Siempre he sido muy cuidadoso en tomar en cuenta las encuestas porque las opiniones son muy distintas, en especial por la falta de conocimiento y, por supuesto, el lugar donde uno está parado. Hace poco leí la siguiente nota en hebreo[1]:
InterNations tomó 20,159 extranjeros provenientes de 182 países que trabajan en 187 países y se consultó sobre tres parámetros básicos: el nivel de Calma, Serenidad, Quietud; luego, el nivel de Seguridad Personal; y el tercero, la Estabilidad Política.
Estados Unidos, por ejemplo, se encuentra en el lugar 49, debido a su política de venta de armas, y las múltiples balaceras que se han suscitado en todo el país. Israel está en el lugar 39 –aunque viendo las noticias globales podría pensarse que estuviera en el último lugar–.
Los 10 países mas peligrosos incluyen en primer lugar a Brasil –todo el tiempo se vive con miedo, dijo un extranjero que viene de Nueva Zelanda, uno de los países más tranquilos del mundo, a reserva de los últimos acontecimientos–. Y el orden sigue con Sudáfrica y Nigeria. Argentina (4º) por su inestabilidad económica y preocupación por la seguridad, Perú (6º) por el maltrato a las mujeres y las pésimas condiciones de trabajo (10º). Las noticias casi siempre son negativas, explicó un migrante de Canadá y un venezolano dijo que el sistema y las empresas locales no protege a los nacionales ni a los extranjeros. Así, de los diez peores países, cuatro son de Sudamérica, y eso que no somos más del 8% de la población mundial, lo cual no es ningún orgullo. Interesante que en esta encuesta no figura Venezuela. ¿Ya no hay trabajadores extranjeros?
Los demás de la lista son: India (5º), por la tensión social y la suciedad, según la visión de un australiano. Kenia (7º), es otro lugar inseguro para andar en la calle. Ucrania (8º) se ha caracterizado por su nivel de corrupción, la falta absoluta de rectitud y fidelidad. Los extranjeros son considerados billeteras andantes (eso, según un trabajador originario de Bulgaria). Turquía se ubica en el noveno lugar. Un inglés manifestó que las personas temen emitir su opinión, y mucha de la propaganda del gobierno divide a la sociedad.
¿Y los mejores países? Ese dato no figura en el estudio de InterNations. Me pregunto si ésa no es una característica israelí, la de consolarse con los países peores calificados y nunca compararse con el mejor. En los años que escribo he manifestado varias veces, sin prestar atención al detalle, que casualmente Israel se enorgullece de estar en la OECD, pero se encuentra en los niveles más bajos en varios parámetros. Israel se enorgullece de manifestar que es la única democracia del Medio Oriente, pero realmente no es una nación democrática. Está mucho más cerca de ser una teocracia, ya que 17 de los partidos políticos que se presentan a las elecciones generales de este mes, sus candidatos no fueron elegidos por el público.
Según InterNations, los cinco países mejor conectados son Estonia[2], Finlandia, Israel, Canadá y Corea del Sur. Para este resultado[3] se tomaron en cuenta los siguientes parámetros:
- Disponibilidad de servicios del gobierno en Internet.
- Facilidad de obtener un número de teléfono móvil local.
- Disponibilidad de Internet de alta velocidad en el hogar.
- Pagos sin efectivo.
- Acceso abierto a Internet.
Y para finalizar esta columna, otra fuente[4] nos presenta la siguiente lista en orden de importancia: Suiza, Singapur, Canadá, España y Nueva Zelanda. Asimismo, le siguen después: Australia, Turquía, Alemania, Emiratos Árabes Unidos y Vietnam.
Resulta curioso para mí que Turquía aparezca entre los peores y los mejores lugares; el comentario que manifiesta la calificación dice: “Los expatriados en este país señalan lo mucho que se parecen los turcos a los españoles en cuanto a acogedores y abiertos. Ciudades como Estambul son una mezcla de culturas que conviven en paz. Por poco más de 1€ puedes coger un barco para viajar de Europa a Asia. En unos minutos habrás cruzado el Bósforo y estarás en otro continente”.
Pero si son tan abiertos, ¿por qué temen manifestar lo que piensan? O ¿será que hay algo semejante, aun hoy, como en la época de Franco? Ése es el problema de las encuestas, su falta de credibilidad, sobre todo en los procesos electorales (tenemos el ejemplo de Estambul, millones de usuarios vimos a través de redes sociales la cena de Maduro[5]).