusten a la baja sus proyecciones hacia una caída superior a 6% en la medida que se den a conocer los datos de actividad económica del segundo trimestre.

El efecto conjunto sobre la economía mexicana de la falta de inversión, el colapso del consumo y las cadenas de producción, el desplome de los precios del petróleo y la mayor aversión al riesgo por el recorte a la calificación de la deuda soberana, sugieren que la contracción del PIB de México en este 2020 será de 6.7%, la más funesta desde la Gran Depresión.


Manuel Guzmán M. es Vicepresidente de Negocios Estratégicos de Samurái Capital. manuel@samurai.science. Agradezco la valiosa colaboración de Lucero Jiménez de la Universidad de la Américas Puebla. La opinión aquí expresada es responsabilidad del autor.


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Freno económico en México

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No cabe duda que todos quisiéramos ver una economía boyante, después de tantos años de anquilosamiento, nos merecemos una época dorada de expansión; desafortunadamente, no será este año ni el siguiente cuando este deseo tan anhelado se materialice.

Algunos de los indicadores que dan cuenta de lo anterior son los siguientes. De acuerdo con el INEGI, el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) registró en febrero una variación anual de 1.1%, por encima del consenso que anticipaba un crecimiento económico de 1.0%, aunque inferior al 1.3% observado un mes antes.

Mensualmente, el registro muestra una expansión de 0.2%, sumando dos meses con variaciones positivas, lo que llama poderosamente la atención ya que es en estos dos primeros meses del año cuando se presentaron las afectaciones a las cadenas de suministro derivadas del desabasto de gasolina, la paralización de las vías férreas en Michoacán y las huelgas en Matamoros que ocasionaron el cierre de varias empresas maquiladoras.

Analizando los distintos componentes del IGAE, se puede observar que el sector primario logró un avance importante de 9.2%, lo que representa la mayor expansión de este sector en 25 meses, mientras que la producción industrial se contrajo 0.8% y las manufacturas matizaron su ritmo de expansión al pasar de 1.3% en enero a 1.1% en el segundo mes del año. Finalmente, el sector servicios creció 1.7%, menos que el 2% registrado en el mes de enero.

Ajustado por estacionalidad, los tres sectores presentaron una variación positiva, aunque hay que destacar que el sector industrial hiló su cuarta contracción consecutiva, los servicios se encuentran en franca desaceleración y las manufacturas se han moderado.

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Fotografía: Feednoticias.

Aunque el desempeño económico ha sido mejor al esperado, sobre todo a la luz de las afectaciones en las distintas cadenas de suministro, habrá que decir que todo apunta a que el PIB de 2019 crecerá por debajo de 2%, esto es por debajo del promedio de 2.3% registrado en los últimos treinta años, lo que es una muy mala noticia toda vez que en 2020 la economía mexicana crecerá, en el mejor de los casos, 2%.

Pero el crecer no es un objetivo por sí mismo, lo verdaderamente relevante es que este crecimiento se vea reflejado en mayores niveles de empleo y en mejores salarios, lo que derivaría en un mayor consumo y nuevamente en una mayor producción, creándose de esta forma un círculo virtuoso.

Esta misma lógica funciona en caso contrario, es decir, una menor actividad económica se ve reflejada en una menor generación de empleos. En este sentido, el mismo Instituto Nacional de Estadística y Geografía anunció recientemente que en marzo del presente año la tasa de desocupación se ubicó en 3.6% como proporción de la Población Económicamente Activa.

La tasa de desempleo registrada en marzo es la mayor desde diciembre de 2016, y si bien es cierto se encuentra aún por debajo de los niveles registrados después de que estalló la crisis hipotecaria en Estados Unidos (en 2009 y 2010 el desempleo se ubicó cerca de 5.5%) lo importante es destacar que la tendencia apunta hacia una menor generación de empleos.

