Escribí esta crónica para un amigo que vive en España. Él escribe desde allá y yo desde la cuarentana en Jalisco. Más adelante se unirá un colega desde China.
Querido Juan Patricio:
Te cuento un poco cómo se vive en este pueblo de Jalisco la pandemia. Como bien sabes, Estipac vive básicamente de la agricultura, sobre todo del cultivo de caña. Y el campo no puede cerrarse, así que los trabajadores llegan a la misma hora de siempre, hacen sus labores y se van a sus casas. Lo que sí se ha cerrado es la iglesia, la delegación, varios comercios y todos los balnearios de la zona. El gobernador de Jalisco tomó medidas muy pronto y creo que la gente se siente más protegida que en la CDMX, por ejemplo, en donde fue la ciudadanía la que hizo un esfuerzo por actuar a tiempo, a pesar del silencio de la Jefa de gobierno y de los absurdos de López Obrador.
Estipac pertenece a la delegación de Villa Corona y me parece que el presidente municipal ha actuado con responsabilidad. Estamos bien informados y, aunque muchos jóvenes van y vienen por las calles, la cancelación del tianguis y el cierre de los lugares de reunión ayudan a que haya menos aglomeraciones. Los estudiantes tienen cursos en línea y, los que no tienen manera de conectarse o carecen de computadora, hacen tareas asignadas antes de empezar la cuarentena. El cura abrió una página de Facebook y sus mensajes son los de un hombre responsable.
¿Hay miedo? Sí, se nota cierta tensión, principalmente por el alto índice de obesidad, diabetes e hipertensión de la población. También, claro, por la incertidumbre, pero estar aquí es más llevadero que en la ciudad. Puede ser que se oigan menos risas, no sé, a lo mejor es sólo una impresión mía. Lo que llama la atención es la falta de música. Estipac es un pueblo ruidoso. Si no está tocando la tambora, hay un altavoz en la delegación con toda clase de música o cuetes para que llueva, para conmemorar a un santo o por alguna fiesta. Ahora, sólo se oyen pájaros. Una gran cantidad.
Algo muy agradable de pasar aquí la cuarentena es que no tenemos televisión, ni radio o periódico. Así es un poco más fácil detener las especulaciones. Porque nada más de pensar en el sistema de salud de la zona, dan escalofríos. No es que corra el riesgo de colapsar, hace mucho que lo está. La última vez que fui a la clínica del Seguro Social de Villa Corona, lo único que había era un termómetro en un vaso con Isodine. Difícil de creer, pero real.
¿Por allá, qué tal?
Te mando un abrazo y espero tus noticias.
Susana.
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Que precioso escribes!!!!!
Gracias, Mónica!