Hace tres meses, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, declaró la victoria sobre el coronavirus, y que sin temor podíamos salir de vacaciones, tomando las precauciones necesarias. A partir de ese momento, las Autonomías (que sería lo similar a los Estados en México) se ocuparían de la gestión. Tres meses después, Cataluña, Aragón y Madrid se encuentran nuevamente con graves problemas por la cantidad de rebrotes que ha habido en los meses de vacaciones. Los dos primeros tuvieron un verano plagado de contagios, pero han logrado disminuir los números en estas semanas de septiembre. En cambio, en Madrid se ha desbocado el número de contagios en este mes de septiembre. El resto de las Autonomías no están mucho mejor, salvo honrosas excepciones como Asturias.
La única buena noticia de esta segunda oleada es que, hasta ahora, ha sido menos letal que la primera. Sin embargo, eso se justifica en gran medida por el descenso de la edad de los contagiados. Como sabemos, entre más jóvenes sean, más posibilidades tienen de sobrevivir. Además, en estos tres meses, los médicos han tenido tiempo para conocer mejor el virus y, si bien no existe un remedio oficial contra la enfermedad, está claro que hoy en día tienen más herramientas para combatirla y evitar el fallecimiento de quien la padece.
Dos de los factores que han contribuido a estos rebrotes han sido las reuniones familiares veraniegas y las fiestas de los jóvenes sin control alguno. Eso sin contar con diversas manifestaciones (incluso alguna, rayando en la estupidez más supina contra el uso de mascarillas) donde no se ha guardado ninguna distancia de seguridad. Sin embargo, el otro factor que ha incidido en este descontrol ha sido la incompetencia de los políticos. A partir del momento en que terminó la primera oleada, los representantes asumieron que el calor controlaría la enfermedad o que los ciudadanos serían cuidadosos en sus contactos estivales.
Si en la primera oleada, el gobierno español quedó marcado como responsable por su falta de previsión en la compra de materiales y su tardía respuesta al avance de la enfermedad, en esta ocasión es el Gobierno de la Comunidad Autónoma el que ha quedado marcado. Lejos de reforzar la atención primaria para que ésta fuera el primer filtro de contención de los rebrotes, no hicieron contrataciones. Igualmente, el número de personas dedicadas a rastrear a los potenciales enfermos a partir de la cercanía con una persona infectada fue claramente insuficiente. Finalmente, el transporte público tampoco se ha fortalecido. En los meses de julio y agosto el número de viajeros disminuyó considerablemente debido a las vacaciones, pero el 1º de septiembre, a las 7:00 de la mañana, el transporte público, y especialmente el metro, estuvieron atiborrados. Lo mismo ocurre con los autobuses de cercanías que comunican Madrid con varias ciudades de la Autonomía.
En mi caso, cuando hacía el recorrido de Madrid a San Fernando de Henares (12 kilómetros aproximadamente) para ir a la oficina, había días en que tenía que ir de pie. Es cierto que en el transporte público no se puede andar sin la mascarilla, pero es indudable que tal cercanía no es muy saludable que digamos. Se podría haber contratado más conductores de metro y autobuses para duplicar el servicio e impedir las masificaciones, pero ya sea por un ahorro presupuestario o por carencia de imaginación de nuestros gobernantes, tal medida no se tomó.
Un ejemplo más de este proceder deficiente es el retorno a las clases. Las autoridades nacionales y regionales tuvieron hasta cinco meses para pensar cómo sería esa vuelta a las aulas, pero no hicieron absolutamente nada hasta 10 días antes del principio del curso escolar; fecha en que se reunieron para decidir el protocolo de actuación que se iba a aplicar. Esta falta de anticipación contrasta claramente con la organización que se tuvo para asegurar un retorno seguro a los campos de futbol por parte de los entes implicados y el propio gobierno de España. ¿Será que en el orden de los factores es más importante el futbol que la educación para los dirigentes?
Al igual que en el caso de la sanidad, tampoco se han contratado más profesores para hacer frente a las necesidades de la nueva normalidad. Finalmente, otro de los factores que contribuyen al aumento de la enfermedad es el hecho de que los políticos están usando la enfermedad como arma arrojadiza. Les importa más atacar a su rival por la mala gestión de la enfermedad, que unirse y buscar soluciones. En ese sentido, da envidia ver la sana y constructiva relación que han mantenido desde el primer momento el gobierno y la oposición portuguesa. Al día de hoy, ellos tan sólo tienen 25,000 casos activos y casi 2,000 muertos a diferencia de nuestros 576,000 enfermos y 31,000 muertos. Resumiendo: Madrid se encuentra al borde de un nuevo confinamiento total por la incompetencia de nuestros políticos y la negligencia de los ciudadanos. Esperemos que no se repita la historia porque eso sería letal para nuestra economía.
P.D. Al momento de concluir este artículo, la tregua entre el gobierno de España y el de la Comunidad de Madrid para paliar los efectos del coronavirus ha saltado por los aires por puro interés político de las partes. Así nos va.
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