Un elemento que podría coadyuvar a una mayor actividad económica es el recorte a las tasas de interés de política, lo que sólo podría presentarse en el escenario de una inflación baja. Desafortunadamente, en el terreno de los precios las noticias tampoco han sido muy alentadoras.

freno economico
Imagen: Shutterstock.

En la primera quincena de abril, la inflación general registró una variación de -0.03% mientras que el consenso anticipaba una deflación más profunda del orden de -0.18%, al mismo tiempo que la inflación subyacente aumentó 0.40% contra un estimado por el mercado de solo 0.19%.

Con estos datos, la inflación general en términos anuales pasó de 4.00% al cierre de marzo a 4.38%, mientras que la subyacente lo hizo de 3.55% a 3.94% en el mismo lapso. Ambos datos son altamente perjudiciales toda vez que la inflación general rompió el límite superior del objetivo del Banco Central, mientras que la subyacente se ubica en un nivel no visto desde la primera quincena de marzo de 2018, escenario que podría retrasar o cancelar la posibilidad de que el Banco de México recorte las tasas de interés en este 2019.

Es decir, el contexto doméstico claramente se ha venido complicando, con la mala fortuna que el entorno externo igualmente se ha deteriorado. La incertidumbre relacionada con el Brexit, la posición de Estados Unidos frente al fenómeno migratorio que amenaza con cerrar la frontera norte ‒lo que de hecho, ya está sucediendo de manera parcial con un alto costo para el comercio entre los dos países‒, son diques que frenarán aún más la actividad económica del país.

De acuerdo con la encuesta más reciente de Citibanamex, el PIB esperado para este 2019 es de 1.5% mientras que para 2020 se ubica en 1.8%. Esperemos ver medidas que dinamicen el gasto del sector público e incentiven la inversión de la iniciativa privada, de lo contrario mantendremos esta dinámica de parálisis económica.

Impacto limitado en la economía

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El primer trimestre del año se caracterizó por una serie de eventos que anticipaban un desempeño muy pobre de la economía. La cancelación del nuevo aeropuerto, el desabasto de gasolina principalmente en estados con una intensa actividad manufacturera, la paralización de las vías ferroviarias en Michoacán y las huelgas en múltiples empresas ubicadas en Matamoros, son algunos de los fenómenos que se presentaron en los primeros meses del año y que ensombrecieron la vida productiva del país.

A pesar de este marco, sin lugar a duda complicado, la producción industrial en México durante el mes de enero registró un repunte después de tres meses de contracción. De acuerdo con el INEGI, la actividad industrial cayó 0.9% en enero, desempeño mejor al esperado por el consenso que estimaba una caída de 2.0%.

Este comportamiento fue resultado de una contracción del sector minero de 10.5%, lo que representó el mayor retroceso de este sector primario desde septiembre de 2017; como era de esperarse, el subsector que tuvo el mayor impacto en la minería fue la extracción de petróleo y gas que, de manera consistente con las cifras dadas a conocer recientemente por Pemex, se contrajo 15.1%, debido a que los niveles actuales de producción son los más bajos de los últimos treinta años.

Impacto limitado en la economía.
Imagen: AM Noticias.

Dentro de los componentes que compensaron parcialmente el magro comportamiento del sector minero, se encuentra el de la construcción que registró un avance de 1.7%, revirtiendo el comportamiento de baja de los dos últimos meses, destacando el incremento de 2.5% en el ramo de obras de ingeniería civil después de haber caído casi 11% en el mes de diciembre.

El resultado de la producción industrial llama la atención, sin embargo, es aún más sorprendente el hecho de que con las adversidades de los primeros meses del año, el sector manufacturero haya avanzado 1.3% durante enero, lo que compara favorablemente con el avance de 0.2% del mes anterior.  Al interior de este sector, los avances más destacados se observaron en la fabricación de maquinaria y equipo que avanzó 7% y el transporte que creció 6%, incrementos que fueron compensados por la contracción de 18% en la elaboración de productos derivados del petróleo y carbón.

