El año pasado ingresaron a México 33,481 millones de dólares por concepto de remesas, de las cuales el 94% llegaron de Estados Unidos, 1.5% de Canadá, 0.5% del Reino Unido y el resto de otros países.
El incremento contra el 2017 fue de 10.5% lo cual reconfirmó la tendencia al alza de estas remesas.
Sirva para dimensionar como ejemplo que las exportaciones por concepto de petróleo crudo fueron del orden de 26,532 millones de dólares en el 2018.
Siguiendo con la comparación, es importante señalar que, para extraer el petróleo, es necesario invertir en maquinaria, tecnología, pagar sueldos y prestaciones, y ya después de todos los gastos inherentes al proceso, queda un remanente.
En el caso de las remesas, ¡no hay costo!, son por mucho el ingreso más importante y rentable que tiene México. Por eso, es sustancial que como país le prestemos especial atención. Las remesas que recibimos de Estados Unidos son de mexicanos que emigraron de nuestro país y, por lo tanto, mandan este dinero a sus familiares que se quedaron en su lugar de origen. Lógicamente los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y demás personas de otros países que están también teniendo problemas importantes, buscan emigrar a Estados Unidos y lo hacen a través del nuestro. Es así que son nuestra potencial competencia, pues el dinero que ellos mandarán en un futuro será a sus países de origen y no a México.
Desde este enfoque, me parece necesario invertir en la frontera sur y reforzarla para que no pasen a través de nuestro territorio toda esta gente que lamentablemente está emigrando por razones muy similares a las que lo hacen nuestros compatriotas. Pero, ya en los hechos, nos están generando muchos problemas de seguridad y de salud, haciendo complicada nuestra relación con el país vecino del norte en el presente, y además, en el futuro perderíamos económicamente en el envío de las remesas que mucha falta nos van a hacer, las cuales mandarán a sus respectivos países de origen.
Entiendo que este planteamiento pueda parecer insensible, pero siendo pragmáticos hay que señalar que si en Estados Unidos metieran a la cárcel a quienes contratan a los indocumentados, no habría demanda de estos y no estarían buscando irse a trabajar allá, pues nadie los contrataría.
A mi parecer, es un juego muy hipócrita al que estamos expuestos y, por lo tanto, debemos tener perspectiva de largo plazo, haciendo estrategias ganadoras que nos hagan tomar ventaja de estos tiempos tan complicados y retadores que estamos viviendo, y los que se avecinan.
La inmigración hacia México _sea de tránsito o de destino_ es en 1a. instancia humanitaria, compasiva, fraternal y pragmática_. Para ello el planteamiento de la CEPAL es un esquema coparticipativo internacional; es urgente crear empleos en El Salvador, Honduras y Guatemala. El Plan se ilustra a continuación: https://www.cepal.org/sites/default/files/presentation/files/final_final_cepal-presentacion_palacio_nacional_20-05-2019.pdf
La inversión privada mexicana y de muchos países es imprescindble.
Sr. Presburger, no carece usted de razón en las medidas a tomar. Sin embargo, creo que vale considerar que el volvernos -todavía más- perrito faldero del Imperio, prácticamente sus sicarios, tendrá repercusiones importantes en nuestro tejido social, como ejecutantes de las violaciones a Derechos Humanos de Estados Unidos de América, prolongándolas todavía más en el tiempo.
Me pregunto si el Sr. Ebrard habrá tenido la lucidez (o el apocamiento ante el bravucón se lo habrá impedido) de recordarle a los representantes estadounidenses y al mismo presidente Trump que esta situación migratoria es resultado directo de las intervenciones que desde el siglo pasado practica E.U.A. en Centro América, y que llegará un día en que ya no podremos pagar por las violaciones de tales naciones por Estados Unidos, sino que será este último, país “rogue” por excelencia, el que tendrá que pagar las consecuencias. Gracias.