La edición genética o la caja de Pandora (Parte I)

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A partir de que el ser humano logró manipular la agricultura, hace aproximadamente 11,000 años, la historia de la humanidad cambió para siempre. Sin saberlo, la domesticación de plantas y animales hizo que modificáramos nuestro entorno, desde entonces hemos avanzado mucho y tal parece que hoy estamos frente a un nuevo paradigma de trascendencia similar: la domesticación del ADN.

Así es, CRISPR es una novedosa técnica que nos permite editar y en su caso corregir el genoma de cualquier célula viva, lo que incluye el genoma de nuestra propia especie, el genoma humano.

Si bien la vida en general inició en nuestro planeta hace aproximadamente 4,000 millones de años, alrededor de un 99.9 por ciento de ese tiempo, el ser humano ni siquiera existió, por lo que los procesos vitales y la evolución de las especies se dieron de manera natural y espontánea. Como se puede apreciar, nuestra presencia en el planeta es relativamente nueva, sin embargo, desde nuestros orígenes hemos forzado la evolución de muchas formas.

Desde siempre, entonces, hemos hecho cuanto está en nuestro alcance para mejorar nuestras condiciones de vida, el ser humano es un individuo que por naturaleza va en contra del orden natural, así hemos desarrollado infinidad de tecnología que ha venido a cambiar el entorno y la realidad en el mundo de “lo humano”. Hoy en este mundo de lo humano, quedan muy pocas cosas que podríamos denominar como naturales u originales. Desde la ropa que usamos, hasta las nuevas tecnologías computacionales, satelitales o biotecnológicas, el hombre vive en un entorno manipulado por él mismo, esto en todo caso, en un afán de facilitar nuestras propias vidas.

innovación
Imagen: Grupo Sacsa.

Ejemplos podríamos poner muchos, pero baste señalar el ámbito de la medicina como el mejor ejemplo de manipulación de “lo natural”. Gracias a los avances biomédicos hemos podido aumentar radicalmente la expectativa de vida, medicina y biología son pues, un binomio que ha permitido a los seres humanos alterar (en un sentido positivo) su propia evolución.

Somos entes creadores de tecnología y ésta ha invadido todas las esferas de acción del ser humano. En este contexto, en junio del año 2000 con bombo y platillo, el presidente Clinton anunciaba: Estamos aprendiendo el lenguaje con el que Dios creó la vida, esto al presentar el primer borrador del genoma humano, lo que se denominó como la primera versión del “libro humano de la vida”.

Apenas doce años después, Jennifer A. Doudna anunció la posibilidad de reprogramar células a elección, esto mediante una técnica originalmente desarrollada por el Dr. Francisco J. Martínez Mojica, investigador español alicantino. Dicha técnica denominada CRISPR,  siglas que en inglés significan Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, lo que se podría traducir al español como: Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas.

A seis años de distancia del anuncio efectuado por Doudna y Charpentier, He Jiankui, un “científico” chino, anunció la creación de dos bebés a quienes a nivel embrionario les fueron modificadas sus características genéticas. He Jiankui anuncia así, un paso histórico en la evolución y manipulación del ser humano, un paso tan grande que, sin embargo, genera muchas dudas desde la perspectiva ética y bioética.

Y si como ya lo adelantábamos, siempre hemos manipulado la naturaleza, ¿cuál es el problema en este caso? El problema radica en que no es lo mismo manipular células somáticas (de personas adultas) a células en línea germinal (óvulos, espermatozoides o embriones tempranos) y esto último es precisamente lo que hizo He Jiankui, manipuló dos embriones a fin de que fueran inmunes al virus del SIDA.

científico chino
He Jiankui (Foto: AFP).

Lo anterior ha desatado una oleada de críticas a He Jiankui que, cabe decir, asegura que en noviembre de este año nacieron dos bebés sanas, producto de esos embriones genéticamente modificados. Al respecto es necesario precisar también, que el pseudocientífico chino realmente no ha aportado nada nuevo a la ciencia además de que no ha presentado pruebas fehacientes de dicho procedimiento. Las principales dudas y sospechas podríamos resumirlas en los siguientes diez puntos.

1.- Hasta el momento resulta imposible verificar el supuesto estudio realizado por He Jiankui.

2.- En caso de existir la investigación y el procedimiento en general, estos no han sido publicados en ninguna revista científica seria.

3.- He Jiankui, se ha negado sistemáticamente a informar sobre dónde hizo el o los trabajos con dichos embriones.

4.- Todo indica que esperó el mejor momento para anunciar el hasta ahora no probado experimento, ya que filtró intencionadamente sus logros sin pasar por ninguna revisión científica de pares.

5.- El anuncio se dio unos días antes de la II Cumbre Internacional sobre Edición del Genoma Humano y se hizo por medio de un canal de YouTube.

6.- La Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur de China en Shenzhen (SUST), en donde supuestamente trabaja Jiankui, ha afirmado que no estaba enterada ni había autorizado dicho proyecto.

7.- El Viceministro chino de Ciencia y Tecnología, Xu Nanping, señaló que el experimento es “inaceptable”, ya que alterar los genes de embriones humanos para después implantarlos y conseguir un embarazo, no solamente viola principios éticos sino la propia ley china.

8.- Para los organizadores del congreso, el procedimiento de Jiankui fue irresponsable y contraviene múltiples acuerdos internacionales.

9.- Jiankui violó particularmente una propuesta de la UNESCO de 2014, en donde se proponía una moratoria para no aplicar la edición genética en óvulos, espermatozoides o embriones humanos.

10.- Incluso es imposible suponer que Jiankui desconociera la declaración emitida en la Cumbre Internacional sobre Edición Genética Humana en su versión 2015, en donde se acordó sobre la necesidad de obtener, primeramente, “un amplio consenso social”, antes de efectuar alguna modificación genética en línea germinal.

Enlaces de interés:

https://www.nature.com/articles/d41586-018-07607-3

https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(18)33081-2/fulltext

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