En el mismo sentido, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) tuvo un desempeño mejor a lo esperado en el mes de enero, al avanzar 1.3% frente a un estimado por el consenso del mercado de 0.8%. El desglose de este indicador indica que la actividad del sector primario registró un incremento de 3.8% anual, a la par que los servicios avanzaron 2.2%.

El hecho de que estos indicadores hayan resultado mejor a lo esperado es una buena noticia, sobre todo porque el escenario se percibía difícil y el impacto esperado era claramente superior. Referente a esto último, pueden tejerse diferentes hipótesis, una de ellas es que parte del impacto se pudo haber trasladado al mes de febrero, por lo que será muy importante observar si para los distintos indicadores de actividad económica hay posibilidad de mantenerlos en terreno positivo en los siguientes meses.

Impacto limitado en la economía.
Foto: Ororadio Noticias.

Por otro lado, es importante destacar que adicionalmente al impacto en las cadenas de suministro derivado de la falta de combustible y la paralización de las vías férreas en Michoacán, existen otros elementos que probablemente podrían incidir en una menor actividad económica.

Algunas políticas y decisiones en el frente local, que han generado incertidumbre entre los inversionistas locales y extranjeros, y la persistencia de un crecimiento global caracterizado por la atonía en países como Gran Bretaña, podrían ser limitantes importantes para la inversión y el avance del comercio internacional.

A pesar de los buenos indicadores comentados, la expectativa para el PIB de nuestro país sigue siendo de un comportamiento modesto, por decir lo menos, en este 2019. De acuerdo con la última encuesta de Citibanamex, el crecimiento esperado para el presente año es de 1.5% y de 1.8% para el 2020, ambas cifras por debajo del crecimiento promedio de los últimos treinta años.

Esperemos que efectivamente podamos generar las condiciones para un mayor crecimiento económico y que nos convirtamos en una verdadera potencia a nivel mundial. Este objetivo altamente deseable, tendrá que pasar por el fortalecimiento de la confianza de los inversionistas, que son los encargados de generar más y mejores empleos.

Las aristas del Banco de México

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El pasado anuncio de política monetaria del Banco de México describe un escenario complejo para la economía global y, por su puesto, para nuestro país. En términos generales pueden distinguirse tres aristas en el análisis que elaboró el Instituto Central que valen la pena tener presentes.

La primera arista que destaca el Banco de México es la marcada desaceleración de la economía mundial en el último trimestre del 2018, particularmente en los países avanzados y en algunos emergentes, destacando la menor actividad productiva en China, Estados Unidos y la zona euro.

La desaceleración en el mundo es consecuencia de la persistencia de la guerra comercial promovida por Estados Unidos, una menor confianza en los negocios y algunos eventos que han impactado la capacidad del mundo para retomar la senda del crecimiento, como la poca claridad respecto al manejo del Brexit y su impacto sobre las relaciones comerciales en Europa. Estos fenómenos han derivado en que algunos organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial hayan revisado a la baja sus expectativas de crecimiento para el mundo.

Banco Mundial

Con una demanda global que se expande más lentamente, las presiones inflacionarias han venido disminuyendo en las principales economías, lo que ha motivado que el proceso de normalización de la política monetaria en la mayor parte de las economías sea más lento y que las tasas de interés hayan registrado una tendencia de baja.

De manera particular, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió mantener sin cambios las tasas de interés de política durante su reunión del mes de enero, al tiempo que señaló que serán pacientes para realizar cambios en el rango de su tasa objetivo; de hecho, es altamente probable que durante el primer semestre del año, la Fed decida mantener sin cambios el rango de su tasa objetivo, toda vez que la inflación se ha venido comportando de manera favorable.

Es importante destacar que el Banco de México percibe riesgos importantes para el crecimiento económico global tales como las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, cuyas negociaciones parecen haber entrado en un periodo de estancamiento, el menor crecimiento de China y la aparición de nuevos conflictos geopolíticos propiciados por el propio Estados Unidos, a saber, la intervención en el problema de Venezuela y la escalada en la crisis de los misiles nucleares con Rusia que ha amenazado con responder de manera severa si Estados Unidos decide desplegar misiles nucleares de alance intermedio en Europa.

