Bright Ideas cuenta las peripecias de un matrimonio “joven” (lo que sea que eso signifique) por meter a su hijo de tres años y cacho a una de las escuelas de alto rendimiento más importantes del país.
Ciudad de México.- ¡Qué valor tiene Alonso Íñiguez por dirigir Bright Ideas! En “Pez de Oro” le he dado seguimiento a su trabajo y me declaro un gran admirador suyo más aún cuando encabeza un complicado proyecto de toda la cartelera. Este texto de Eric Coble es una maestría para cualquiera que se dedique al teatro por sus amplias necesidades técnicas y entrenamiento ultraespecializado.
Bright Ideas cuenta las peripecias de un matrimonio “joven” (lo que sea que eso signifique) por meter a su hijo de tres años y cacho a una de las escuelas de alto rendimiento más importantes del país. Su atractivo no sólo radica en el modelo pedagógico, sino en las relaciones con gente de élite generadas en ese lugar. Ginebra y Joshua están en la lista de espera para obtener el lugar de su hijo, sin embargo, descubren que si asesinan a una compañera de trabajo de Ginebra, madre de un alumno de “Bright Ideas”, podrían obtener más rápido y seguro el tan anhelado número de matrícula.
El conflicto inicia cuando esta pareja con “buenas intenciones” comete el homicidio. A partir de aquí, la anécdota se vuelve hilarante con una profunda crítica social: me encanta cómo Coble se burla de los enormes esfuerzos de la mercadotecnia por atraer alumnos a las escuelas sin importar los esquemas de aprendizaje y las formas de evaluación.
Yo veía la obra y no dejaba de pensar cómo se pisaban callos con cada uno de los personajes y diálogos, porque el autor, si no tuviera poco con poner el dedo en los grandes mitos del sistema educativo (por lo menos occidental), habla de una sociedad profundamente aspiracional. Esta “cultura del esfuerzo” de la clase burguesa (ya sé, hoy tengo un espíritu muy progre) oculta a seres huecos, superficiales y consumistas.
Ver Bright Ideas en la Condesa (en el Foro Shakespeare para ser más específicos), en el Distrito Federal y en este país donde nuestro sino trágico es el clasismo, me provocaba reír de una manera muy incómoda. Aplausos de pie durante cinco minutos a Orange Row, casa productora del proyecto, por su pertinencia al escoger la historia. Lo he dicho millones de veces en esta columna: si queremos hacer visible al teatro dentro de la oferta de entretenimiento, debemos hacer una apuesta por anécdotas que pasen por un tamiz de realidad y producción de sentido.
Y la crítica no para ahí. Ginebra y Joshua es una muestra representativa de la réplica de dinámicas sociales sin la menor conciencia o el mínimo convencimiento: quién sabe por qué hay que casarse, pero hay que casarse; quién sabe por qué hay que tener hijos pero hay que tener hijos. Y cuando llegamos a la idea de familia Coble es fulminante porque, entre risas y de un modo muy suavecito, casi imperceptible, dictamina el fracaso de la institución social. E insisto, en este país, donde las películas de Pedro Infante y Marga López se metieron a nuestro ADN social, al volver la figura de la “familia” incuestionable, “Bright Ideas” es poderosa.
Todos estos argumentos se potencializan con la forma de abordar y ejecutar la historia, pero he aquí un pequeño-gran problema. El texto de Coble es una trampa porque demanda todo el tiempo una segunda, tercera o las lecturas que sean necesarias para llegar al quid de la anécdota, aunque se puede llegar a un nivel de comodidad en la superficie. Por eso reconocí al principio la valentía de Íñiguez, porque “Bright Ideas” es un toro difícil de domar y no se doma a la primera.
Genéricamente es una farsa y en México existen grandes malentendidos sobre el formato. Me gustaría hablar de nuestras grandes carencias dramatúrgicas como teatreros, pero ésa es harina de otro costal y de otra columna; el gran problema, y porque todo el mundo lo hace, es abordar a la farsa desde la exageración por la exageración misma. El género funciona cuando se le da en el clavo al valor simbólico de los personajes y es ahí cuando vale la pena llevar al límite la actoralidad y el ritmo. Cuando no se tiene claridad de una profunda significación, el espectáculo se vuelve gratuitamente estridente.
La primera parte de la obra tiene un problema de ritmo, la segunda de tono. Y, sin embargo, esto es un cumplido para Íñiguez, porque llegar donde llegaron es muy complicado. Veo en los actores cierta tensión corporal (el diafragma colapsa en algunos casos) por no lograr que ciertos chistes caigan o hacer verosímiles ciertas cadenas de movimiento; sentirse perdido es un proceso normal en un texto de esta índole; los intérpretes deberían relajarse más.
Reconozco el trabajo de Regina Blandón quien carga la obra la mayor parte del tiempo. Tiene la resistencia y el entrenamiento físico para llevar al extremo su personaje; sólo necesita tener más pasadas. Una mención especial merece Majo Pérez, quien recientemente la vi en Bule Bule El Show, porque ella tiene la energía adecuada para construir este tipo de historias; es sorprendente su presencia e intuyo que el equipo debe agarrarse de su energía para tomar impulso.
Veo el resultado final y me imagino las dificultades que vivió el equipo para llegar a esta temporada. Les aplaudo y admiro por estar en el límite de una historia sumamente demandante. Íñiguez debe sentirse orgulloso de su compañía, porque se ve su incansable trabajo por domar al toro. De todo corazón les deseo una segunda temporada, con el mismo elenco, porque será ahí cuando la obra se haya asentado; e, insisto, en este caso es normal.
Hay muchos elementos de los cuales el equipo no puede desconfiar, como una hermosa escenografía (dan ganas de subirse), una iluminación cuidada y un vestuario funcional para las necesidades del montaje. Ahora el proyecto depende del tiempo y el trabajo. Tal vez convenga explotar los efectos sonoros y ponerlos en un primer plano con el objetivo de ayudar a los actores con el ritmo de la primera parte.
Aunque dije todo lo anterior no implica que Bright Ideas no esté lista para el público. Confíen porque, en realidad, es un espectáculo honesto y divertido. Mis comentarios nacen porque aún no se llega a la esencia del texto de Coble; está a un 70 por ciento. La liga puede estirar mucho más siempre y cuando se trabaje con el valor simbólico y no desde la obviedad ni mucho menos desde los recursos efectistas para provocar la risa en el público.
Mi admiración y respeto a Alonso Íñiguez por creer en la historia y trabajar para ella. A Orange Row una mención honorífica por pensar en el público y en la pertinencia de la historia. Me pueden encontrar en Twitter como @pezdeoro1972 para leer sus comentarios en torno a “Bright Ideas” y celebrar su entrega y corazón porque la obra es material de academia y un reto el sector teatral de este país.
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“Bright Ideas“
De: Eric Coble
Dirección: Alonso Íñiguez
Foro Shakespeare (Zamora 7, colonia Condesa)
Lunes 20:30 hrs.
Hasta el 29 de junio