Dallas llegó a mi conocimiento con la famosa serie de TV de los años 80, en la cual podíamos apreciar el poderío económico, entre otras cosas de los ricos petroleros tejanos. Al tener ahora una hija residiendo en esta ciudad, ya me convertí en un apreciado visitante de la ciudad y tengo la oportunidad de observar con otros ojos.
Compartiendo el día de la independencia aprecié que los estadounidenses, los famosos yankees y para nosotros en nuestra juventud, los “yankees go home”, están muy orgullosos de su día y participan activamente en las festividades. En el barrio fuimos a una casa que ya hace 45 años en el parque festejan este día y está abierto a los vecinos, con bebida y picada gratis.
Luego fuimos al Goar Park donde se reunió mucho público y todos, o la mayoría, vestida con los colores de la bandera de Estados Unidos. Todos los quioscos brindaban productos a los visitantes gratis y eso incluía hamburguesas, limonada, helado, crispetas, juegos para niños y, por supuesto, globos inflados en azul y rojo. Sí, todo gratis y lo proveían los fabricantes.
Este gran país, muchas veces odiado en nuestra Latinoamérica y muchas veces con justicia, no deja de dar lecciones y, por lo tanto, como he manifestado en otras oportunidades, despierta mucha envidia. Ni siquiera en Francia, que estuve una vez un 14 de julio y por supuesto en Argentina, Israel y Colombia, he sentido ese “fervor” popular, ese orgullo nacional. En los países mencionados mayormente los actos son oficiales con mayor o menor participación del pueblo, dependiendo la cercanía a los eventos.
Las razones de mi alejamiento del concepto patria o mi supuesto anti-patriotismo he manifestado en varias oportunidades y tiene varias razones. No son ellas las importantes en el día de hoy, en el que he descubierto el sentimiento patriota de la gente, posiblemente como menciono antes, el orgullo de ser parte de un gran país.
Me dio cierta envidia. Siempre he dicho que mi patria es mi pequeño pueblo de nacimiento, la Colonia Avigdor, Entre Ríos, Argentina.