Este último conflicto potencialmente puede sembrar mayor incertidumbre sobre la verdadera capacidad que tiene el mundo para crecer, sobre todo porque el mismo presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha señalado que podría presentarse una crisis similar al conflicto de los misiles cubanos que se presentó en 1962, cuando Moscú envió misiles balísticos a la isla caribeña en respuesta a un despliegue de Estados Unidos en Turquía.

Vladimir Putin
Vladimir Putin (Fuente: Trome).

Otra arista, es la relacionada con el desempeño de la actividad productiva en nuestro país, y que de la mano con la tendencia mundial, también se desaceleró en el cuarto trimestre de 2018 con la expectativa de que esta tendencia continúe durante la primera parte del presente año.

La perspectiva de Banxico es que el debilitamiento de la economía mexicana responde básicamente a la desaceleración de la economía global, a un menor dinamismo de la demanda interna y a fenómenos que percibe en su carácter coyuntural como los problemas en la distribución de combustible, la afectación por la toma de ferrocarriles en Michoacán y, más recientemente, las huelgas en diversas maquiladoras basadas en Matamoros que han ocasionado el cierre definitivo de empresas y cientos de despidos.

De manera tal que el escenario para México en este 2019 se percibe complicado, tanto así que se siguen sumando análisis que estiman un crecimiento económico bajo para este año. Efectivamente, ahora fue el IMEF (Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas) quien redujo su expectativa de crecimiento para el PIB de México de 1.8%, esperando en diciembre de 2018 a 1.5%.

El IMEF destacó que la falta de gasolina afectó a 14 entidades del país, mientras que las huelgas en Matamoros y el bloqueo de las vías férreas en Michoacán son elementos que, aunque tendrán un efecto transitorio en la actividad productiva del país, su costo será importante; de hecho, las estimaciones de varios economistas coinciden en que se haya perdido entre 0.30 y 0.40 puntos porcentuales del PIB por el efecto conjunto de estos eventos.

Alejandro Díaz de León Carrillo
Alejandro Díaz de León Carrillo, gobernador del Banco de México.

De igual forma, el IMEF destacó que el crecimiento económico podría seguir reduciéndose ante la incertidumbre que tienen los inversionistas, tanto por factores externos como internos, especialmente por los cambios que se están dando en la administración pública y que generan incertidumbre, no sólo en los inversionistas sino también en los consumidores.

La última arista que podemos observar en el análisis del Banco de México es el relacionado con el desempeño de los precios en nuestro país. En este sentido, se destaca que la inflación disminuyó de 4.72% en noviembre a 4.37% al cierre de enero del presente año como resultado de la reducción de la inflación no subyacente, básicamente por menores incrementos en los precios de los energéticos, mientras que la inflación subyacente continuó presentando resistencia a la baja al pasar de 3.63% a 3.60% en el mismo lapso.

Los principales riesgos para la inflación de acuerdo con el Instituto Central son que el tipo de cambio se vea presionado por factores externos e internos, y que esto pudiera reflejarse en la evolución de los precios así como el establecimiento de medidas proteccionistas a nivel global.

Otro elemento al que el Banco de México le asigna un peso importante es el posible impacto que pudiera tener el aumento en el salario mínimo sobre el proceso de revisiones salariales por encima de las ganancias en productividad, ocasionando presiones sobre los costos de producción, fenómeno que podría derivar en una mayor inflación por el lado de la oferta.

En el marco de un entorno externo enrarecido por políticas proteccionistas y tensiones geopolíticas, es importante que México se presente ante el mundo como un destino de inversión atractivo y con alto potencial de crecimiento, en donde se respete el Estado de derecho y se promueva el fortalecimiento de las instituciones, sólo así podremos alcanzar mayores tasas de crecimiento de manera sostenida.