Así como el coronavirus, también los chinos inventaron, pero en el siglo VII, el papel moneda, el billete, el billullo, o sea “un documento con valor fiduciario reconocido y no solamente al dinero de curso legal”, según la definición.
Si los chinos se adelantaron, para variar, fue porque desde antes ya gozaban de las bondades del papel –otro invento de ellos–, de la tinta y el grabado. En su Libro de las Maravillas (1300), el viejo Marco Polo dedicó un capítulo completo al novedoso invento titulado De cómo el Gran Kan hace gastar papel por dinero. Lo billetes entonces estaban hechos a partir de unas láminas negras sacadas de la corteza de las moreras –cuyas hojas se comían los gusanos que hacen la seda– y estaban grabadas con las firmas de funcionarios importantes. Según el tamaño de la lámina era el valor.
Así pues, si todavía no podemos echarles completamente la culpa a los orientales por aventar a la cancha el maldito bicho con la camiseta número 19, sí les podemos echar la culpa de que gracias a su invento monetario se aceleró la acumulación de riqueza, el déficit presupuestario, la expansión del crédito y por ende tenemos una crisis financiera del carajo.
En fin, tuvieron que pasar más de trescientos años para que el billullo saltara a Europa. Fue en Suecia, a mediados del XVII, que el financiero Johan Palmstruch daba una especie de “recibos” (kreditiv sedlar) a sus clientes, que le dejaban en su banco oro u otro metal. Estos recibos podían intercambiarse cuando quisieran.
La popularidad del “papel crédito” se difundió principalmente por su comodidad: en vez de traer a Igor cargando el costalote de monedas de oro sobre su joroba de un lado a otro, un “billete” con respaldo en metálico parecía ser de lo más mono: “En Francia, John Law introducía el billete respaldado por el oro del Estado; en Italia fue la Hacienda Real de Turín la primera en emitir billetes en 1746, con el objetivo de facilitar el beneficio del comercio público; en España hay que esperar hasta el reinado de Carlos III, apareciendo los primeros billetes en 1780. Con el tiempo, el uso del papel moneda se generalizó por todo el mundo: la expansión de los imperios y el capitalismo fueron elementos clave; las globalizaciones lo aceleraron”.[i]
La historia del billete en México comienza con la espeluznante crisis económica que provocó la irrupción de la Independencia, que entre otros desmanes hizo que el trabajo minero, principal fuente de ingreso del Virreinato, se abandonara y las minas fueran saqueadas. Como la moneda física comenzó a escasear, surgió primeramente hacia 1813, en lo que hoy es San Miguel de Allende, Guanajuato, la acuñación de las monedas de necesidad, unos cartones firmados a mano con tinta negra, quizás por algún funcionario, comerciante u oficial, que valían medio real.
Ahora bien, cuestión de imaginarse nuestra situación después de once años de francachelas independistas. El mismo Agustín de Iturbide, entonces jugando a ser el primer emperador mexicano, escribió: (…) no había fondos para mantener el ejército, los funcionarios públicos no estaban pagados, todos los recursos nacionales estaban agotados; no podían negociarse préstamos en el país; los que podían hacerse en el extranjero exigían más tiempo que el que la urgencia de las necesidades podía permitir la esperar.
Aún así en 1822 Iturbide lanzó lo que sería la primera emisión oficial del billete mexicano, un papel de forma casi cuadrada, impreso en una sola cara con la leyenda “Imperio Mexicano” y que valía de uno a diez pesos, con lo que podías comprar suficiente papel para falsificar más cuadrados que dijeran “Imperio Mexicano” con tu letra.
Como era de esperarse, la gente inmediatamente desconfió y desconoció la innovación económica, hasta el año siguiente, cuando nos convertimos en República Federal y el nuevo gobierno trató de ganarse la confianza del pueblo con varias medidas, entre ellas la de quitar de circulación el ridículo e impopular billullo imperial. Sin embargo, el nuevo gobierno insistió en hacer uso del billete, y para que la gente lo aceptara se fue por el lado flaco del pueblo: la religión. Entonces los billetes salían impresos en el reverso de bulas papales canceladas que llevaban el sello del Papa. Pues nada: fracaso absoluto también.
Una de las muchas causas del chasco “billetuario” fue quizás porque su uso era obligatorio, lo que décadas más tarde, en 1864, mandó a quitar nuestro bonachón, opiómano y breve emperador Maximiliano, quien además hizo que la emisión del billete fuera responsabilidad de un banco –Banco de Londres– y no del gobierno. Por fin el billete logró tener cierta aceptación y respetabilidad.
Con don Porfirio, a finales del XIX, se consolidó un sano y sólido sistema bancario y cada Estado contaba por lo menos con un banco certificado, ya sea el de Londres o el de México, que emitían los billetes, convirtiéndose en el medio de pago favorito de la gente. Entonces los billetes eran fabricados en el extranjero por compañías como la American Book & Printing Company o la American Bank Note Company, ambas en Nueva York.
Con la llegada de la Revolufia todo se volvió a ir al traste. Regresamos a los tiempos de la moneda de necesidad, con la diferencia de que cada caudillo o ranchero calzonudo con lana emitía sus propios billetes, que sólo valían en su región. Ya se puede imaginar uno la pelotera que se armó: era tal la variedad de billetes, reales y falsos, que la gente terminó por decirles a todos Bilimbiques y desacreditarlos. Parte de la solución llegó con los constitucionalistas, en 1916, cuando decidieron que sólo ellos despacharían el único papel válido para hacer billetes, mandándose a imprimir en ellos diseños más complejos para la prevención de falsificaciones.
