“La Llamada” quiere llamar la atención de un público joven, inmerso en el mundo digital (virtual) y acostumbrado a un tipo de oferta mediática emergente.
Ciudad de México.- Ser religioso no está de moda. Y no me refiero a llevar los hábitos o entregar la vida entera al servicio de Dios (lo que esa que éste signifique). Muchos no comparten los preceptos de la institución eclesiástica, otros no sienten empatía (ni confianza) en sus representantes, sin embargo, no somos capaces de adentrarnos en el quid del asunto. Por eso “La Llamada” es un ejercicio escénico valiente al plantear las preguntas correctas: ¿qué es la religión? ¿con qué se come? ¿para qué sirve?
El musical importado de España llamó mi atención por su elenco heterogéneo en formación y entrenamiento amén de un espectacular diseño publicitario. Mi investigación previa no arrojaba mucho sobre la anécdota: sólo me inquietaba la inclusión de canciones de Whitney Houston y Wisin y Yandel que incrementaba mi horror (injustificado) ante otro fallido musical de rocola.
“La Llamada” no es fallido ni mucho menos pretende cumplir con ser otro musical más. Se atreve a hablar de la experiencia mística a través de las aventuras adolescentes en un campamento. Las borracheras, el sexo y el amor esconden la presencia de un Dios que, al cantar I will always love you de Whitney Houston, enamora a una mujer. Una nueva Santa Teresa de Ávila: secular, siempre cruda, con whatsapp y con ganas de triunfar en la industria musical.
Ninguna experiencia se parece al amor a Dios. María, para vivir esta experiencia, busca ayuda con las monjas que celan su cabaña y lo único que encuentra es una manera vacía de acercarse a él: la oración no tiene sentido y la Biblia se usa como un mero instructivo. No existe un vínculo trascendente con Dios y es ahí donde Javier Ambrossi y Javier Calvo, autores de la obra, la dan clavo al recrear la superficialidad de la vivencia religiosa.
Funciona tan bien que la anécdota suceda entre los jóvenes porque, más que ningún otro grupo, ellos ven a la religión como un tabú. La historia necesita profundizar el conflicto de la protagonista, María, porque, sobre todo al final, se ve opacada por la toma de conciencia de los demás personajes; esto resta fuerza a la premisa y claridad al conflicto central. Me sorprende la adaptación a México porque existe verosimilitud en los diálogos y una irremediable empatía con nuestra cultura.
La inserción de las canciones (y las canciones expresas para el montaje) necesita acoplarse a una estructura de musical contemporáneo porque la mayoría de las escenas no tienen remates contundentes y sus falsos finales hacen que el ritmo se atore. Una de las principales virtudes de la estructura radica en lo vertiginoso de la acción dramática; siempre sorprenden las peripecias y el final llega a ser impactante.
La producción es impecable a excepción del diseño de sonido. Los musicales manufacturados por mexicanos nunca han logrado orquestar todos los elementos auditivos de una forma efectiva; ni mucho menos se tiene el equipo necesario para sostener un musical de los vuelos de “La Llamada”. El problema se complica por la presencia de una banda en vivo; éste es el punto técnico más urgente por resolver.
Laura Zapata, como la monja-líder del campamento, hace una interpretación entrañable; nunca me ha dejado de sorprender su amplio rango actoral. Natasha Dupeyrón, María, es brillante y poderosa; tiene las habilidades para cargar un musical de este formato así como una necesaria energía teatral. Tessa Ia quien interpreta a Susana, la mejor amiga de María, es una verdadera estrella; se nota un cuidadoso trabajo actoral porque su papel, a pesar de la cercanía en edad y experiencia de vida, tiene alma y lejanía con ella. Ahí hay una actriz con profundos registros emocionales.
Sólo había visto a Alexis de Anda en standup y es muy claro cómo lleva todo ese expertise al servicio de la comedia; le viene muy bien el drama y llevar la energía de la obra a los puntos más altos. Federico Di Lorenzo, el mismísimo Dios, hace gala de su fuerza vocal para interpretar canciones complicadas; su peso escénico le ayuda a construir un personaje magnético.
“La Llamada” quiere llamar la atención de un público joven, inmerso en el mundo digital (virtual) y acostumbrado a un tipo de oferta mediática emergente; sinceramente creo que su audiencia es más adulta porque vibra mejor con la anécdota y produce un mayor sentido ante el fenómeno religioso. Ojalá “La Llamada” no sea malentendida en su discurso y no se quede, precisamente, en la percepción superficial de la que ella misma habla.
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“La Llamada”
De: Javier Ambrossi y Javier Calvo
Teatro López Tarso (Centro Cultural San Ángel, Avenida Revolución s/n, San Ángel)
Viernes 20:30 hrs., sábados 18:00 y 19:30 hrs., domingos 17:00 y 19:30 hrs.
@LaLlamadaMX