Ocho años después se fundó el Banco de México, el cual tuvo la exclusividad de emitir los billetes y regular su circulación. La primera serie de billullos del Banco de México, que circuló de 1925 a 1934, se planeó en México, pero se imprimió en Estados Unidos, y su denominación era de 5, 10, 20, 50, 100, 500 y 1000 pesos.
Fue hasta 1969 que por primera vez los billetes se diseñaron y fabricaron en México. La famosa serie Familia A circuló de 1969 a 1991. El primer diseñador que tuvo el Banco de México, fue don Reyes Santana Morales, quien durante veinticinco años diseñó los más emblemáticos billullos: En la década de los 60as, Reyes Santana trabajaba para la Secretaría de Hacienda, supervisaba en Italia una nueva línea de bonos que serían usados en la tesorería y que eran diseñados en el extranjero. En aquellos años diseñó su primer billete, el de 20 pesos, que mostraba imágenes y simbolismo de la cultura mixteca, todo el diseño en tonalidades verdes.[ii]
En aquel tiempo los diseños de don Reyes eran hechos en acuarela. Una junta directiva le decía qué personaje se iba a usar y a continuación él se metía por meses a investigar sobre el prócer. El trabajo que más le costó fue el famoso billete de 5 pesos, destinado para que apareciera doña Josefa Ortiz de Domínguez: nomás ninguna imagen de la corregidora le favorecía, pues en todas aparecía con cara de que nunca sonó el despertador. El talento de don Reyes se reconoció internacionalmente y trabajó en Argentina y Suiza.
Otro de los grandes diseñadores de billetes a nivel mundial es Jorge Peral, quien desde hace veinte años ocupa la dirección creativa de la Canadian Bank Note Company. A los veintidós años, este oriundo de Texcoco, fue seleccionado por Banxico para estudiar en Suiza e Italia y formarse en el arte del grabado con el maestro italiano del grabado de billetes, Trento Cionini. A su regreso a México, se convirtió en una eminencia y colaboró en la confección de la sexta serie de billetes mexicanos, con el billete de 100 pesos (que tenía a Nezahualcóyotl en el anverso) como una de sus más grandes y reconocidas creaciones, ya que Peral se vio en la necesidad de “inventar” el rostro del emperador azteca a partir de relatos, estatuas y de la fisionomía de los habitantes de Texcoco.[iii]
Jorge Peral (Fotografía: Twitter). Imagen: CoNuVi. Imagen: Pinterest. Imagen: Revista Empresarial.
Algunos datos:
-La mayoría de los billetes mexicanos están hechos de algodón, aunque los de mayor utilización, los de 20 y 50, se comenzaron a fabricar de polímero, un compuesto químico que le da la textura y apariencia a plástico, para que duraran más.
-Existen catorce elementos de seguridad y cada billete tiene entre ocho y diez de ellos.
-De todos los personajes históricos que aparecen en los billullos el más frecuente es el de la sotana ligera: Miguel Hidalgo.
-El billullo más común es el de a 20, donde aparece Juárez. El reverso muestra un paisaje de Monte Albán, Oaxaca. En el de 50, donde aparece Morelos, a su reverso vemos el famoso acueducto de Morelia, Michoacán. El reverso del billete de 200, que muestra a la Décima Musa (Sor Juana), poca gente sabe de dónde es la imagen: es la hacienda de Panoya, donde vivió Sor Juana, en el km 58 de la carretera México-Cuautla. El de 500 trae por un lado a Ignacio Zaragoza, que curiosamente nació en Texas, y del otro la Catedral de Puebla.
-Muchos de los billetes traen microtextos, por ejemplo, el de 200, trae al lado de la imagen de Sor Juana el comienzo de su más famoso verso: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis (…)”. El billete de 100 trae un fragmento de la hermosísima poesía de Nezahualcóyotl: “Amo el canto del Zenzontle…”.
-El billullo menos popular en toda la historia es el odioso billete de mil pesos, que trae de un lado, una vez más, a don Hidalgo, y del otro a la Universidad de Guanajuato.
Así bien, ya lo dijo en una ocasión el gran cantante británico Robbie Williams: Por favor no me lancen ositos de peluche, ¡tengo 25 años! ¡Soy un hombre! ¡Láncenme condones o dinero! Preferiblemente billetes, no monedas.
Referencias:
[i] .- Endika Alabort Amundarain, en https://www.aehe.es/el-papel-moneda-una-innovacion-del-lejano-oriente/
[ii] .- Alma Gómez, periódico El Universal de Querétaro, 19/09/2018.
[iii] .- En https://soulsay.com.mx/jorge-peral-el-grabador-de-billetes-mexicanos/
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Ilustre explicación histórica y con tanto valor como los billullos.
Saludos mi querido Gerardo !
Excelente y refrescante escrito!!!
Muy buena información y muy bien explicada, saludos Gerar
Que articulazazazazazaso querido Auatralia ahora si me dejaste con la boca abierta!!!! me encantó la historia esta del billullo!!! gracias te admiro y me encanta leeerte, más ahora en estos pinches tiempos de pandemias.
Nuevamente felicidades por tan importante investigación y por ponerla en palabras entendibles para la raza.
Como siempre mi Gerar un delicia leerte, y además por supuesto aprender.
Te envío un saludo con mi reconocimiento y gracias por ampliar mi cultura.